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Por: María José García

De todas las películas que alguna vez vi en mi vida, nunca imaginé que con esta me pasaría lo mismo. Me encontraba viendo el otro día Pretty Woman o, como la conocemos en español, Mujer Bonita, con Julia Roberts y Richard Gere, y me dejó una sensación de sinsabor abrumadora.   

Y es que si nos ponemos a analizar a profundidad a aquellas películas nostálgicas, estaríamos obligándonos a no verlas nunca más de la misma manera. Eso es lo que me sucedió con Pretty Woman.

A pesar de ser considerada como una de las películas más románticas del cine, su trama es la ejemplificación perfecta de una oscura realidad: Cómo un hombre se aprovecha de la vulnerabilidad de una mujer para adaptarla a su modo.   

El empresario rehabilitado por la prostituta

Como es una película de los noventa, es posible que no todos la hayan visto, así que les resumiré la narrativa de la siguiente manera: Vivian Ward es una mujer que hace poco ha entrado en el mundo de la prostitución y sueña con un príncipe azul. Lo halla inesperadamente en Edward Lewis, un empresario que la contrata por seis días como su acompañante a distintos eventos sociales.    

Permítanme explicar mis puntos antes de ser cancelada de raíz. Debido a que todo en la película pasa tan rápido, noté cómo la mujer puede llegar a ser poseída. Vivian se vuelve otro bien material de Edward, cuyo valor como mujer va aumentando a medida que aprende a vestirse mejor, comer y, en general, actuar elegantemente. Él la compra porque sabe que ella necesita el dinero y la pone en situaciones incómodas sabiendo que no se negará debido a las necesidades que tiene. Inclusive, cuando un conocido de Edward le habla a Vivian en un evento social, éste le prohíbe que lo vuelva a hacer exigiéndole que cumpla con sus demandas, ya que él la contrató.    

Pero la manipulación no es solo monetaria, es emocional también. La razón por la que Mujer Bonita es una de las películas más románticas del cine es porque el protagonista aparenta ser sensible a las necesidades de Vivian. Le pregunta sobre su pasado para descubrir a una mujer que desea ser amada, llegando a ella por medio de muestras de cariño exageradas, como joyas, ropa y viajes en helicóptero. Sin embargo, nunca responde a las preguntas de un futuro juntos que le hace Vivian y le ofrece a cambio más lujos si acepta seguir la relación a su manera.  

Parecería increíble, pero Pretty Woman nos muestra que el trabajo de una mujer es salvar al hombre. Por lo que el verdadero héroe de la historia no es Edward, sino Vivian, ya que en el proceso de cambiarla a su manera quien se descubre así mismo es él, desarrollando un personaje más dulce. Al final regresa con ella y le pregunta: “¿Qué pasa después cuando sube la torre y la salva?”, a lo que le contesta: “Ella lo rescata a él de vuelta”. Este arquetipo de la maniac pixie dream girl que tanto usan los directores de cine se espera que ocurra en la vida real, alabando a las mujeres que cumplen el rol de centro de rehabilitación.  

El Test de Bechdel

Seamos claros: no todas las películas deben ser políticamente correctas, porque se perderían historias interesantes y, además, mucho menos debemos esperar que una película de hace 32 años se acople a los ideales de hoy.  Por eso, Pretty Woman no pasó el Test de Bechdel, un método que cualquiera puede aplicar haciéndose 3 preguntas sobre los personajes femeninos que salen en una película, para evaluar la brecha de género en el cine y que consiste en lo siguiente: ¿Aparecen al menos dos personajes femeninos? ¿Conversan? Y si lo hacen, ¿Hablan de cosas distintas a los hombres? Evidentemente, en Mujer Bonita las respuestas son un no.  

Y aunque para muchos la historia termina cuando la película acaba, no podía evitar la duda de lo qué les pasa a las mujeres como Vivian, que se encuentran en relaciones de poder sin título universitario, familia y amigos a los que pueda recurrir si en algún momento necesitaran escapar nuevamente.   

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Este contenido fue supervisado por el periodista y docente Jorge Sarmiento Figueroa, y la editora de sección de Género, Estefanía Gualtero, como parte de la estrategia pedagógica del curso de Argumentación Periodística.

Somos una casa periodística universitaria con mirada joven y pensamiento crítico. Funcionamos como un laboratorio de periodismo donde participan estudiantes y docentes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad del Norte. Nos enfocamos en el desarrollo de narrativas, análisis y coberturas en distintas plataformas integradas, que orientan, informan y abren participación y diálogo sobre la realidad a un nicho de audiencia especial, que es la comunidad educativa de la Universidad del Norte.

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