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Por: Diana Molina 

La técnica de meta-referencia en Las Meninas de Velázquez es evidente al momento de analizar la obra. Pintada en 1656, y perteneciente al estilo Barroco, pero no representante del mismo, esta obra rompe con el canon de representación el cual rechazaba la idea de la presencia del artista, el espectador, y el objeto –personajes- en la misma escena artística.

El juego de espejos en esta escena representa el cruce de miradas entre el mismo Velázquez -presente en la obra- con el espectador, que bien podría ser el personaje reflejado en el espejo que rebota, además, en las otras miradas: la de la infanta Margarita, sus ayudantes y José Nieto en las escaleras. Así, quien observa esta obra es cómplice de la acción en este momento, pues detrás de cada pintura hay historias, movimientos, miradas y secretos: Velázquez pinta a Velázquez pintando a los reyes que somos nosotros. O que deseamos ser.

Es por este juego entre ilusión y realidad que encuentro una relación entre la obra de Velásquez y la película Fight Club dirigida en su adaptación para la gran pantalla por David Fincher, y basada en la novela de Chuck Palahniuk. En ella, la  ruptura de la cuarta pared es reiterada. En una escena, El Narrador (Norton) y Tyler (Pitt) explican una técnica de montaje mencionada como “cigarette burns“ y señalada en la pantalla con un círculo naranja. El Narrador se dirige a ti, espectador, que así como para Velázquez, eres cómplice de todas las acciones de los personajes. ¿Soy yo un personaje más? ¿Lo eres tú? Así como en esta escena, a lo largo de la película, el editor realiza estos cortes casi para advertir su presencia disruptiva, la cual permite saber que él está ahí  observando lo que tú observas, es decir, su creación.

En Fight Club, la crítica al consumismo se presenta mediante la sátira y el humor seco de los personajes. La obsesiva búsqueda por encontrar la felicidad es representada mediante un hombre que busca un escape de la monotonía, la cual se convierte en la ilusión de la realidad o la realidad de la ilusión del personaje. Es interesante lo que hacen las miradas: en Velázquez te hacen dudar sobre el objetivo del artista, y en Fight Club te confunden y te implican orgánicamente en la historia.

Sobre esta última, Fincher ha asegurado creer que se pueden llegar a notar los ojos de los actores en el cine de manera excesiva. Por eso, en esta película quiso romper con dicha tendencia y no revelarlos tanto. Siendo así -y por lo menos en mi caso- se crea otro tipo de relación con el personaje:  no vemos las cosas desde sus ojos sino desde los nuestros, y ellos lo saben.

Los inicios del uso de la cuarta pared previos al cine se remontan a la antigua Grecia y más recientemente,en 1904, en Moscú, cuando el Teatro del Arte realizó el montaje de El Jardín de los Cerezos por Anton Chéjov. Aparte del argumento de cada pieza, las Meninas y Fight Club manejan un concepto de “Creador” de una manera interesante. No sabes si eres superior a los personajes (el creador en su realidad) o inferior en el sentido de que perteneces al mundo creado por ellos.

Asimismo notamos la crítica al consumismo, especialmente al inicio cuando el personaje se describe como esclavo ante el sistema que desea aspectos materiales para intentar aplacar necesidades nunca satisfechas. La ilusión se empieza a mezclar con la realidad en el avión, cuando se muestra el meteorito chocando contra la aeronave. Inmediatamente el personaje despierta y visualmente Tyler surge del cuerpo del Narrador. Desde este momento hay un escape de la realidad mediante Tyler, que es todo lo que el protagonista quisiera ser, o tal vez lo que todos quisiéramos ser.   El juego de espejos viene siendo un reflejo infinito de las posibilidades de la libertad absoluta.

Nietzsche habla sobre la libertad en el individuo como una posibilidad de separarse de la moral, que es establecida por el grupo, y de esta manera convertirse uno en disidente social. La sociedad anula la individualidad al establecer la creencia que lo correcto entra en parámetros establecidos de lo que es real. Esa otra dimensión se explora a través del alter ego de Tyler. Y se explora en el montaje cuando El Narrador se pregunta si Tyler es su “mal sueño“ o si él es el de Tyler.

