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Por: Wilbert Daw | Foto: @ftblsm

Su nombre es sinónimo de culto en Corea del Sur. De las bocas de sus paisanos solo salen elogios para él. Después, los alemanes se acogieron a esos elogios y lo quisieron como si fuera un prócer. Rápido, calculador y poseedor de cañones en vez de piernas, se ganó a pulso el respeto de los amantes del fútbol. En Alemania le pusieron ‘Cha-Boom’, en Colombia lo llamaron ‘Cha-Cha-Cha’ y en su país no lo bajan del pedestal divino. Eso sí, hay otros que prefieren llamarlo por su nombre de pila: Cha Bum-Kun.

Bajo la sombra militar

Cha Bum-Kun nació en Hwaseong un 22 de mayo de 1953, dos meses antes de que se firmara el armisticio que dividió para siempre al norte y sur de la península coreana en el paralelo 38 norte luego de tres años de guerra. En medio de ese ambiente, creció el joven Cha, que supo pronto que lo suyo no era defender a su patria con el fusil en la mano sino agarrar la pelota con el pie y ponerla al fondo de las piolas.

Así lo hizo en su etapa universitaria, donde se destacó no solo académicamente, sino también deportivamente, ganándose una convocatoria al equipo sub-20 de Corea del Sur en 1970. Sin embargo, pronto se dio cuenta que sus anhelos no iban a alejarlo del mundo militar.

En Corea del Sur, todos los surcoreanos varones menores de 27 años están obligados a cursar el servicio militar por al menos dos años y el castigo por no hacerlo es la cárcel. Por ende, Cha se vió obligado a jugar al fútbol con el equipo de la Fuerza Aérea surcoreana en 1972 y allí dio pinceladas de su notable habilidad.

En esa etapa, Bum-Kun no solo demostró de qué estaba hecho, sino que se ganó la convocatoria a la Copa Asiática de Tailandia 1972, guiando a los ‘Guerreros Taeguk’ a la final, donde sucumbieron con Irán. El ‘Expreso de Hwaseong’ empezaba así su periplo en la selección surcoreana.

Los rumores de un jugador surcoreano que rompía redes en el continente asiático y deleitaba a todos con su juego llegaron a Europa, específicamente a Alemania. A Corea del Sur llegaron ojeadores de la Bundesliga para observarlo y quedaron maravillados con su habilidad.

No obstante, Cha no podía irse de su país. ¿La razón? el dictador Park Chung-Hee, quien llevaba gobernando a Corea del Sur desde 1961, exaltaba un nacionalismo radical cada vez que podía, generando un sentimiento nacional de que aquel que representara los colores surcoreanos era considerado un traidor, por lo que el joven Cha se abstuvo de buscarse problemas.

Pero el destino tiene sus jugarretas. En 1979, Chung-Hee fue asesinado por el director de la Agencia de Inteligencia Coreana y una oferta del SV Darmstadt llegaba a la mesa de Cha. Sin pensarlo dos veces, Bum-Kun alistó sus maletas y emprendió su viaje al fútbol ‘teutón’.

Nuevo país, mismas costumbres

Alemania lo recibió y el Darmstadt fue su primera casa. Cha Bum-Kun llegaba al país que para ese entonces había conquistado dos mundiales de fútbol (1954 y 1974) y su liga, la Bundesliga, gozaba de gran prestigio a nivel internacional. Lo que no sabía Cha es que el Darmstadt no estaba muy interesado en él.

El modesto club germano, que ese año completaba su primera temporada en la primera división, fue impulsado a comprar al atacante surcoreano gracias a la insistencia de otro club, el Eintracht Frankfurt que, temiendo por la reacción de sus seguidores para con Bum-Kun, convenció a los ‘Lirios’, apodo del Darmstadt, para que lo compraban y ver si era idóneo incluirlo en sus filas.

Solo bastó un partido con los ‘Lirios’ para que Cha, a pesar de no convertir, desplegara su habilidad. La verdad, fue el único que pudo jugar, ya que por fantasmas del pasado, específicamente el servicio militar, tuvo que volver a Corea del Sur. Para cuando volvió, el Darmstadt descendió a la segunda división y no retornaría a primera hasta 1981. Consumado el descenso del Darmstadt, Cha se unió al Eintracht Fránkfurt.

En el Eintracht, el ‘Expreso de Hwaseong’ no solamente tenía que competir por un puesto en la titular del equipo, sino convencer a los alemanes de que traer extranjeros a la Bundesliga podía ser de utilidad. Por aquel entonces, existía una fuerte negativa en la Bundesliga para traer foráneos a sus equipos y era mal visto que los clubes germanos contrataran jugadores extranjeros y la cosa se ponía peor cuando venían de lugares tan exóticos como el caso de Cha.

