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Por Nellysel Orozco Mendoza y María Fernanda Navarro Fang

El mandato por los Reyes ha sido dado y hoy todos sus súbditos barranquilleros, se unieron para hacer presencia de sus desfiles, de la alegría de sus comparsas, haciendo posible su carnaval. Uno  lleno alegría, inclusión, organización y lo más importante, amor por nuestra tierra.

El sol más ardiente que nunca da cuenta de la energía que se irradia en este día, a las 10 AM, ya arribaban las últimas comparsas, pero el trabajo había empezado desde muy temprano  con la organización del desfile. Madres, padres, acompañantes de todo tipo, vendedores, carrozas, policía, logística y los miles que hacen posible este carnaval  llenaban la Carrera 53.

A esperas de que lleguen las 11 a.m para dar inicio al recorrido: los niños bailan, los acompañantes tratan de ultimar detalles, los vendedores hacen de  todo por alquilar sus sillas, vender espumas, comida o lo que se les ocurra, mientras suena música por todos lados anunciado que el carnaval de su majestad Sammy y Shadya, aquí tendrá lugar.

 

Veinte minutos después de lo previsto, encabezado por la comparsa de la alcaldía, inicia el desfile, seguido de un par de coloridas comparsas que dan paso a la carroza de los reyes. Aquellas sillas que una hora antes apenas tenían su primera fila llena, a esta hora no eran suficientes para todas las personas y en especial niños, que se reunían para ver el aquel despliegue de colores y sonidos.

Así mismo, desde los balcones había gran cantidad de personas reunidas para ver desde su hogar el desfile: Una cita, que sin lugar a dudas, no querían perder.

El carnaval infantil 2018, estuvo lleno de creatividad, plasmada en los diferentes disfraces y carrozas que ofrecían al espectador una variedad de detalles que hacían posible transportarlos a aquellos símbolos con los que nos identificamos, desde edificios, pasando por calles y disfraces hasta nuestro tradicional “picó”. A propósito de este último, nuestro rey le dio un especial protagonismo, a través del que fue su escenario, nos dio la lección más grande de este carnaval: La discapacidad no es un límite, es solo un modo distinto de gozarse la vida, tal como lo dijo su madre en redes sociales.

Los acompañantes, en especial las mamás, formaban un unido equipo que aun durante el recorrido seguían haciendo posible la presentación de sus asistidos. Todas formaban una cuadrilla ensayada como otra comparsa que les permitiese vigilar, proveer de hidratación y lo más importante dar apoyo incondicional a estos niños que hoy tanto como otros días llenan de alegría nuestra ciudad. Un vivo ejemplo, es la madre del su Majestad Sammy, quien le ha acompañado de manera incondicional en todo su recorrido asumiendo cada reto que llevar la corona implica. Hoy con una capa homenajeando a su hijo, recorrió todo el desfile al igual que muchas otras para dar ese apoyo incondicional que los más pequeños necesitan.

Con una organización de admirar, los más chicos de nuestro carnaval, dan ejemplo de cómo vivir esta fiesta, imponiendo la alegría, el respeto, la inclusión, el amor y la pasión por el carnaval.

Más allá del festín, hay otros niños a los que no podemos pasar por alto, aquellos que en lugar de estar de espectadores viviendo este carnaval hecho enteramente para ellos, caminaban por calles aledañas, ofreciendo a todos los que llegaban al evento, espumas, comida o cualquier cosa que les garantizara un ingreso.

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