Por: María Lucía Galván V
“Majestuosa y tan radianteee, brillan todas las Cayenas que llevas en tu cabellera tan hermosa y elegante…”
Después de un año de ausencia, se escucha en la 47D con 21B el renacer de Las Cayenas. Cada noche el reunirse en pos del ritual de ponerse una pollera, encender unas velas y hacer sonar un llamador y una tambora para iniciar una ronda de cumbia, movía y seguirá moviendo a un grupo de personas que quieren volver a brillar como solían hacerlo.
La cumbiamba Las Cayenas tiene una historia que se ha escrito a punta de esfuerzo, disciplina y constancia; de sudor y de largos ensayos.
Nace en 2003 como un espacio de esparcimiento para el grupo de compañeros de trabajo de una carbonera, cuyo nombre lo recibe en honor a la flor insigne de Barranquilla. Estaba integrada, entonces, principalmente con trabajadores, hijos de trabajadores y demás miembros de las familias y algunas personas de la comunidad.
Jaime Salcedo García, “Yimi”, fue uno de esas personas que creó e impulsó esta cumbiamba. Quien es hoy su director, ha permanecido y participado durante estos 15 años en los carnavales. Cuenta además, que no fue sino hasta el 2007 cuando empiezan a competir con las demás cumbiambas, trayéndose ese mismo año, “Las Cayenas” su primer Congo de Oro, al que luego se le sumaron siete congos más: en 2009, 2010, 2012, 2013, 2014, 2015.
En 2016 además de este, recibieron el premio a la “Excelencia” y en 2017 otro congo y una medalla de San Nicolás otorgada por el Consejo Distrital de Barranquilla.
La fuerza del llamador
Se escucha a Milena, la coreógrafa, dar las indicaciones de los puestos que cada una de las 13 parejas debe ocupar, mientras ella también se ubica y da la señal. Suenan las primeras caricias que se le dan al cuero del llamador, este marca el tiempo y el ritmo de los pasos de las mujeres que se pasean por el espacio hasta hacer una ronda. Al llamador más rápido y fuerte le dan, y más rápido y fuerte las mujeres contonean sus caderas altivas, mientras los hombres, complacidos con el paisaje, se comienzan a pavonear por enfrente de ellas hasta encontrar la pareja que responda a sus encantadores coqueteos.
Y es así como se da inicio a esta danza, que seguidamente con los guapireos hacen el llamado a los vecinos del sector para que tomen los mejores lugares en sus terrazas y, de esa manera, puedan contemplar con alegría cómo los movimientos sutiles de las polleras van resaltando la elegancia y la altiveza con que las mujeres se mueven. Las palmas acompañan la cumbia, un “¡güepajééé!” aviva la llama de la ronda y un “¡cumbiamba Las Cayenaaas!”, reafirman la confianza y la responsabilidad del prestigio que llevan a cuesta.
Prestigio que se ha creado de la mano y del trabajo de cada uno de los miembros de la comparsa pero, sin duda, hay una persona que desde su ingreso al grupo en el 2007 ha jugado un papel importante. Milena o Mile, como todos le dicen de cariño, es la coreógrafa de la cumbiamba y quien ha tenido la responsabilidad de hacer las coreografías puestas en escena año tras año. Son las que les ha dado a Las Cayenas los diferentes premios y reconocimientos a lo largo de su trayectoria.
Así lo confirma el señor Yimi al decir que “ella ha sido una pieza fundamental y, todos los Congos de Oro se lo debemos al trabajo que ella ha venido realizando durante todos estos años”.
Desde que se fundó esta cumbiamba, el 2018 ha sido el único en que esta agrupación no ha participado en los carnavales pues Milena sufrió un accidente que no le permitió bailar. Y, en general, la cumbiamba presentó problemas económicos que no le permitieron costear todos los gastos que representa competir en dichas carnestolendas. Siendo esta la razón por la que se ha escuchado en el barrio el Carmen el renacer de Las Cayenas que, como el ave fénix, ha surgido de entre las cenizas.
“… yo quisiera cada instante que tu compartas conmigo, sinceramente te digo tú eres la que me desvela, ven y recibe mis velas que quiero bailar contigo… ¡Hueiiii jaaa!”
Este es un pedacito de la décima con la cual se da inicio a la rueda de cumbia de Las Cayenas, quien en la Tarde de Danzas y Cumbias tuvo que enfrentarse de nuevo con un público que no veía hace un año. Desde la una de la tarde, comenzaron a llegar las cumbiamberas para hacerles el peinado representativo de una flor y aplicarse el maquillaje.
Se escuchaba hablar del tocado, de los aretes, las pulseras, que la curita para que las alpargatas no molestara, que el tabaco, y muchas cosa más. Pero aun ahí en medio de la tensión y el estrés no apagaron la alegría y la espontaneidad que a través de las bromas y las fuertes carcajadas no se hicieron esperar.
De cara a las siete de la noche llegó el bus que los llevaría a la Plaza de la Paz. El director toma la voz y agradece principalmente a Dios por permitirles de nuevo participar en el Carnaval. Se escuchaba a una sola voz que decía “arriba Las Cayenas… juepaa, juepaa jeee”, continuado de un “viva, viva, viva Las Cayenas; Gozan, gozan, gozan Las Cayenas” y otro “Bailan, bailan, bailan Las Cayenas”.
La presentación no se hizo esperar pero cuando el presentador dijo “a continuación la cumbiamba Las Cayenas”, un sonoro aplauso se escuchó en la plaza. Y volvieron a sonar las caricias del llamador para marcar el paso y el tiempo del Renacer Las Cayenas, con las manos en las cinturas, contoneando las caderas y con una enorme sonrisa las mujeres abrieron la ronda de cumbia, una y otra vuelta.
El escenario les quedó pequeño ante tanta pasión al mover las polleras y alzar los sombreros, la complicidad del coqueteo en sus miradas. Realmente se gozaron cada segundo que estuvieron en la tarima. Una vez más la cumbiamba Las Cayenas había brillado con luz propia. Y aquella historia que hace un año se había detenido, de nuevo tomaba su rumbo en las tarimas y después en las calles de la Vía 40.