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Por: Wilbert Daw | Foto: Especial

El pasado martes, la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL) oficializó en su consejo directivo, celebrado en Río de Janeiro (Brasil), que dos naciones organizarán conjuntamente la Copa América por primera vez en más de 100 años de historia.

Hasta allí, todo bien. El problema empieza con los países que acogerán el torneo de selecciones en activo más antiguo del mundo: Argentina y Colombia, dos territorios ubicados en cada extremo de Sudamérica, pero que aún así fueron escogidos para celebrar el certamen en 2020.

Antes de desgarrarse la vestiduras y de pensar cómo seleccionaron a dos países separados por más de 7.000 kilómetros de tierra, hay que devolver la cinta al principio del asunto. La CONMEBOL propuso la idea de celebrar la Copa América en años pares para que se igualara en el calendario junto con la Eurocopa de naciones y no tener conflictos con el préstamo de jugadores provenientes de los clubes europeos.

No obstante, en vez de postergar un año la realización del certamen de Brasil 2019 o realizar la próxima edición de la Copa, que tendrá lugar en Ecuador, en 2024 y no en 2023 como estaba previsto, la entidad optó por la salida lucrativa: hacer otro torneo en 2020.

Inicialmente, el país escogido era Estados Unidos y se pretendía imitar el formato de la Copa América Centenario de 2016, que tuvo lugar en suelo norteamericano. Sin embargo, los dirigentes sudamericanos no llegaron a un acuerdo con sus homólogos estadounidenses, por lo que se descartó al país del Tío Sam como realizador del evento.

Ante la gravedad de la situación, la CONMEBOL empezó a buscar sedes para poder acoger la Copa y en ese río revuelto de desespero y avaricia, pescaron Argentina y Colombia. Cuando se divulgó la postulación, muchos pensamos que era una broma o una equivocación, pero tras confirmarse la noticia, quedó claro una vez más que los ejecutivos del fútbol sudamericano priorizan siempre el dinero por encima de la lógica.

Con este contexto, uno va entendiendo por qué la CONMEBOL aceptó la postulación de Argentina y Colombia como sedes de la Copa América 2020. Lo que no se termina de comprender es que, teniendo dos países como anfitriones, se organice un fixture que bien parece hecho para que lo acoja una sola nación.

En un comunicado difundido por la entidad, se confirmó que el torneo constará de dos hexagonales formados por localización geográfica. Una es la zona norte -conformada por Colombia, Brasil, Ecuador, Perú, Venezuela y un invitado- y la otra es la zona sur -que tiene a Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay y otro invitado-.

La cosa se complica en la segunda fase, pues por cada hexagonal avanzan cuatro equipos y a partir de allí comienzan a disputar los cuartos de final, semifinal, tercer puesto y final del campeonato. Buscando evitar un desgaste constante en las escuadras producto de la considerable distancia entre Argentina y Colombia, la CONMEBOL aseguró que las fases eliminatorias del torneo se harán en uno de los dos países anfitriones que, hasta el momento en que se redactó este texto, no ha sido determinado cuál de los dos organizadores será el ‘afortunado’.

Entonces, si sabían de estos pormenores, ¿por qué no escogieron como anfitrión a un solo país y armaban el formato a su gusto?

A veces uno se pregunta qué pasa por la cabeza de los dirigentes de la CONMEBOL a la hora de tomar decisiones, pues la escogencia de la sede de la Copa América 2020 es sólo la punta del iceberg. Aún está en la retina los diferentes hechos ocurridos durante la Copa Libertadores 2018 que colocaron al organismo deportivo en el ojo del huracán.

La más sonora de todas fue la famosa final argentina entre Boca Juniors y River Plate donde, tras varios días hablando de moral, de no violencia, de colocar al ser humano y los valores por encima del espectáculo y discusiones vacías acerca de lo que debía ocurrir, terminaron vendiendo la final a Europa, exactamente a España.

Casi dos siglos después de la revolución independentista en Latinoamérica, los dirigentes de la CONMEBOL entregaron la Copa Libertadores -llamada así en honor a los caudillos que lucharon frente a la Corona Española- a quienes sometieron a nuestro pueblo en el pasado. Definitivamente, quien no conoce su historia está condenado a repetirla.

Cabe aclarar que quien escribe esta columna se encuentra contento porque un torneo como la Copa América, el más importante de la región a nivel de selecciones, se realice en nuestro país. Sobretodo porque nos ahorra 20 años de espera pues, debido al sistema de rotación de sedes que tiene el torneo, a Colombia le correspondería hacer el campeonato continental en 2040.

No obstante, esto no quiere decir que la forma como CONMEBOL ha manejado la organización del certamen sea la correcta. Todo lo contrario, da la impresión que se realiza de forma improvisada, a las carreras y, como lo he dejado claro a lo largo de este texto, pensando más en los billetes verdes que en la lógica organizacional de un certamen deportivo.

Quedarán unas dudas por resolver a nivel logístico y otras a nivel deportivo, como el caso de los dos invitados a la Copa América que, como en la edición que se llevará a cabo este año en Brasil, provendrían del continente asiático. Uno que prácticamente estaría listo es Catar, que busca foguearse para afrontar su primer mundial en 2022, donde fungirán como anfitriones.

Esto es posible gracias a un convenio entre CONMEBOL y el Gobierno catarí para mejorar el rendimiento de sus jugadores en todas las categorías, por lo que su presencia en 2020 es casi un hecho. El otro onceno podría ser China o Corea del Sur, aunque esto dependerá de sus compromisos internacionales pues mientras se disputa la Copa América, en Asia se jugarían encuentros clasificatorios a Catar 2022.

El otro rumor que se ha extendido a lo largo de esta semana es de la posibilidad de que Argentina renuncie a ser sede de la Copa América debido a su complicada situación económica y social. No obstante, esto es poco probable, ya que los argentinos aspiran también a ser anfitriones del Mundial 2030 -junto con Uruguay, Chile y Paraguay-, por lo que renunciar a la organización de una Copa América enviaría un mal mensaje al comité de FIFA que se encargará de escoger la sede para dicho certamen.

En resumen, la Copa América 2020 podría ser calificada como uno de los torneos más atravesados de la historia y que somete a un calendario muy apretado de juegos a uno futbolistas que prácticamente se muestran muy disminuidos físicamente al finalizar cada temporada, sobretodo aquellos que militan en el balompié europeo.

Habrá que esperar qué ocurrirá en los próximos meses con el devenir de este torneo, que despierta más críticas y dudas que elogios y certezas dentro de los amantes a la pelota. Lo único que espera el aficionado y los profesionales a este deporte es que se les respete y que no jueguen con su pasión y con su trabajo mientras las arcas de los dirigentes siguen llenándose de billetes impresos con los rostros de George Washington, Benjamin Franklin, entre otros.

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