[wpdts-date-time]  

Por: Andrés Pineda | Foto: Carlos Polo

“A mí lo que me interesa es escribir historias desde mi punto de vista, no desde el punto de vista académico, porque eso requiere otras cosas. Entonces, si yo quisiera ser escritor como lo ve la academia, no podría decir las cosas como yo las digo, ni como yo quisiera decirlas, de forma dura, directa, cruda, con fuerza y con rabia’’. Palabras de Carlos Polo durante la entrevista.

A simple vista, Carlos parece un rockero de 40 años. Con camiseta negra, gafas oscuras y barba poblada, pero no. Carlos es un escritor de poemas, cuentos, novelas, e incluso guiones cinematográficos, o como él dice “un contador de historias”.

“Mi padre muere muy joven, a la edad de Cristo. En ese momento mi madre tenía 4 meses de embarazo. Eso marca muchas cosas en mi vida, con las que podemos entrar incluso en temas freudianos y demás”. Carlos habla de la infancia con voz firme, como si fueran heridas que ya cicatrizaron o recuerdos que pertenecen a un pasado bien guardado. Un pasado lleno de “rin rin, corre corre”, lleno de arena para jugar “bolita uñita”. Un pasado empapado de sudor, como niño que juega a “la lleva”.

“Cuando mi madre empieza a criarme a mí y a mis hermanos, éramos una especie de ‘gitanos’. Íbamos de barrio en barrio. El que más recuerdo como ‘mío’, fue La Unión (en Barranquilla), porque allí llegué cuando tenía 10 años y fue donde duré gran parte de mi infancia y adolescencia”, dice Polo.

Fue allí donde empezó a tener esa ‘espina dorsal’ de los amigos de barrio y las primeras experiencias de niño. Eso lo marcó tanto que terminó definiendo un estilo a la hora de escribir. En su escritura el barrio popular, con todo su lenguaje coloquial, siempre está presente.

Su camino hacia la literatura

“Yo llego a la literatura de una forma extraña”, alega. “Primero estuve interesado en la música y compuse unas canciones. Estuve interesado en el rock, punk, y en el hip-hop como una manifestación del gueto, de la calle, la rabia y el desahogo de la juventud”.

Como si fuera víctima de un azar bien jugado, Carlos describe la forma en que fue adentrándose a la literatura: “En algún momento de mi juventud me di cuenta que eso de escribir canciones no me iba a llevar a ninguna parte”.

Según el escritor, durante un tiempo eso fue una rebeldía frente a todo como el famoso ‘No Futuro’, que plasma Víctor Gaviria en la película Rodrigo D. “Empiezo a leer por rebeldía, por tener una posición de desencanto frente al mundo. Empiezo a refugiarme en la lectura y de un momento a otro empecé a garabatear textos”.

En ese refugio literario, Carlos encuentra autores con los que sentía empatía, porque “eran autores que vieron en la literatura una especie de ‘salida’, encontraron algo en qué creer, y con su literatura empezaron a bombardear y echarle candela al sistema”.

Autores como Henry Miller, Charles Bukowski, los nadaístas colombianos, la generación Beat norteamericana, fueron sus primeras grandes influencias. Además de encontrarse con esos escritores, Carlos empieza a asistir a la Fundación Artística Luneta 50, la cual tiene un espacio para los escritores de la ciudad llamado Lecturas Vitales, en donde ofrecen un segmento para jóvenes escritores. Allí se escuchaba a la gente leer sus propios textos en eso que llamaban ‘micrófono abierto’.

“Yo empecé a ensayar, a mostrar lo que estaba haciendo. Empiezo a darme cuenta que tiene una cierta receptividad”, dice afirmando que dicho proceso duró unos tres años. Luego, arranca después a escribir narrativa, es decir, cuentos.