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He notado la diferencia en el uso de “mal sueño“ en vez de “pesadilla“. Hay un contraste entre lo que moralmente no es correcto y lo que se quisiera ser al liberarse de la sociedad violenta en la cual vivimos. Si él es el mal sueño de Tyler, lo aterra la sensación de continuar en su vida monótona y calmada -ligado a la feminidad- para salir de la esclavitud a la violencia -ligado a la masculinidad- y libertinaje. El perpetuo dejavú del personaje se muestra mediante disolvencias y rápidos cortes seguidos por secuencias que reflejan la cohesión entre ambos personajes convirtiéndose en uno. El poder controla el pensamiento, y, si bien al inicio se distinguen ambos personajes, hay una sensación de superioridad de Tyler con respecto al Narrador, que luego se funde en la idea de que es, en realidad, la subconsciencia del protagonista la que juega con el concepto de poder.

La iluminación en este largometraje se apoya de paletas cálidas cuando ambos están en el mismo encuadre o al mostrar la vida del Narrador, y más frías cuando se muestra a Tyler solo en su vida de escape. Romper la cuarta pared es una constante en la película, haciendo referencias a obras pasadas de los actores (Siete Años en Tibet es una de las meta referencias) y finalmente cuando se acaba la película hay un corte del órgano sexual masculino que Tyler insertó en la película de niños anteriormente en la película de Fincher.

Curiosamente, las reacciones de los personajes en la película son una observación del director a la sociedad que aparentemente rechaza colectivamente lo vulgar. Se ha dicho en los medios que el fotograma del órgano masculino al final es el mismo Fincher, como sátira a la censura. Me hizo pensar en cómo se censura la sexualidad pero la violencia, tan presente y gráfica en el cine, siendo totalmente aceptada por las personas como norma. Tyler le responde al Narrador “ja ja, humor de flashback“ para hacer referencia a la expresión de “todavía no sé nada“ del personaje. Esta meta referencia es una técnica muy explícita para mostrar que el personaje es consciente de que está siendo observado. Esta técnica de ruptura de la cuarta pared es bastante interesante, ya que se presta mucho para realizar una interrupción entre el mundo de ilusión con lo real, especialmente si se hace como en Fight Club, donde adquiere un tono casi de burla contra los sistemas.

Desde el arte de Velázquez hasta este análisis de la película se ha jugado con el concepto de romper barreras entre el artista y la percepción homogénea del espectador. El objeto de este análisis ha cambiado, pero el concepto sigue siendo el mismo: la ruptura de la cuarta pared y el juego de espejos. Tyler le dice al Narrador que el gran problema es lo que se sabe, hay que olvidar todo lo que sabe sobre la vida, las amistades, los problemas y sobre ellos mismos (como personajes). En ese momento encontramos nuestro escape de lo real, viendo lo que quisiéramos ser o imaginando a otras personas haciendo lo que nosotros deseamos.

Las transiciones entre lo que Tyler explica y lo que el narrador percibe le da sentido a la ilusión vivida. Se retorna a las explicaciones racionales de los productos imaginarios. En la última escena Tyler y Marta observan las explosiones que, en mi concepto, son también un dejavú de la escena al inicio en el avión. Hay un caos controlado. La película finaliza con la canción “Where is my mind?“ de The Pixies, la cual resume indirectamente la historia. En una parte menciona que si no hay nada en tu mente, tu cabeza colapsará, haciendo alusión a la mentalidad consumista y conformista de Tyler, pero a la vez manipuladora de su conciencia. Pensar por uno mismo muchas veces conlleva a escapar de una realidad para entrar en el juego mental de otra. Puedes engañarla, confundirla ¿pero dónde está tu mente, tu esencia? (como dice la canción). De esta manera, la canción dentro de la película le habla al observador, quien, fácilmente podría ser el protagonista recibiendo este mensaje.

 

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