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Por: Zafir Jiménez González

Bolsas y más bolsas son el panorama que se mira sobre la azotea de un edificio en la ciudad. La fauna y la flora gritan, pero nadie puede escucharlas.

Colombia produce anualmente, en promedio, 11,6 millones de toneladas de basura de basura, eso equivale a más de 725000 camiones de basura por año. Esas alarmantes cifras demuestran que el país enfrenta una crisis ecológica temprana a derrumbarse. Colombia es un país inmerso en la desinformación del reciclaje, tanto que se llega a reciclar solamente el 17% de los desechos.

Más de seis mil toneladas de basura llegan al depósito Doña Juana en Bogotá. Vidrio, cartón, papel, cerillas, y materiales químicos, todo junto. La cultura del reciclaje aún es un enigma, se mezclan desechos y material reciclable sin poder aprovechar su potencial y el efecto positivo al que conlleva. Si se siguen llenando los sanitarios públicos de kilos y kilos de basura, la vida útil del suelo se disminuirá notablemente.

El Ministerio de Ambiente calcula que para producir una tonelada de papel se utilizan 83 metros cúbicos de agua. Gracias al reciclaje todo eso se disminuye un gran 79%, salvando importantes cantidades de agua para la nación. Es sin duda una gran oportunidad para la recuperación de la flora y fauna del país.

A eso de las seis de la mañana suele pasar el camión de basura con su estrepitoso e identificable sonido. Se usan bolsas de clasificación de residuos, pero las personas no saben dónde realmente colocarlos.

La llegada del reciclaje al país aún no es una realidad. Estamos ahogados en un mar de plástico no más grande que la apatía de los colombianos por el medio ambiente. Según el Ministerio de Ambiente desperdiciamos el 34% de los alimentos, pero todo no termina ahí. Si se sigue con esa dejadez tan desenfrenada, agresiva e indirecta hacia lo que es del país y para el país, retrocederemos como sociedad y como seres humanos.

Pero es que todo está relacionado. Un reciente estudio de la revista Plos One confirma que Colombia es uno de los ocho países que menos cuida su biodiversidad. Greenpeace afirma en un comunicado de prensa que reciclar no es suficiente, en nuestros mares se crean islas de basura, toneladas de ellas que apenas son la punta de lo que podemos observar. Se desconoce cuánto podría estar debajo de nuestro inmenso mar, divagando como residuos humanos sin rumbo. Como una espina en una herida, como echarle agua a un río, las personas se ahogan en su propia basura pero no son capaces de verlo.

El arte de reciclar genera empatía, reutilizar y categorizar la basura no es nada nuevo, se crean soluciones por montón, pero no se ataca el problema de raíz. La poca responsabilidad social del país hace crecer un monstruo peligroso que se lleva consigo todo lo que ve de paso.

Además de contaminar cielo, tierra, agua y aire, el plástico contribuye significativamente al cambio climático. Una prevención del Center for International Environmental Law (Ciel) para el 2019 demostró que incinerar todo el residuo no es viable, los gases de efecto invernadero serían más que suficientes para acabar con parte de la naturaleza y población de la tierra.

“Usar” y “tirar” son dos palabras que se ven inofensivas, pero en realidad son la sentencia de un cambio climático que podría ser fatal para el país, y para el planeta como se conoce.

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