“El texto (de su autoría) ‘Los tenis panameños’ desencadena en algo importante, pues lo recité un día donde había un público de aproximadamente 250 personas. Mientras lo leía sentía una conexión con el público, porque se reían. Entonces yo dije ‘aquí está pasando algo’”, dijo el escritor, relatando que cuando terminó de leer el texto, la gente se le acercó para comentarle si ya tenía un libro, cuestión que lo puso a “pensar en serio.”

Tan enserio se lo tomó Carlos que, en el año 2004, publica su primer libro de poemas Polifonía de Colores. Con este, tuvo la oportunidad de ir a la Feria del Libro de Bogotá. Estando en Bogotá, le abrieron las puertas en algunos medios de la ciudad como City TV y se vendió bien el libro, unos 500 ejemplares.

“Mi hermano me ayudó con la financiación, pude devolverle la plata rápido y vendí un par de ejemplares más” menciona Polo. El libro tenía un concepto ‘raro’,  y su nombre se debe a que el texto era como un concierto polifónico y cada color simbolizaba un estado de ánimo. En 2007 publica su libro de cuentos Testamento de la Barriada, donde se puede encontrar el texto Los Tenis Panameños.

“Es un libro muy ‘caicediano’, muy ‘Roberto Bolaño’. Tiene un lenguaje citadino, precisamente haciendo referencia a lo coloquial, a lo urbano, a la música“, manifestó, alegando que quería hacer un libro de ‘ruptura’, porque se dio cuenta que Barranquilla no tenía una obra como ‘¡Qué viva la música!’, o como ‘Opio en las nubes’, y este libro fue intento de eso.

Como todo escritor que encuentra su voz, Carlos se da cuenta que lo que quiere con su escritura es apartarse de lo establecido por los cánones y la academia. Él afirma que lo que le interesa escribir son historias desde su punto de vista, alejados a lo académico, “porque eso requiere otras cosas”.

“Entonces, si yo quisiera ser escritor como lo ve la academia, no podría decir las cosas como yo las digo, ni como yo quisiera decirlas de forma dura, directa, cruda, con fuerza y con rabia’’, manifiesta.

En el año 2009 publica su primera novela “La Suerte del Perdedor”.  “Es un homenaje a Bukowski, por su novela ‘la Senda del Perdedor’”, comenta. Como resumen, Carlos menciona que esta habla de un tipo que intenta con el arte, pero que a la vez está desempleado y nada le sale, que está atrapado en su rabia y forma de ver el mundo.

Para él, “fue un libro que funcionó con los jóvenes, universitarios, y personas que están en el mundo de la música rock, jazz y la escena cultural”.

A los 18 años presta el servicio militar, también por tener una mirada de desencanto y por la situación económica en su hogar. Este suceso lo plasmó en su novela del año 2009 Rapsodia para reclutas asustadizos. 

“Empecé a darme cuenta que los premios de concursos literarios eran entregados a libros que mostraran un universo. Entonces yo dije, ‘eche, ya está’, contaré una historia sobre el universo del batallón, de la milicia”, colocándole los personajes y vivencias propias de su época cuando prestó el servicio militar.

De esa manera escribió un libro de doce cuentos, con todas esas cosas que parecen ‘surrealistas’, pero que en verdad pasan en el mundo de la milicia”. Con este libro gana el concurso de cuento y poesía de la Universidad Industrial de Santander (UIS).

Su labor como periodista

Después de ese 2009, Carlos se aparta de la literatura. Deja de publicar y se dedica al Periodismo. Llega al periódico El Heraldo de Barranquilla, gracias a que Ernesto McCausland venía observando su carrera como escritor, y a una crónica que hizo sobre la agrupación músical Systema Solar.

Sin embargo, le comenta a McCausland que él no es un periodista, y que pensó que lo iba a meter a publicar vainas culturales los domingos, pero él le dijo “no importa, dale pa’lante”. A pesar de ser ‘primiparo’ en el periodismo, redacta distintos artículos y crónicas, con los cuales fue ganando un espacio dentro del medio, llegando a redactar en la sesión de noticias judiciales.

