Por: Edwin Caicedo Ucros
Mi destino esta semana fue Süchiimma, que en –wayuunaiki- lengua indígena wayuu traduce: ciudad del río. Riohacha, la capital de uno de los departamentos del país más empañados por corrupción política y contrabando, ofrece a la mirada foráneos que nunca se han dado la oportunidad de visitarla una imagen oscura y deplorable, en las que niños wayuus mueren por desnutrición y las mafias colombo venezolanas repletan la ciudad de mercancía de contrabanado, pero esto no es tan así.
Foto: La Guajira
Basta con llegar a la ciudad –cuyos pasajes por temporada me costaron $60.000 ida y vuelta-, para darse cuenta como una cultura ancestral coexiste con las realidades y cosmovisiones de la actualidad. La capital indígena del país es una ciudad de contrastes, hasta hace poco fue declarada por proyecto de ley ante el senado como Distrito Especial, Turístico y Cultural.
Lo primero a visitar es la famosa Calle Primera, en la que hace tantos años llegaban barcos cargados de mercancía, movilizarse es fácil, los taxis tienen una tarifa establecida de $5.000 a cualquier lugar, es una ciudad pequeña pero con mucho para ofrecer.
Basta con llegar a “La Primera”, para quedar embelesado entre los colores y los diseños de los numerosos puestos de artesanías wayuus, que se ubican en una de las calles más transitadas por turistas y locales. Mochilas, manillas, collares, chinchorros y demás, son elaborados por indígenas de la etnia wayuu y comercializados a muy accesibles precios –comparados claro, con el costo que tienen estas mismas artesanías a nivel nacional e internacional-.
Mochilas grandes a $50.000, $60.000 o $70.000 dependiendo el diseño y el estilo, y manillas desde $1.000 hasta $5.000 me ofrecen tanto matriarcas de la etnia como jóvenes wayuu que desde pequeños están adscritos a este comercio tradicional, que la comunidad indígena más grande del país no ha dejado desaparecer.
¿Y es que a quién no le gusta caminar por limpias calles repletas de colores y una cultura desconocida? La ciudad además cuenta con un extenso muelle abierto a toda hora, desde el que se puede apreciar la inmensidad de un mar que por las mañanas luce un azul verdoso y por estos días se llena de colores con un decorado navideño que ilumina por completo un camino directo a la mitad del mar. Estatuas como la del Palabrero wayuu y la Estatua de la identidad, reafirman la identidad cultural de la ciudad y muestran al público su belleza y sus historias.
La culinaria típica de la ciudad destaca el frichie –chivo sofreído- y los pescados, que pueden consumirse en cualquier restaurante cercano a La Primera a precios que no superan los $10.000. Por mi parte me decidí por un coctel de camarón en un muy reconocido lugar apodado “las casitas de colores” donde los locales disfrutan de los frutos del mar a precios que oscilan entre $6.000 y $9.000.
Foto: La Guajira
Vida nocturna
No solo de día la ciudad se embellece y engalana con el sonido del mar como sinfonía presente en gran parte de sus calles. Riohacha ofrece también espacios para quienes les gusta salir, bailar y divertirse un rato.
Al ser una ciudad pequeña las discotecas usualmente no cobran algún tipo de cover por la entrada y los licores -importados desde Venezuela- son realmente baratos. Salir una noche con varios conocidos a pasar un buen rato me costó menos de la mitad de lo que habría gastado en Barranquilla, unos $30.000.
Otros planes cerca de la ciudad
Desde la ciudad pueden hacerse planes de turismo extremo y ecoturismo. A escasos 15 minutos de la ciudad queda el santuario de flamencos rosados, ubicado en el municipio de Camarones, donde cualquier taxista los llevará ida y vuelta por $20.000, para que puedan apreciar las aves que usualmente por estas fechas llegan a reposar en las aguas mansas cercanas a la ciudad.
Foto: Turismo En Colombia
También, muchas agencias de turismo ofrecen actualmente cursos de windsurf y kitesurf dependiendo de lo que se quiera y lo que se requiera, pues hay planes para novatos y para experimentados alquiler de equipos.
Y si lo que se quiere es una playa tranquila, con pocos turistas y de un azul cristalino, se puede ir al municipio de Mayapo, a unos 15 minutos de la ciudad, un taxista puede cobrar ida y vuelta $24.000.
¿Mi recomendación?
Conocer Riohacha, la de los mil encantos, la pequeña Cartagena empañada en escándalos de corrupción y desnutrición infantil, para dejarse encantar por calles, por su gente, por sus colores y por su comida. Y claro, por sus accesibles precios que hoy en día son más que una ventaja. Y si pueden, vayan en compañía, es un paraíso que exige el deleite de quienes no se han permitido conocerlo.