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La crónica “Compartir locura razonable” muestra cómo Lucio, un instructor deportivo, ha logrado a través del deporte construir una comunidad con base a los valores y aumentando el autoestima de los miembros. Además, ha usado el deporte como medio de superación en los chicos, quienes ahora tienen una nueva esperanza y esperan alcanzar los logros que de ahora en adelante se propongan.

Por José Paba Orozco

“Antes aquí había líneas invisibles que a uno le daba miedo cruzar, pero ahora decidimos pintarlas con cal para construir integridad a través del deporte”.

Lucio lo dice con tanto orgullo, como si condensara en esa frase el fruto de un trabajo arduo pero glorioso. Y es él, el mismo instructor empírico deportivo, que se describe como un neo-motivador del siglo XXI; un hombre cuya filosofía navega en aguas tan locas como razonables. Él vive al máximo sus pasiones, tanto que solo aquellos quienes aman lo que hacen, al menos pueden entenderle.

“No se trata simplemente de incitar a un joven a hacer determinada cosa, sino de darle una buena razón por la cual debería hacer eso que quiere. Porque si bien al inicio, retándolo, lo más probable es que lo haga, cuando lo haya cumplido no tendrá un motivo para seguir haciéndolo”. He ahí la clave de la permanencia y del sentido de pertenencia que muchos chicos tienen con esta labor. Lucio argumenta que les ha dado una motivación y una buena razón para no desistir.

Al principio no sería fácil para nadie crear un proyecto. Se trata de cultivar una semilla en un terreno seco, quebrado y olvidado, y esperar a que germine sin sucumbir ante los obstáculos. Crear un proyecto que saque lo mejor de los chicos, teniendo en cuenta las circunstancias del entorno.

Por ejemplo, ¿cómo hacer desaparecer en alguien las heridas del pasado? Sentado y con calma, Lucio explica que esto, más que un proyecto es una forma de vida. Ustedes, les dice a los jóvenes, pueden ver otro país. Un país construido a base de pedalazos, raquetazos, pelotazos y un sinnúmero de disciplinas que existen en ese ideal de Nación.

Lucas, futbolista, comenta que podría estar en su casa haciendo nada o, seguramente, callejeando. Construimos, responde Lucio, con el trabajo en equipo, con el goce de los pequeños momentos y, sobretodo y en situaciones particulares, con los valores.

“Cuando un chico se cae en el entrenamiento y un compañero le ha visto, casi de manera mecanizada, rápidamente le ayuda a levantarse; y eso, en lo personal, me hace saber que transitamos por el camino correcto” relata Lucio.

No obstante, más allá de que los jóvenes compartan sus posesiones, sean disciplinados, propicien un ambiente igualitario y tengan compromiso con lo que hacen, más allá de eso, lo realmente importante es que en el fondo se cultiva el respeto y el amor por el prójimo. Tan cercanos a amar y amarse como a sí mismos.

Es construir en la comunidad y afianzar lugares que, con base en el deporte, generen equidad, bienestar e integridad. Y es eso lo que se hace cada tarde a través del entrenamiento en distintas disciplinas. Al fin de cuentas, reflexiona, si el Estado puede brindarle integridad a un individuo, tiene más garantía de progreso. Y es en ese momento cuando se ve que por medio del deporte se pueden proporcionar herramientas útiles en la vida cotidiana.

Jairo, por ejemplo, relata cómo ha aprendido a controlar su estrés gracias a las vivencias que ganó con su ingreso al grupo. “Normalmente la situación en mi casa era tensa, problemas económicos y familiares no ayudaban en nada. Eso me empezó a afectar mi conducta negativamente”. Y continúa: “En el grupo hay un buen ambiente, de alguna manera todos nos sentimos importantes, y he aprendido a calmar mis tensiones y angustias. Ahora me divierto con los chicos, y algunos consejos que me han dado para manejar el estrés los he compartido en mi casa”. Es por eso que las palabras deporte y bienestar perfectamente podrían categorizarse como sinónimos.

“Compadre, esto de acá era prácticamente una selva, todo sucio… y de noche daba mucho miedo; pero todos estos pelaos que tú ves y este pechito duramos como una semana limpiándolo, y ahora quedó pleno”, dice Lucio. Un habitante del lugar asegura que esto pasó de una especie de matorral o superlote baldío, a un lugar más limpio que entre todos arreglan cortando la hierba y limpiando la basura. Es donde entrenan.

La cancha está dividida en dos áreas: para fútbol y para béisbol, los deportes más populares del taller. En ambos grupos puede sentirse la intensidad de las maniobras, la aplicación de conceptos teóricos y la muestra de esfuerzo y trabajo físico. En la práctica hay muestras de superación. Lucio pide a sus pupilos entrega total. Y les habla de tolerancia para con los demás, de ser mejores seres humanos y saber valorarse. Sudor y autoestima.

“Esto es ganancia”, comenta Mauricio, uno de los chicos que a diario va a la cancha para batear la pelota cada vez más lejos. Se está transformando un colectivo, inculcando armonía, respeto y de la urgente admiración por sí mismos. Un caso particular es el de Tony, que ha empezado a sentir que pierde limitaciones. Los chicos confían. Lucio habla luego de ser líderes positivos y de crear una pequeña comunidad con un propósito de vida. Les repite que eliminen de su mente la palabra incapacidad y la reemplacen por deportista.

Es esta una locura razonable para traspasar líneas invisibles que hoy muchos tienen miedo de cruzar. Líneas que hoy los jóvenes demarcan con cal… Progreso, crecimiento personal y confianza.

Cae la tarde y el ritmo de trabajo también. Los chicos comienzan a recoger toda la indumentaria y las herramientas de la práctica. Se reúnen quince minutos antes de partir para hacer la reflexión del día y aclarar los aspectos a mejorar para lo que vendrá. La noche llega con el aplauso final.

Foto vía: tomada de internet.

 


 

Para todos los que nos formamos como contadores de historias en este particular espacio de tiempo, y en estos momentos cuando estamos buscando dejar atrás la piel de un reptil que, como país fuimos, es necesario aprender a armar memoria, sin perder los estribos, con pedazos sueltos, pedazos de acciones, recuerdos y olvidos.

Esta es una colección de historias que ofrecen oportunidades, historias quizá nuevas, quizá conocidas, pero todas escritas desde las perspectivas a veces juguetonas, a veces muy formales, de una serie de mentes fértiles de las que brota la necesidad de dar a conocer un país diferente a aquel que nos venden y que, tristemente y con frecuencia, compramos al precio más bajo.

#YoConstruyoPaís es la muestra inequívoca de que Colombia vale oro. Y a la vez es una invitación de El Punto y las jóvenes generaciones de periodistas de Uninorte -que no pasan de sus 20 años-, a pensar y proponer un país mirado desde la paz.

Somos una casa periodística universitaria con mirada joven y pensamiento crítico. Funcionamos como un laboratorio de periodismo donde participan estudiantes y docentes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad del Norte. Nos enfocamos en el desarrollo de narrativas, análisis y coberturas en distintas plataformas integradas, que orientan, informan y abren participación y diálogo sobre la realidad a un nicho de audiencia especial, que es la comunidad educativa de la Universidad del Norte.

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