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Por: Brianda Jiménez Bolívar. 

Por la sangre de Miguel corre la defensa de una lucha colectiva. Su vocación por defender lo justo y la zona de vida lo llevó a escoger abogacía como profesión, aunque ahora se debate entre la ciencias básicas. Heredó de su padre el gen de reclamar los derechos por una vida digna. No le gusta que lo llamen líder, para él es quien mueve una masa, el Führer. Miguel cree en los procesos colectivos, por eso prefiere el epíteto de dirigente. Lo cierto es que hace más de dos años ha dedicado su voz a la defensa de la ciénaga de Mallorquín.

La Pradera lo condujo a la laguna costera. En medio del pastizal, en donde hoy está una estación de la EDAR, campesinos fueron erigiendo sus casas entorno a angostas calles. Uno de ellos era su padre, que si bien no trabajaba la tierra, ayudaba jurídicamente a los campesinos en el sector. Deseaba desarrollar en conjunto unas huertas urbanas, pero con su muerte en el 2004 el proyecto se cae. La violencia apagó cada voz de protesta. Los que quedaron vendieron sus tierras mientras otros invadieron. Así se fue expandiendo el barrio hacia el arroyo León.

Miguel sucede el proceso cívico dejado por su padre en La Pradera con CENAPROV. Un suelo de 1000 m de protección alrededor de la EDAR yace en letra muerta hace 22 años. Tubos pequeños son colocados por la misma gente en sus casas tratando de suplir la ausencia de alcantarillado. La Estación de Depuración de Aguas Residuales es el florero de Llorente de más de 1000 viviendas construidas a mano en un zona no residencial.

En medio del deseo por ayudar a las personas a obtener los servicios básicos de vivienda, Miguel junto a los líderes de base se dan cuenta que la EDAR administrada por la Triple A vierte las aguas residuales que trata al arroyo León, y que ese afluente iba para algún lado.

Miguel sabía que algo no andaba bien. Como abogado apegado a la norma oficial, un día decide buscar un mapa en el Plan de Ordenamiento Territorial de Barranquilla. En él se dio cuenta que el arroyo León descansa sus aguas en el lago del Cisne y en la ciénaga de Mallorquín. Es ahí cuando llama a Pedro, Joel y Alicia, sus amigos de La Playa porque quería conocer el problema en persona.

La situación que antes era por temas de vivienda en La Pradera, había pasado a ser todo un acertijo. —La vivienda necesita alcantarillado. El alcantarillado depende del problema de la EDAR, pero la EDAR vierte al arroyo León, el arroyo León va hacia algún lugar, y llegamos a Mallorquín— explica mientras improvisa dibujando sobre una papel de propaganda la cuenca hidrográfica intervenida.

Con botas y un morral Miguel se aproxima al punto en donde confluye el arroyo León con la ciénaga. No da un paso más. Sus amigos le advierten que sin policías salen como vinieron al mundo. Miguel escucha y analiza a su alrededor. Siente haber estado allí antes. Se parecía a La Pradera. Viviendas sin agua potable y un alcantarillado de cara a Mallorquín. Miguel quería saber más, las preguntas no cabían en su cabeza.

Joel, Pedro y Alicia conocían la ciénaga, pero él no. Fue así como conoció a Sergio quien consigue la lancha y al pescador que la conduce. Primero recorren Mallorquín. Las botas de Miguel pisan por primera vez la barra de arena en Puerto Mocho. Allí entendió el porqué de su suciedad. El problema era mucho más grande de lo que pensaba.

Pedro, Alicia, Sergio y compañeros de Miguel caminando en la ciénaga tras su recorrido por el área circundante a Mallorquín. Foto: Miguel Espinosa.

Luego fueron a las cuchilladas del río sobre el mar. Miguel y sus amigos recorren el tajamar. Pasan por Las Flores, pero el viento fuerte los detiene y deciden llegar hasta allí. —Nos faltó pocos kilómetros para llegar a lo último. Yo soy una piedra, me caigo al agua y voy para abajo—. En cuestión de segundos sus ojos descifran unos tubos de la Triple A por los que pasan las aguas residuales de La Playa y Las Flores sin previo tratamiento hacia el río Magdalena.