Pero ‘Cha-Boom’, apodo con el que lo bautizó la revista alemana Kicker, puso a Alemania a sus pies. En un país guiado por el portento físico de jugadores como Fritz Walter, Gerd Müller o Franz Beckenbauer, Cha era un escape a un fútbol combinado entre lo lírico y lo vertiginoso. Sus escapadas por las bandas emocionaban hasta al más despistado y su cañón de derecha rivalizaba a los prestigiosos portero alemanes, siempre tan seguros y calculadores.

Tal vez por su rapidez o simplemente por querer hacer un juego de palabras, el narrador colombiano Andrés Salcedo, quien se hizo famoso en los 80 por ser la voz de las retransmisiones de la televisión alemana hacía nuestro país, le colocó el apodo de ‘Cha-Cha-Cha’ y así fue referenciado en nuestro país.

Con el habilidoso Cha, el Eintracht Frankfurt ganó la Copa de la UEFA en 1980, derrotando en la final al también club alemán Borussia Mönchengladbach, y  la Copa de Alemania en 1981, superando al Kaiserlaurten en el duelo definitivo. Además, hizo la friolera de 58 goles en 156 partidos con la camiseta del Frankfurt. Gracias a esos números, el histórico Bayer Leverkusen se hizo con sus servicios en 1983 y siguió rompiendo redes en nombre del Leverkusen.

‘Cha-Boom’ ganó el estatus de ‘Leyenda de la Bundesliga’ en la final de la Copa de la UEFA 1987-88. Allí, el Leverkusen se enfrentó al Espanyol de Barcelona, que ganaría la ida con un holgado 3-0. La eliminatoria parecía sentenciada. Sin embargo, en el compromiso de vuelta, Leverkusen encerró a los catalanes y se puso 2-0 en el tanteador gracias a los goles del brasileño Tita y el germano Falko Götz.

Cuando quedaban 10 minutos para terminar el encuentro, hubo un tiro libre a favor del Bayer por la derecha. El cobro llegó al área chica, donde Cha se elevó más que todos y de cabeza puso el 3-3 global en la serie, mandando el juego a los penales, donde el Levekursen fue más efectivo y se quedó con la copa. Cha Bum-Kun se convertía en el noveno jugador en ganar la Copa de la UEFA con dos equipos distintos y en un ‘rockstar’ del fútbol alemán.

El mito

Cha Bum-Kun en un partido ante Italia durante el Mundial de México 1986. Foto: @fifacom_de

No solo en Alemania dejó su huella, sino también en su país. Con la selección de Corea del Sur jugó entre 1972 hasta 1978 y sus más grandes logros fueron la Copa Merdeka de 1972, donde anotó el gol del título, y la medalla de oro de los Juegos Asiáticos 1978 celebrados en Bangkok (Tailandia).

Durante su estancia en suelo alemán no volvió a ser convocado por su país hasta que los ‘Guerreros Taeguk’ lograron clasificarse al Mundial de México 1986 tras 32 años de ausencia.

A Corea del Sur le tocó compartir grupo con Argentina, Bulgaria e Italia. Grupo difícil para los surcoreanos que, a pesar de la diferencia con los demás integrantes del grupo, confiaban plenamente en las habilidades de ‘Cha-Boom’. Sin embargo, no todo fue color de rosa. Argentina los derrotó 3-1. Luego, arañaron un empate con Bulgaria a un gol e Italia les clavó la estocada final para la eliminación y la temprana despedida de Cha de la Copa del Mundo y de su selección.

Después vino el retiro en 1989 y empezó su carrera en los banquillos como entrenador. Su éxito le alcanzó para dirigir a su país para el proceso eliminatorio a Francia 1998, consiguiendo el tiquete para dicha cita mundialista. No obstante, tras caer ante México (3-1) y Holanda (5-0) en sus dos primeros partidos de grupo, ‘Cha-Cha-Cha’ fue cesado de su cargo.

A pesar de todo, el legado de Cha en el fútbol asiático es imborrable. Sus piques, sus goles, sus dribles y su habilidad marcaron una época que sembró el inicio de una generación surcoreana de futbolistas que han logrado seguir sus pasos con éxito como el caso de Park Ji-Sung o Son Heung-Min.

La historia dirá que alguna vez existió un jugador que, con tenacidad y habilidad, abrió el camino para los futbolistas asiáticos en el mundo y que por cada rincón de Corea o Alemania se recuerda con cariño al gran ‘Cha-Boom’.

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