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Por: Karolays Santiago – Receta familiar

Ingredientes

  • Una taza de harina de trigo
  • Un huevo
  • Una banana
  • ¾ de un pocillo de agua
  • 125 gr de queso
  • Sal y azúcar al gusto

Si usted es adicto al queso mejor no prepare esta receta y ponga a alguien más hacerla, no le vaya a pasar como a mí que cuando estoy picando el queso para echárselo a la mezcla me como más de la mitad y a los buñuelos no se les siente el queso. Recuerdo que de niña en las tardes de lluvia, después de lidiar con las goteras de la casa, se llovía más adentro que afuera, mi madre los preparaba acompañados con una taza de chocolate caliente. Yo le ponía masmelos o “bombones o malvaviscos” para imitar las imágenes norteamericanas. 

Desde niña fui una golosa y cuando mi madre empezaba a cortar la banana o como le decimos en mi región el guineo, yo me escabullía en la cocina para robarme unas rebanadas; cuando le llegaba la hora al queso mi madre tenía que bloquear los espacios para que la pequeña ratona no dejará la tabla de picar vacía. 

Primero se agregan los ingredientes secos en un bol o taza, la harina, la sal y azúcar al gusto, el queso en trozos o rallado, ambas formas son deliciosas, el guineo se corta en rodajas y se agrega; y por último el huevo. Con movimientos envolventes mezclamos los ingredientes y luego le vamos incorporando el agua, seguimos mezclando de forma circular hasta que quede una masa homogénea, ni muy líquida ni muy espesa. 

El aceite tiene que estar muy caliente para que cuando echemos la mezcla se sumerja y luego flote. Lo que mamá hacía era que ponía a calentar el aceite y echaba una gota de la mezcla, cuando empezaba a flotar y burbujear era que el aceite estaba en la temperatura adecuada. Se puede utilizar aceite vegetal para la fritura. Yo siempre le tuve miedo al fuego, porque más pequeña por estar contando cuántos fósforos traía una caja, las cabezas de dos cerillos se rozaron encendiéndose, quemándome las yemas los dedos; por el quemón los solté y cayeron en una pilita de fósforos que tenía en el suelo y estos simultáneamente se encendieron. Los fósforos ardieron hasta consumirse por completo, el incidente no pasó a mayores, sin embargo, el trauma en mi mente era tan grande que hasta hacía poco recordaba haber incendiado la cocina entera. 

Asegurate de usar aceite suficiente, cuando esté bien caliente arroja una porción de la mezcla con una cuchara, espera que flote, le bajamos al fuego para que no se vayan a quemar los buñuelos y cuando estén dorados los sacamos. Se debe colocar la mezcla, despacio, con cuidado y seguridad, nunca se debe tirar porque el aceite salpica, pudiendo ocasionar graves quemaduras. Como yo siempre le temí al fuego, me era difícil seguir esta recomendación y siempre terminaba con ampollas por las quemaduras.

Al sacarlos los escurrimos en el caldero para que no te lleves todo el aceite. Los pones a que se terminen de escurrir en papel de cocina y luego los sirves con un poco de miel o nutella por encima si lo prefieres, yo me los como apenas salen y no espero a que los pongan en el plato. Ojo, no te quedarán redondos como los buñuelos de fecula de maíz que se hacen para navidad, pero definitivamente quedarán deliciosos y a todos les encantará. Espero puedas practicar esta receta surgida del ingenio de mi madre y que tengas bon appétit.

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