A unos 50 metros de los tubos un hombre pesca en el río. Alzan un poco más la mirada y observan que de un barco sale gente con crudo impregnado en su piel. Estaban cortando la embarcación por pedazos, —deberían estar haciéndolo todavía—. La policía llega y se lleva a un hombre. La muchedumbre se aparta por unos momentos mientras ven a su compañero caído. Pero la gente sigue desmantelando el barco —Eso parecía Somalia. Solo lo ves en un país de África en donde la ley no llega—.

En búsqueda de más información Miguel empieza a hablar con expertos en Mallorquín. Primero fue Iván León, oceanógrafo químico. Un día lo recogió en la Universidad del Atlántico y lo llevó hasta su casa. Conversaron sobre la contaminación de la ciénaga. Iván le extendió algunos de sus estudios y él buscó los restantes. En menos de dos años Miguel conoció como un biólogo, químico o ingeniero lo que ocurría en Mallorquín. Empezó a descargar información sobre metales pesados y tipos de contaminantes de aguas. Leer sobre la ciénaga se convirtió en su pasatiempo. Necesitaba estar documentado sobre la problemática para poder defenderla.

Asistió por meses a las clases de Iván León en la Universidad del Atlántico e invitó a Pedro, Sergio y a Joel. Luego se puso en contacto con Osvaldo del Castillo, presidente de la Asociación de Ingenieros Químicos. En el escritorio de su oficina le explicó varias veces cómo funcionaba la EDAR, qué trataba y qué no. Después fue el profesor Fabio Fuentes de la Universidad de la Costa. Quería conocer los estudios sobre el impacto de la exposición de metales en seres humanos. Así sucesivamente Miguel tocó la puerta de cada experto y aprendió de ellos lo que pudo durante el 2018.

—Para solucionar un problema queríamos tener pleno conocimiento de las implicaciones que eso tenía. Para debatir con las autoridades necesitamos el discurso de la ciencia—.

800.000 pesos le pidió Barranquilla Verde por unas copias del Plan de Saneamiento y Manejo de Vertimientos de Aguas Residuales de Tecnoglass en el 2018, a raíz de un derecho de petición que presentó. El bolsillo de Miguel en ese momento no daba para tanto —Si la empresa está vertiendo a Mallorquín el documento debería ser público. Quería ver los reportes, los permisos de vertimiento y caracterización del agua—.

—Si hay empresas asentadas acá, primero identifiquemos cuáles están contaminando con procesos sancionatorios. La CRA y Barranquilla Verde reciben los reportes de las empresas. Ellos saben quiénes están contaminando—.

En el 2017 se dedicó a organizar a las personas en La Pradera. —Mucho de esto implica que la comunidad se organice porque a veces me pongo a pensar si yo soy el que crea el problema. Uno no ve el respaldo—. Miguel trabajó con La Pradera durante dos años. Creyó haber construído un proceso colectivo estable, pero un transformador y dos postes viejos, que dieron el concejal Camacho y la alcaldía, apagaron la lucha. —Trabajar con gente en estos sectores es muy difícil porque viven en unas condiciones que cualquiera que le ofrece cualquier miseria lo ven como si fuera casi el paraíso—.

Miguel, unos periodistas y miembros de la comunidad en el barrio La Pradera, al suroccidente de Barranquilla. Foto: Miguel Espinosa.

Las decepciones de La Pradera no le impidieron seguir haciendo lo que creía conveniente. A finales de 2017 Miguel presenta al Concejo de Barranquilla la solicitud a un debate de control político sobre el tema de La Pradera y el arroyo León, pero cuando llega a la instancia se da cuenta que no está en el orden del día. El presidente del concejo había ordenado ampliar el debate a la ciénaga de Mallorquín.

