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Por: Juan David Pérez

Un trabajo del que poco se habla y que opera en silencio. Una labor encubierta que bien podría parecer la de un ‘espía’.

Llegué a las 3:38 p.m. al almacén Alkosto, ubicado en el Sector Buenavista, para encontrarme con la persona a quien acompañaría en el resto de su día laboral. Se trata de María Vélez*, de 39 años, quien trabaja como chequeadora de competencia incógnita para PriceSmart, una cadena estadounidense de clubes de compras por membrecía cuya sede principal está ubicada en San Diego, California, Estados Unidos.

Vélez hace parte del grupo de empleados de esta empresa que se encarga de sostener su competitividad. Básicamente su trabajo es encargarse de comparar los precios de la competencia y verificar que su almacén siempre mantenga el mejor precio. Lo que diferencia su trabajo, tal vez en su caso en particular, es que su labor debe hacerse de manera incógnita. Para cumplir su función, Vélez debe entrar a diversos almacenes haciéndose pasar por una cliente más.

Por la naturaleza de su trabajo, pensé que sería conveniente sugerirle a Vélez que no conversáramos del mismo mientras realizáramos el debido recorrido. Pero ella insistió en que no había problema. Al llegar a nuestro lugar de encuentro y preparada para empezar a trabajar, comenzó a hablarme de su labor con total naturalidad y sin temor alguno a ser descubierta. Primeramente, nos movilizamos a la zona de televisores del almacén.

Vélez tenía que revisar el precio de dos referencias de televisores vendidos en Alkosto para compararlos con los precios a los que son vendidos estos mismos modelos en PriceSmart. Entre tanta cantidad de televisores, había que detenerse y revisar cada referencia y asegurarse de que era la correcta. Varias veces se nos acercaron asesores del almacén durante ese proceso.

“Gracias, vamos a mirar algo”, decía Vélez con una sonrisa muy amable cada vez que un asesor de la competencia interrumpía su trabajo, una reacción muy natural y casi que memorizada en sus ya 7 años como chequeadora de competencia. Continuamos. No llevamos ni 10 minutos y ya hemos sido abordados varias veces por asesores. A mí me preocupa. Ella actúa con completa normalidad.

Mientras buscábamos los televisores, nos llevamos un pequeño susto. Vélez reconoció a un extrabajador de PriceSmart trabajando ahora para Alkosto. Inmediatamente tuvimos que dar la vuelta y movernos hacia otro lugar para evitar que fuera vista. Casi corre el riesgo de ser expuesta. Si Vélez es descubierta en algún almacén realizando su trabajo, podría llegar a ser vetada por el mismo y no podría volver a ingresar. Para ella, esto es lo más grave que le podría pasar, ya que afectaría directamente su trabajo y su estancia en el mismo.

Vélez me comenta que considera su trabajo como una bendición: “El trabajo es gracias a Dios porque con mi nivel de escolaridad no creo que ingrese en una empresa. En el momento fue porque buscaban auxiliar. Yo manejo Excel, Word, toda la parte requerida de Office, pero no tengo título. Mi trabajo habló por mí”.

Vélez es bachiller, pero nunca terminó ninguna de las dos carreras que empezó a estudiar: Ingeniería Comercial y Comunicación Social y Periodismo. Cursó solamente 2 semestres de cada una. Un asesor se nos acerca nuevamente preguntándonos en qué nos puede colaborar. Nuevamente Vélez agradece y continuamos nuestro recorrido.

Semanalmente, Vélez baja unos informes de los 200 ítems más vendidos de la semana anterior en PriceSmart. Los precios de esos ítems son los que busca en la competencia (Alkosto, Makro, entre otros). Me dice que ella más o menos tiene memorizados los ítems, los cuales suelen ser los mismos cada semana. Nunca lleva la lista impresa, sino que le toma foto en su celular y los revisa ahí directamente mientras se encuentra en el almacén. Así logra pasar desapercibida.

El celular es su única herramienta de trabajo. En él a veces realiza conversiones y operaciones matemáticas que le toca hacer cuando no encuentra un producto en el mismo tamaño o con la misma cantidad de contenido o peso que en PriceSmart.

Mientras le toma una foto a un paquete de rollos de papel higiénico, me cuenta que lastimosamente le toca fraccionar sus vacaciones. Me dice que no puede tomar sus vacaciones completas debido a que es la única persona en ese puesto. Durante sus vacaciones no envía el informe semanal y debe notificar con anticipación de esto. Su trabajo en PriceSmart es tan peculiar que no porta uniforme, no porta carné ni tampoco tiene convenios con los supermercados como otros chequeadores de competencia quienes, me dice, se les es permitido entrar sin problema a la competencia. Me pone de ejemplo a los de Jumbo y Éxito, quienes “tienen precios similares” y “no compiten entre sí”, dice.

Cuando terminamos nuestro recorrido por Alkosto, nos dirigimos a pie al Éxito que está ubicado en el centro comercial Buena Vista. Al llegar, Vélez me dice que en ese supermercado hay un vigilante que siempre la mira sospechosamente. Estando ahí, su estrategia cambia un poco. Toma un carrito de compras y finge que está realizando el mercado familiar o algo parecido. Al terminar, deja el carrito en algún lugar remoto del almacén y sale sin problema.

Al preguntarle sobre el estatus legal de su trabajo, si es reconocido por el Estado o no, no me responde explícitamente lo que le pregunto, pero me da algo que pensar: dice que cree que PriceSmart es el único que contrata a alguien para realizar ese trabajo en específico y de manera incógnita, me dice que en otras empresas ponen a realizar esa labor de vez en cuando a alguien que esté contratado como cajero o algo afín cuando se considere necesario.

Al finalizar el trabajo en Éxito, ha terminado nuestro recorrido. Nos dirigimos hacia PriceSmart para que timbre su salida. Estando allí, ya pasadas las 6 de la tarde, me cuenta que los empleados de su empresa que llevan 7 años trabajando en ella están enterados de qué trata su trabajo, pero los nuevos ingresos no saben a qué se dedica. “Es mejor que no lo sepan”, dice, y hace referencia a que es un trabajo discreto que es mejor mantener en secreto. Al despedirnos, Vélez, quien está por terminar un técnico en Cocina, me dice que no se siente frustrada profesionalmente.

Le gusta su trabajo, y destaca de él su horario flexible y su salario, el cual considera “muy bueno”. Con él sostiene a sus niñas, me cuenta. Le sonrío.

*El nombre de la persona fue cambiado con el propósito de proteger la identidad de esta.

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