[wpdts-date-time]  

Fotos: Fernando González

Por la Oriental, vía que conecta los municipios de Malambo, Santo Tomás y Palmar de Varela, se llega fácilmente a Ponedera. Ese pueblo del que todos hablan por su “falta” de atractivo turístico, pero donde muy pocas personas se han adentrado. Quizás porque está a 40 kilómetros de Barranquilla, o porque realmente se han dejado contagiar por esa única historia que se conoce del anteriormente llamado “San José de Puerto Alegre”.

Ahí, con el fogaje que emanaba del choque entre el sol y el pavimento, y con un abanico en su máxima potencia refrescando el ambiente, Biumar Issac De La Cruz Jimenez contaba su historia.

¿Por qué contarla?

Biumar hace zapatos. Bueno, en realidad no los fabrica solo, sino con un grupo de personas que hacen parte del curso de marroquinería del SENA. Ahí, elaboran el calzado con diferentes técnicas que durante la clase aprenden. Lo que hace a Biumar diferente al resto de sus compañeros, más que su discapacidad, es su forma de ver la vida.

Aquel hombre de 53 años, alto, de aspecto gentil, carece del sentido de la vista en su totalidad. Pero está bien, porque habla de esto con mucha naturalidad. Para las personas era sorprendente que lograra realizar zapatos, pero según él, no hay mucho que explicar: su tacto, sentido que ha desarrollado durante su vida, le ayuda a identificar ciertas cosas en su cotidianidad. Esto, por supuesto, también le sirve en su quehacer.

Que él fuese parte del curso fue idea de Carlos González Silvera, su amigo desde hace once años y el instructor del taller. Él quería hacer algo diferente, y se había empezado a interesar por eso que hacía “Cuchufla”, como llama a su compañero. Por eso, tomó la determinación de pertenecer al grupo de marroquinería, y posteriormente participar con todos en un concurso del SENA.

Este buscaba una innovación por parte de las personas que pertenecían a cursos de las diversas índoles ofrecidas a lo largo y ancho del territorio atlanticense. Su propuesta la que sedujo a los juradosse trató de usar el braille en la marquillas de los zapatos para que las personas con discapacidad visual lograran reconocer la talla, el color, entre otras características de la prenda de vestir.

Aquellas piezas elaboradas por manos ponederenses tenían por nombre “Trachemys”, nombre científico tomado de la Tortuga del Río, símbolo de Ponedera y quien le dio el nombre al municipio por tanto “poner” huevos en las orillas del brazo del Magdalena.

“No hay peor ciego que el que no quiere ver”

Parafraseado, pero lo dijo. Biumar cree que no es tanto la “dificultad” que uno tenga, sino cuanto quiera alcanzar lo que desea. Que no es fácil, evidentemente, pero imposible tampoco. Que se puede seguir adelante, así como él lo está haciendo con el proyecto ganador que les da derecho a ir a una feria nacional próxima realizarse en Neiva, Huila.

Por eso, en 1982, se enfrentó a quizás la prueba más grande que se le había presentado hasta el momento. Con 19 años, Biumar era pintor: hacía cuadros, murales y otras cosas más. Fue exactamente al momento de realizar una valla publicitaria cuando, por forzar mucho la visión, la retina de su ojo izquierdo se debilitó. Lo operaron dos veces, pero mientras uno estaba en recuperación, el otro se agravaba.

Definitivamente, ese sentido necesario para la pintura no funcionaría de forma natural otra vez.

Fue entonces cuando su mundo se derrumbó. La vida que él conocía ya no sería igual, o eso creía. En un principio, no quiso rehabilitarse, pero finalmente tomó la decisión de ingresar a una institución que lo acogió desde el primer momento. De ese lugar tiene un sinfín de anécdotas, donde narra- ahora con humor- aquellos momentos que recuerda de su estancia. 

Uno de esos fue la primera vez que salió solo a recorrer las calles de Barranquilla. Iba acompañado de uno de los pacientes más antiguos del instituto, ya que este contaba con la experiencia suficiente para desenvolverse en la ciudad y ayudar a Biumar en cualquier situación compleja que se les presentara.

Sin embargo, terminó siendo al contrario: cuando pasaron por un parqueadero, Biumar, apegado a las reglas que le habían enseñado en aquel lugar, se pegó al lado donde los carros hacían su entrada mientras que la otra persona, llevando la contraria, caminó del lado de la calle provocando su caída en un hueco que estaba en el pavimento.

El hombre tras la discapacidad

Muy pocas personas saben burlarse de sí mismas. Contra todo pronóstico, Biumar lo hace y con un humor bastante negro. En sus propias palabras, es un hombre que se ha superado. No solamente por tener una esposa, un hijo y una casa bonita, sino porque Dios le ha dado un trabajo. Sí, porque es evangélico desde hace 34 años.

Barranquilla era su “hábitat natural”, donde podía moverse con facilidad de un lado a otro con ayuda de su bastón. Pero años más tarde se mudó a Galapa, para trabajar en Camaguey y en Cootraguante. Sin embargo, tuvo que dejar su trabajo por problemas en el oído izquierdo y retirarse a Ponedera, el pueblo del cual su esposa es oriunda.

Biumar toca la guitarra

Una de las pasiones de Biumar es la música, ya que además de cantar alabanzas también las compone.

 

Aprendió a tocar guitarra después de perder el sentido de la vista. Y lo hace de buena forma, con soltura, con seguridad, marcando el compás con sus pies y cayendo en la nota. De igual forma, su voz grave acompañaba la melodía de una alabanza a Dios.

Lo mejor de esta historia, y quizás la morajela, es que Biumar no fue premiado a raíz de su discapacidad. Todo lo que consiguió lo obtuvo gracias a la dedicación que él y otros más colocaron en sus creaciones. Solo así puede proyectar un negocio propio, o quizás seguir haciendo eso: productos hechos en Ponedera para gente de Ponedera.

 

Somos una casa periodística universitaria con mirada joven y pensamiento crítico. Funcionamos como un laboratorio de periodismo donde participan estudiantes y docentes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad del Norte. Nos enfocamos en el desarrollo de narrativas, análisis y coberturas en distintas plataformas integradas, que orientan, informan y abren participación y diálogo sobre la realidad a un nicho de audiencia especial, que es la comunidad educativa de la Universidad del Norte.

elpunto@uninorte.edu.co