Invitaron a unos pescadores de Las Flores y a dos de La Playa. Ambos pensaron que Miguel los había excluido. Dialogando con los organizadores pudieron alzar su voz ese día. Miguel presentó los problemas de la contaminación e impacto social de la EDAR, y propuso que se hiciera una ley de regulación de los límites permisibles de contaminantes en aguas, sedimentos y alimentos, un control de especies de interés comercial reportadas con contaminantes, estudios científicos para contaminantes, y un presupuesto para plantas potabilizadoras de agua y de tratamiento de aguas residuales. El concejo quedó en mantener una comisión permanente, que no se ha hecho, y evaluar la posibilidad de declaratoria de una urgencia manifiesta.

Miguel exponiendo en el Concejo de Barranquilla sobre la problemática en La Pradera y el arroyo León. Foto: Miguel Espinosa.

Miguel tiene un lazo con la defensa ambiental y social de la cuenca hidrográfica. En octubre de 2018, luego de recibir el cartón el día de su grado como abogado, salió directo a una reunión que tenía en la Contraloría para una mesa de trabajo con la Defensoría del Pueblo y con la procuradora ambiental Mónica Gómez. Les presentó una recopilación de estudios que había averiguado. A la luz del día espera su respuesta.

Comenzó defendiendo un derecho de vivienda digna. Terminó siendo cautivo de Mallorquín. Miguel no lo hace por amor a la gente ni a Barranquilla. Tiene la firme convicción de hacerlo por ser recíproco con el lugar en el que vive. —A cualquier parte que vaya y encuentre el mismo problema lo haría—.

Miguel, Aida Avella y sus compañeros de la comunidad de La Playa, Alicia, Alejandro, Pedro, Sergio, Atencio, entre otras personas trabajando en pro de Mallorquín.

Las acciones populares se convirtieron en su principal suministro de lucha. Primero presentó la reubicación de Las Flores en el área circundante a Mallorquín; una zona que ha sido rellenada para construir casas que reducen el espejo de agua de la ciénaga. Ahora se debate entre una acción mucho más ambiciosa. En ella plasma la problemática de la cuenca completa; La Pradera, arroyo León, La Playa y la ciénaga de Mallorquín. Piden cambiar la planta de la EDAR por una tecnología que baje más los niveles de contaminación, poner alcantarillado a La Playa, a La Pradera, y a los lugares en donde hay vertimientos de agua residual por vivienda sin tratamiento, descontaminar los antiguos botaderos del Henequén y Las Flores, crear una norma subsidiaria para vertimientos, entre otras peticiones. —Solo falta que las comunidad por fin se ponga de acuerdo—.

—Antes de reunirnos con la jauría vamos a mirar bien esa parte— agrega Sergio.
—Era hoy.
—Pero ¿cuál es la carrera?.
—Para ver si hacemos esa vaina este año.
—Pero cuál es la carrera Migue, ¿cuál es la carrera?
—Llevamos hace un año con esto.
—Tú eres la voz de esto mi hermano.
—Bueno la acción está hecha.
—Hay que hacerla bien.
—Está bien.
—Hay que hacerla excelente.
—Está excelente— agrega Miguel.
—Esta vaina se nos puede devolver como un boomerang y quedan Miguel y Sergio sin cabeza y de paso Pedro. Yo no sé si se puede integrar el mismo tema o serían dos acciones populares.
—Lo que pasa es que si la gente molesta con lo de La Playa yo presento mi popular para La Pradera. Pero va a pasar que cuando presenten la de La Playa va a chocar con la de La Pradera. Un juez puede fallar distinto al de la otra, por eso es que es bueno que estén las dos metidas en un solo tema, para que falle homogéneamente.
—No nos hemos puesto de acuerdo cuando tú abordas el problema macro, y yo te digo, ¿por qué no lo abordamos paso a paso? pero bueno usted es el abogado.
—Es lo que pasó con la acción popular de La Playita. Allá fueron a pedir alcantarillado, gas energía y el fallo del juez ordenó la restitución y el desalojo de la gente de allí. Uno va por una cosa y el juez puede fallar más allá, y hay dos temas que pueden suceder con esta acción: prohibir la pesca y recuperar los bienes inmuebles que tienen usurpados en la zona las empresas.
—Por eso te estoy planteando vamos a reunirnos con ellos, pero si estamos de carrera yo no creo que se apunten a esa vaina. Estamos pensando en esto, en ello, pero si no obtenemos lo que es vamos a llevar del palo.
—Primero hablamos con gente de confianza, luego hablamos con todos, no importa si es organización por organización, pero hay que reunirse con todos para que después no digan que Sergio y Miguel hicieron eso sin consultar a la gente.
—Yo creo que estás mal con querer unir esa vaina. Yo pensé invocar el derecho a un ambiente sano para resolver el problema de alcantarillado en la parte baja de La Playa y La Cangrejera.
—La Cangrejera no va a tener alcantarillado— refuta Miguel.
—Tú me dijiste que sí tenía.
—No, allá te dije que no va a haber. La gente tiene que salir de allí.
—Vea mano, le voy a decir lo que tiene Char planteado en esa ciénaga. Estos ojos vieron la maqueta. Están pensando hacer un centro bien bacano. Sacar esa gente de ahí y mandarla para Juan Mina. Poner esto estrato 6 y a nosotros irnos apretando a través de impuestos y servicios públicos para migrar de aquí. ¿Tú no ves La Playa?.
—La Playa va a desaparecer— responde Miguel.
—Eso lo dijimos nosotros hace 25 años.
—No, va a desaparecer cuando la ciénaga desaparezca.
—¿Quién te dijo que eso va a desaparecer?— pregunta Sergio extrañado.
—Eso desaparece 10 metros cada año.

