Por: Estefany Niebles y Valeria Barros
Ejerciendo el rol de periodistas, todos los días descubrimos los diferentes puntos de vista de las historias. Esta vez nos tocó toparnos con una realidad donde las víctimas y sus historias siguen siendo explotadas. Por su versión de los hechos ocurridos en el momento histórico de violencia colombiana, se cobra ahora un canje a través de intermediarios con otros intereses, práctica que solo facilita el distanciamiento, no reconocimiento de nuestra historia e incredulidad moral.
Conoce sobre nuestra opinión con respecto a este tema
Hablar del informe final debe ser tan importante como hablar de cualquier otro tema en nuestra sociedad. Colombia atravesó y sigue atravesando situaciones como las descritas en este informe.
Desplazados, muertes, violaciones, guerra, fueron el pan de todos los días de poblaciones que se encuentran en el olvido.
Enfocándonos en el tema de los abusos, el utilizar el sexo como instrumento de guerra para controlar personas a través del sometimiento de sus dignidades es tan degradante para el ser humano y está al mismo nivel de la muerte. Los cuerpos de las personas abusadas ya no les pertenecen y en ellos queda esa marca de nunca olvidar. También el Informe es claro con referente a el control reproductivo que ejercían, no les bastaba con violar si no que perpetuaban sus actos y se sentían dios para definir si el resultado de esas violaciones vivía y terminaba siendo parte de su armada o solo debía morir.
Si bien todos estos actos son de repudio y con el Informe se ha tratado de exponerlos, confrontarlos y de alguna manera lograr sanación, nos encontramos con una inmensa pared de desconocimiento al querer recolectar y seguir escuchando testimonios para difusión de los casos.
La distopía del Informe, como lo llamamos, porque la posguerra sigue teniendo repercusiones hasta en esta situación. Ahora está regido por el valor monetario. El dinero. No se pudo tener un completo acercamiento a los grupos de víctimas en Barranquilla porque se interesaban recelosamente en el proyecto y la condición para hablar era económica. Para nuestra sorpresa fue ya que no consideramos que la verdad, una verdad tan cruda como la que experimentaron ciertos grupos, tuviera ahora un costo.