A través de los años, el negocio de los ‘cobradiarios o ‘prestadiarios’ se ha mantenido consolidado, sobre todo en la costa Atlántica de Colombia. Sin embargo, las autoridades describen dicho oficio como una forma de delinquir, una forma de atentar contra la seguridad de las personas, e incluso como un negocio sucio y oscuro.
Es normal caminar por las calles de los municipios del departamento, y ver a dos motorizados que se acercan a las casas; mientras uno se queda en la moto, el otro se baja con un mazo de tarjetas que guarda en un carriel o bolsa mariquera, para luego cobrar la llamada ‘cuota’. De esta forma, muchos comerciantes le apuestan a un negocio diferente, en el que buscan obtener ingresos a través de los intereses generados por un capital prestado.
Un préstamo de 100 mil pesos, puede dejar 20 mil pesos de ganancia; el cliente daría una cuota diaria de 4 mil. Dado el caso que el cliente tenga un atraso excesivo, se le puede refinanciar la cuenta, es decir, se le agrega un interés más a la cuenta para que así pueda pagar a una cuota más baja. Algunas personas que usan el servicio ‘gota a gota’, creen que es necesaria la presencia de estos comerciantes.
Sindy Álvarez, habitante del barrio Tucán en Soledad, dice que son más fáciles y asequibles los préstamos. “Nos ahorramos el transporte para ir al banco, los papeleos y muchos requisitos ” cuenta Álvarez.
Mientras muchas personas se dedican a pintar un cuadro generalizado de lo que es en verdad el negocio de los prestadiarios, muchos de ellos arriesgan sus ingresos, su salud, su vida, e incluso la de sus familias. Carlos Montes, lleva aproximadamente 15 años en el negocio. Cuenta que empezó invirtiendo un dinero con su esposa en un cobro pequeño, que con el tiempo fue extendiéndose por todo el municipio de Sabanagrande. “Este es un negocio que saca de muchos apuros a la gente, los ayuda a pagar los servicios y correr con algunas emergencias. La gente necesita de nuestra plata para comprar y montar el negocio de los dulces, los bolis y las sopas. “expresa el comerciante.
Carlos, quien actualmente cuenta con 6 cobros que cubren la zona oriental y algunos barrios de la ciudad de Barranquilla, sale de su casa a las 10 de la mañana a trabajar. No sabe si regresará nuevamente con su familia, no sabe si en la carretera pueda ser víctima de un accidente, o en un callejón víctima de algún atraco, e incluso descansando pueda ser llamado y obligado a pagar vacunas y múltiples extorsiones.
Carlos recuerda que en un tiempo no lograba obtener las ganancias esperadas. “Me llamó un sujeto y me dijo que conocía a mis hijos, que sabía dónde estudiaban y a qué horas salían. Por un largo tiempo me tocó recoger una suma de dinero y entregárselas para que no le hicieran daño a mi familia”.
La vida del cobradiario está en peligro todo el tiempo. Asi afirma Alejandro Gómez, de 26 años. Gómez cobra en los barrios “Sal si puedes”, La Puerquera, Los Tubos, El Porvenir y La Esperanza del municipio de Soledad. Cuenta que para no llamar la atención de los atracadores, lleva puesto pantalones desgastados y rotos, suéteres desteñidos y cambia su Smartphone por uno que solo sirve para contestar y hacer llamadas. “Hace aproximadamente 1 mes, me atracaron y me quitaron la moto y las tarjetas” relata Alejandro.
Los atracos son el pan de cada día de estos comerciantes. Sin embargo todo es cuestión de costumbre. La primera vez que los atracan sienten miedo y nervios; pero después con tantos atracos se terminan acostumbrando. Marcos Gómez, quien lleva 10 años como cobrador, cuenta que lo han atracado en 8 ocasiones. “Lo más peligroso es cuando te ponen el arma en la frente, pero de ahí en adelante todo se vuelve normal”. Expresa Marcos.
Marcos cuenta una de sus experiencias en las que fue atracado mientras cobraba una cuota en el Barrio Villa Marcela del municipio de Sabanagrande. “Me quitaron todo, absolutamente todo. Además me encerraron en el patio de una casa y a la dueña casi le da un paro cardiaco del susto”. cuenta el cobradiario.
Otro de los tantos problemas que enfrenta un cobradiario, es el de los clientes ‘mala paga’. Es común para ellos encontrar clientes que tomen el dinero, se lo gasten y no paguen. Cada cobradiario tiene un límite, es por eso que muchas veces se escuchan historia de prestamistas que meten presión para recuperar su dinero, y es entendible. “A la final uno se mata a diario por esa plata, uno mismo la trabaja para que venga un cliente mala paga a robársela” Expresa uno de los prestamistas.
Uno de los cobradiarios del municipio de Sabanalarga, cuenta que hay gente que no quiere pagar, o simplemente no pueden pagar porque se van inesperadamente. “he tenido clientes que se mueren y dejan la deuda; muchas veces he ido a cobrar y lo que encuentro es un cajón y sillas blancas en la terraza” expresa el joven
A pesar que las autoridades buscan exterminar el servicio gota a gota, los prestamistas siguen en la lucha por defender su oficio; arriesgándose por mantener su fuente de ingresos, por mantener un trabajo que ayuda a disminuir el desempleo y que le solventa muchos problemas económicos a las personas con inmediatez.
Es por esto, que muchos de los que se dedican a este oficio, refutan al escuchar que su trabajo es categorizado como lo peor o por lo menos, John Castro, cobrador de 32 años, expresa que nadie puede generalizar su trabajo al escuchar la anterior afirmación. “En todos los negocios hay gente buena y gente mala; nadie conoce la gotera de la casa hasta que vive en ella” concluye Castro.