 

El enigma del agua

Con una mochila terciada, Sergio camina junto a Miguel por la antigua via Puerto Colombia. A la altura del kilómetro 10, al lado de una gasolinera, observan el arroyo León. En medio del suelo agrietado por la sequía, el agua medio verdosa se extiende. Debajo del puente más de 500 llantas se hallan entre basuras residenciales, restos de poda de árboles, electrodomésticos y neveras viejas. —Aquí hace falta una reja. Todo eso se va a Mallorquín— añade Sergio con preocupación; quien días después, vestido con botas hasta las rodillas y guantes de protección ingresaría al arroyo para contar cada uno de los trastes arrojados.

Tramo del arroyo León a la altura del Km 10, en la antigua vía Puerto Colombia, con presencia de residuos sólidos que contaminan sus aguas.

Ambos siguen su camino hacia el otro tramo del arroyo. Un olor a huevo podrido se apodera del ambiente. Huele a ácido sulfhídrico agrega Miguel. Ambos pasan por el puente con barandas amarillas. Sergio camina por el borde del arroyo, y recuerda cuando llenó una botella de Cocacola con su agua y otra más con la de la ciénaga y se lo puso en el escritorio a Marta Lucía Ramírez ¿Qué es eso? le pregunta ella para romper el silencio. Eso es lo que consume la comunidad de La Playa responde Sergio, tajante. 

Miguel y Sergio caminan sobre el puente del arroyo León a la altura del Km 10, presenciando los residuos contaminantes en ese tramo.

El color del arroyo en ese punto ha variado estos últimos meses. Sus agua se ven oscuras y con espuma. Sobre ella flotan plásticos, icopores y restos de poda. El volumen desproporcionado de basura había creado una barrera improvisada durante el periodo seco. Sergio y Miguel siguieron su camino, el olor había impregnado lo suficiente. Unos pasos más entre arena y monte y llegaron al terreno de Sergio quien se quita la mochila terciada y la cuelga en la rama de un árbol. Una hamaca recibe a Miguel.