‘‘Tuve altos y bajos” dice, “hice cosas que le gustaron a la gente, otras que no; la embarré, la pasé bien”. Cuando estuvo en la sesión de periodismo judicial, fue un choque muy duro porque se encontró con situaciones muy fuertes de personas recién fallecidas, así como entrevistar a sus parientes que muchas veces no querían ser entrevistados.

Sale de El Heraldo en el año 2016, del cual comenta que tuvo “un proceso de aprendizaje valioso, y al salir empiezan a pasar cosas, comienzo a apuntarle a concursos literarios’’.

En el año 2017 y como ‘efecto dominó’, Carlos gana varios concursos. Entre ellos, en los premios Ernesto McCausland con su crónica Un carnaval con el disfraz de la abandoná. “Dos años venía persiguiendo ese premio, desde que estaba en El Heraldo”, dice, contando que había quedado de segundo en esas dos oportunidades.

En ese mismo año, y siguiendo con el efecto dominó, Carlos vuelve a ganar otro premio, esta vez con el cuento X50054, del cual alega que “también lo venía persiguiendo desde que estaba en El Heraldo, y pasó igual que con el premio anterior, salí del medio y… ¡pum! lo gano”.

Su siguiente obra titulada Las malas noticias siempre llegan primero”, fue ganadora del premio Portafolio de Estímulos de la Alcaldía de Barranquilla. “Con este libro mi intención era nombrar un mundo y una infancia que está en vía de extinción, y no quiero que desaparezca ni para mí, ni para mi hijo”, menciona.

Este texto tiene que ver con las vivencias de un niño en un barrio popular, de ese mundo que Carlos nombra como el de la cuadra, la cometa, la bolita uñita, la chequita. Es un mundo que si no lo nombras desaparece. Yo lo quería nombrar, para que mi hijo supiera que existían casas con patio, que existía una hermandad en los barrios, son cosas que casi no se ven.

Llega el año 2018 y el ‘efecto dominó’ no deja de rodar para Carlos. Con su novela Es de noche cuando los gatos son pardos, gana el Premio de Novela ‘Estuario’ del distrito de Barranquilla. “Durante el tiempo que estuve en El Heraldo, un editor del periódico llamado Enrique Patiño dijo ‘por qué no ponemos a Polo a hacer crónica judicial’ y durante dos años estuve metido en periodismo judicial”, narra.

Desde que empezó a ejercerlo, siempre quiso escribir una novela que hablara de la sensación de tener que enfrentarse a la muerte a diario, de ver la sangre del muerto, de tener que ver a la mujer tirada en el piso con un disparo en la cabeza, o la que encontraron ahorcada con su propia correa. De ver el dolor de los familiares y luego llegar a casa con esa carga de tristeza. “Eso era lo que yo viví ejerciendo ese tipo de periodismo”, comentó.

“Además, llega un momento donde uno termina ‘normalizando’ la muerte, pues de eso vivía. Y si no habían muertos en la ciudad, ¿de qué viviría un periodista judicial?”. Esa situación la describe Carlos como una sensación “muy hijueputa”.

Charles Bukowski, decía “si estás tratando de escribir como alguien más, olvídalo”. Aunque Carlos aún no sabe si es un escritor transgresor o de ruptura, sí intenta salirse del cánon, sí intenta salirse de la mirada eurocentrista y académica del “escritor” y del “poeta”, y prueba de ese intento, de mandar al carajo los cánones, es su obra.

Somos una casa periodística universitaria con mirada joven y pensamiento crítico. Funcionamos como un laboratorio de periodismo donde participan estudiantes y docentes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad del Norte. Nos enfocamos en el desarrollo de narrativas, análisis y coberturas en distintas plataformas integradas, que orientan, informan y abren participación y diálogo sobre la realidad a un nicho de audiencia especial, que es la comunidad educativa de la Universidad del Norte.

elpunto@uninorte.edu.co