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Por: Alejandra Ferreira

Desde pequeña supo que su vocación es luchar por los derechos de las comunidades afros, por sus derechos como mujer afrodescendiente y por defender su territorio de la minería ilegal. Esta es Francia Márquez. Una activista de 41 años que al crecer a orillas del Río Ovejas, al norte de Cauca, donde nació en la vereda de Yolombó, fue testigo de la contaminación que causó la extracción de minerales y el tráfico ilegal de estos, y que aún sigue causando la excavación de yacimientos mineros en los ríos colombianos dejándolos envenenados de mercurio. Tal vez por esto decidió estudiar derecho luego de graduarse del Sena, donde realizó un técnico agropecuario, para así poder defender a su tierra.

Cuando tenía tan solo 16 años de edad, Francia inicia su proceso de liderazgo. Un día normal para ella consiste en realizar actividades junto con sus vecinos. Cantan sus canciones y las danzan al mismo tiempo. a Francia también le apasionan las obras de teatro, cuyo tema: la afro-descendencia, hace ilusión a su situación y todo lo que implica ser parte de aquella. De esta experiencia del teatro, más que todo, ella aprende y entiende la importancia de expresar las situaciones culturales negativas de racismo que se estaban presentando y como violentan los derechos de su comunidad. Cuando se entregaron los títulos de explotación minera en el Cauca, su comunidad fue desplazada. Desde entonces despertó su interés por el cuidado de su territorio y del medio ambiente.

Desde 1994 hasta 1997 se enfocó en el proceso de evaluación de los impactos que generaría a su hogar el megaproyecto de desviación del Río Ovejas a la Represa Salvajina, particularmente los impactos que este proyecto traería a su comunidad.

Francia tenía razón: este proyecto iba a traer impactos negativos para el medio ambiente y su comunidad y en el 2005, participó en el proceso de exigibilidad a la CVC (Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca) y a EPSA (Empresa de Energía del Pacífico) para la reparación de los impactos creados por el proyecto. Y lo lograron. Así, alrededor de la defensa del río Ovejas, que para ella y su comunidad es “la vida”, empezó a forjarse la líder inmensa que es hoy.

Estaba en tan solo segundo semestre de derecho, en 2009, cuando instauró una tutela en contra de Anglogold Ashanti. Esta es una empresa de explotación minera que acababa de obtener el título para explotar la tierra en la región de Francia. En 2010 ganó la acción de tutela y a esté empresa se le retiró su título de explotación minera.

“Pensé que no tenía que estudiar, pero me tocó hacerlo para tener las herramientas con las que ahora puedo ayudar a mi gente”. En la legislación étnica está el Decreto Ley 4635 de 2011 “Por el cual se dictan medidas de asistencia, atención, reparación integral y de restitución de tierras a las víctimas pertenecientes a Comunidades Negras, Afrocolombianas, Raizales y Palenqueras”, y de las principales razones por las que se presenta esta ley es por su constante lucha contra los individuos que respetan su territorio.

Tras este acontecimiento, en 2014, su vida se veía puesta en peligro debido a las múltiples amenazas que había recibido por parte de los paramilitares. Tuvo que huir de su tierra. Sin embargo, seguía luchando por ella. No se detuvo. Ese día, después de recibir una llamada advirtiéndole que había llegado la hora “de ajustar cuentas con los que se hacen llamar defensores del territorio”, no lo pensó dos veces y dejó Suárez, su hogar.

“Esa noche salí corriendo de una reunión a buscar a mis hijos. Pedimos un taxi. Salimos volados para Cali. En el camino yo sólo pedía que nos hiciéramos invisibles”. Es lo que recuerda Francia de ese 5 de octubre. Este mismo año fue líder de una movilización de mujeres afrodescendientes que tuvo lugar en la Plaza de Bolívar en la ciudad de Bogotá. Se sintieron ignoradas y se tomaron el Ministerio del Interior por varios días. Era una forma de pedirle al gobierno acción inmediata respecto a las denuncias realizadas. Francia señaló todos los daños que su comunidad estaba recibiendo por la minería ilegal. Francia habló de las posibles consecuencias que tendría que pagar su pueblo por la avaricia de otros. Francia luchó. Por esto, ganó el Premio Nacional de los Derechos Humanos.

El pasado 4 de mayo fue víctima de un atentado que dejó a 5 activistas heridos. Ella y sus colegas preparaban una una reunión para los diálogos con el Gobierno sobre lo acordado con la Minga Indígena en abril. Varios hombres con capucha los atacaron con armas y granadas de fragmentación. Luego de eso, Francia supo que en esta lucha su vida estaba en riesgo.

Francia Márquez alguna vez dijo:“la academia no puede ser simplemente para la gente que tiene condiciones económicas”. Desde que Francia tenía 5 años aprendió a vivir de la pesca, la minería artesanal y la agricultura. En la actualidad, es la voz que defiende el medioambiente, y es reconocida por ello.
“Soy parte de quienes alzan la voz para parar la destrucción de los ríos, bosques y páramos, de aquellos que sueñan en que un día los seres humanos vamos a cambiar el modelo económico de muerte, para darnos paso a construir un modelo que garantice la vida”.

En 2018 Francia recibió el Premio Goldman, conocido como el Nobel ambiental. Ese mismo año, El Espectador y la Fundación Color de Colombia, le hicieron el reconocimiento de “Afrocolombiana del año”. Ella dijo que el premio, más que un reconocimiento, podría ser una advertencia. En 2015 lo recibió Berta Cáceres, líder indígena hondureña, y fue asesinada. El año anterior a que Francia recibió el premio, asesinaron a Isidro Baldenegro, otro lider indigena

El Premio Goldman que recibió en 2018, para ella, fue más una advertencia que un reconocimiento por su lucha por el medioambiente. En 2015, la activista indígena de Honduras, Berta Cáceres, fue asesinada luego de haber recibido el premio. En 2017 ocurrió lo mismo con el mexicano Isidro Baldenegro, un indígena que defendió su territorio de la tala indiscriminada de árboles.

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