—Es un panorama incierto. Ese color de agua da a entender que no hay ningún tipo de proceso— agrega Sergio interrumpiendo la tranquilidad de Miguel.
—Era negra. El agua era negra— responde Miguel recordando lo visto en el arroyo.
—Y tú ¿qué crees? ¿de qué color es? ¿clarita?.
—No porque el agua allá arriba no es negra, es gris, y tiene como espuma. Me imagino que la espuma es aceite o grasa.
—No la espuma son los fosfatos los sulfatos del FAB. De aquel lado como está la caída en el puente, ahí está la espuma. Toda la que tú quieras.
—El color acá es negro. Allá no sale negra, sale gris.
—Entonces ¿tú crees que eso de dónde es?—agrega Sergio con ironía.
—No, lo que puede estar pasando es que se va estancando porque el agua en la EDAR sale gris y huele menos. Lo otro es que el Henequén esté lixiviando. Esa agua debe estar mezclada con alguna cosa porque eso sale gris y hoy era casi azul turquí.
—Joda… la verdad es que tú ya me estás preocupando tres veces más. ¿Está lixiviando el Henequén y se está yendo allá en escorrentías? ¡No marica, eso es una locura! Cálmate no digas esa vaina—agrega Sergio alterado.
—Te muestro el mapa— responde Miguel.
—No digas es vaina, y te voy a decir porqué mi hermano.
—Te muestro el mapa. Te estoy diciendo que el Henequén está lixiviando marica.
—No me digas esa vaina. Tú sabes la porquería que está generando esa vaina ahí.
—Loco te estoy diciendo, mira el mapa. Allí hay unos arroyos que salen de ahí.
—¿Tú viste los lixiviados de Henequén?
—No, yo miro el mapa.
—Estás haciendo conjeturas, y no creo que usted que es un investigador esté haciendo conjeturas.
—Loco yo miro el mapa.
—Pero el mapa no es físicamente, es una representación del territorio físico. Hay que ir allí.
—Yo no he ido. Vamos.
—Bueno hay que ir.
—¿A cuánto queda el Henequén de aquí?
—Nojoda puede estar como a dos kilómetros.
—¿Se puede llegar?
—Ahora ni miércoles.
—No, ahora no. Yo si quisiera ir y tomar las fotos. Eso está en la acción popular— agrega Miguel.
—Ahora me preocupas más. Debiste quedarte mejor callado porque si esa vaina viene del Henequén eso es una bomba del hijuepuerca.
—Vamos. Hay que ir. Yo solamente veo el mapa, y el mapa me dice que hay unos arroyos, si hay arroyos eso tiene que lixiviar.
—Yo estoy pensando que tú estás amangualado con la gente de la Triple A. A tí como que ya te pasaron un billete firme en esa vaina.
—¡Cómo lo supo! dice Miguel a modo de sátira.
Ambos se ríen.

—Ven acá, ¿todavía esa vaina tiene la chimenea prendida? donde queman el metano— pregunta Sergio.
—Eso es allá en Las Flores.
—No, no. Acá en el Henequén que tiene unos desfogues así—agrega Sergio extendiendo las brazos.
—Ah, no sé. Yo no he ido al Henequén.
—Eso tenía unos tubos ahí y quemaban el metano.
—Yo no conozco el Henequén, pero sí, se puede cocinar ahí.

Miguel se levanta de la comodidad de su hamaca. Busca en su morral su computador mientras Sergio retoma el enigma del agua negra que hace un rato habían visto en el arroyo León.
—Eso tiene meses así para que vayas sabiendo. Cuando llegó el invierno yo grabé un video en donde el agua está negra, putrefacta, horrible. Ahí sale cuando botan ese poco de neveras. ¿Tú no has visto neveras ahí?.
—Sí, yo he visto. El día que llegué por primera vez vi como cuatro neveras. Es más, vi una cosa aquí de una nevera, y dije, la sacó de allá.
Sergio se ríe y agrega —Yo he sacado como cuatro de ahí. Cuando pasan les tiro una cabuya y las cojo.
—¿Qué haces con eso?— pregunta Miguel extrañado.
—Las lleno de martillo de boca para que se composten y para sembrar unas vainas que necesito como recipiente. Es una potera grande mejor dicho. Esa vaina es preocupante.
—¿Y eso tiene líquidos de refrigeración?.
—No, no. Tiran media cosa de esas. Sólo las cáscaras.
—¿No las echan todas?.
—No. Es que ese es el tema. Como allá arriba quedan las recuperadoras llegan las neveras que compra el carro de mula y la desguazan toda.
—¿Pero el icopor ese?.
—Eso es una vaina tenaz. Allá la desguazan toda. Le sacan el hierro, lo que tenga esa vaina. El resto viene para acá para el arroyo.

 

 

 

 

 

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