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por: Edwin Caicedo

¿Qué mejor lugar para empezar a vivir la experiencia –inefable para algunos extranjeros– de conocer Colombia, que uno de sus vivideros de más renombre, por su cultura, hospitalidad, gastronomía y claro, su gente ¿Qué mejor vividero que Barranquilla?

Jocosos, extrovertidos, despreocupados, “mamadores de gallo”, son entre otros adjetivos que podrían tomarse para definir a un barranquillero bajo el estereotipo generalizado de nuestra cultura costeña –el cual por cierto, al menos esta vez, no está errado–.

Rompiendo un poco el paradigma mediático que se ha formado alrededor del mundo en torno a Colombia como un destino turístico peligroso y para nada recomendable, día a día son más los extranjeros cuya percepción del país cambia gracias a sus experiencias aquí vividas.

Es que, aunque el narcotráfico y el terrorismo son temas críticos que si bien no han sido olvidados –e inclusive, ni siquiera perdonados-, se puede con franqueza asegurar que la situación socio-política del país con respecto a dichos temas ha cambiado y que hoy en día, somos uno de los mejores vivideros del mundo.

Barranquilla no es solo ciudad de cantores, de vallenatos y de acordeones, es también una urbe de progreso y proyectos que la posicionan en la Región Caribe como un foco de desarrollo e innovación.

La inversión extranjera en la ciudad se ha disparado. El sector de la construcción registró según cifras del DANE, que entre septiembre del 2014 y 2015 hubo un crecimiento del 34,5% en comparación con el 3% de otras ciudades de la Costa Caribe como Cartagena, ubicándola en el ranking de las diez ciudades con mayor producción inmobiliaria tanto residencial como no residencial.

Para febrero de 2016, según un informe expuesto por la Revista Dinero, el impulso hotelero, el avance portuario e industrial y el perfeccionamiento estratégico de la ciudad como centro logístico empresarial posicionan a la capital del Atlántico como una metrópoli de emprendedores, visionarios y grandes proyectos.

Pese a las fallas en el transporte –principal motivo de insatisfacción de los visitantes–, el distrito se empeña en lograr una ciudad con una movilidad eficiente. Propuestas como un transporte masivo eficaz y cómodo, cambios en las rutas usuales de los barranquilleros  y la canalización de los arroyos son parte del plan del electo alcalde Alejandro Char, para hacer de ésta, una ciudad de exportación.

La educación es también uno de los intereses de los extranjeros al venir a la ciudad. Tanto estudiantes como profesores se dan cita en eventos como Cátedra Europa, iniciativa de la Universidad del Norte, institución pilar de la educación en el Caribe. De igual manera este año llegaron a la ciudad 39 profesores foráneos para dictar clases en instituciones educativas oficiales.

Cuando se le pregunta a un extranjero: ¿Qué esperaba encontrar antes de venir a Barranquilla? Y ¿cómo fue su aprehensión de la ciudad luego de haber estado aquí? Sus respuestas son tan dispares, como donosas.

Ese fue el caso de Andrea Ormachea, una boliviana establecida en Barranquilla hace siete años, estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad del Norte. Y Mélodie Pontieux, una francesa, estudiante de intercambio de la Universidad del Norte, radicada en la ciudad hace tan solo un par de meses.

Andrea, quien llegó hasta aquí debido al trabajo de su padre el cual  fue transferido por su empresa a la capital del Atlántico, cuenta que luego de escuchar e investigar sobre la ciudad, esperaba encontrar “una mini Miami”; una metrópolis más pequeña que Bogotá –de la cual si tenía una idea  más clara , pero con un clima mucho más tropical.

Ella cuenta, a modo un tanto crítico, que al llegar se encontró con una ciudad menos desarrollada de lo que imaginaba, con un sistema de transporte que dejaba mucho que desear y con un clima inmensamente más fresco que el de su natal Santa Cruz de La Sierra, en Bolivia.

Pero aclara que se ha enamorado perdidamente de su gente, de sus costumbres, de su cultura. Que se ha sentido aceptada y que ciertamente entre sus planes se encuentra establecerse aquí.

Para ella, Barranquilla ha florecido para todos –haciendo claridad en que no tiene ningún interés político, pero que el eslogan describe de un modo sucinto como ha sido el evidente crecimiento y cuantioso progreso de la ciudad en el poco tiempo que lleva aquí radicada.

Mélodie cuenta en su francés fluido que no sabía casi nada sobre la ciudad. Que sí, que si había escuchado historias sobre narcotráfico y terrorismo pero que una amiga le había contado que Barranquilla era una ciudad pequeña y muy simpática que quedaba cerca al mar.

Según la encuesta de percepción ciudadana Barranquilla Cómo Vamos, para el año 2015 el 76% de la población barranquillera se declaró satisfechos con la ciudad como un lugar propicio para vivir.

“Une ville sympatique” que traduce: una villa simpática, resultó siendo no tan pequeña, pero sí muy simpática. Barranquilla era una ciudad mucho más moderna de lo que suponía Ponteieux, con personas serviciales y espontaneas, abiertos y muy cautivadores que al día de hoy la hacen no arrepentirse para nada de su decisión de venir aquí.

Que lo que más le sorprendió fue lo dificultoso de conseguir marihuana en la ciudad. Aclara que en Francia es muy usual que los jóvenes consuman el alucinógeno y que no requiere gran esfuerzo encontrarlo, aquí, en el supuesto país donde más la producen, aun no la ha podido localizar.

Pero que fuera de la algo ajetreada movilidad no duda un instante en que volverá a Barranquilla, pero no sola, con amigos a los que planea mostrarles este paraíso cultural donde la gente baila en las calles vestidos con ropa brillante y ritmos estimulantes.

Para el 2014 entraron 2’040.371 foráneos, 37% más que en 2010. De estos el 2% fue adjudicado a Barranquilla. En cuestiones de turismo –que fue por lo que 3 de cada 5 extranjeros llegaron al país–, la ciudad tiene mucho para ofrecer.

El Carnaval, los parques, el FICBAQ, los museos, las plazas, la arquitectura y en especial el ambiente socio-cultural hacen de La Arenosa un destino idóneo para los forasteros.

Para ambas jóvenes no está en discusión que llegar a Barranquilla es enamorarse de ésta. Que no es para menos, si recordamos que grandes talentos colombianos han emergido de éste paraíso terrenal: Shakira, Meira del Mar, Edgar Rentería,  son entre otros, hijos ilustres de ésta, la Puerta de Oro de Colombia, uno de sus más esplendidos vivideros.

Porque como rezaba la consigna del ya pasado Carnaval 2016: “Esto es una sola gozadera, y en Barranquilla, para gozar la vida tan solo hay que vivirla”. 

Foto: www.colombia.com

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