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Por Sophia Cortés

El 12 de diciembre de 2018 la Organización de las Naciones Unidas declaró el Día del Multilateralismo y la Diplomacia para la Paz como acto para apoyar sus tres pilares como lo son: el desarrollo sostenible, la paz y los derechos humanos. Propósitos que necesitan la defensa y preservación del valor del multilateralismo y la cooperación internacional. 

El multilateralismo no solo habla de mantener la paz entre países sino del apoyo entre países para lograr un objetivo en común en este caso la paz. A lo largo de la historia han sido innumerables los enfrentamientos en los que se ha visto una interrupción a la armonía de un pueblo, por lo que los países se han aliado por la defensa de los derechos humanos de la sociedad y combatir contra los crímenes de lesa humanidad. 

Entre los acuerdos y tratados encontraremos el Acuerdo Belfast en Irlanda del Norte de 1998, el Acuerdo de Paz de Chapultepec en 1992, el Acuerdo de Paz de Sierra Leona en 1999, el de Guatemala en el 96, entre otros. que destacan por césar con la violencia vivida en cada uno de estos países.

Colombia es uno de los países que se ven en la lista de aquellos que recibieron apoyo de países externos para lograr mediar y firmar un acuerdo de paz. El país vivió el conflicto armado más largo de América Latina, más de medio siglo de muertes siendo un pan de cada día en las ciudades y zonas rurales. Después de fallidos intentos para la culminación de este periodo de terror, en el 2016 se hace la firma del Acuerdo de Paz entre las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Gobierno colombiano.

Para alcanzar esta firma, que le hicieron meritorio al ex presidente Juan Manuel Santos de un Premio Nobel de Paz , se necesitó y se sigue necesitando la ayuda de externos para conseguirlo. Los diálogos para las negociaciones se realizaron en Oslo, Noruega y en la Habana, Cuba. Países como Chile y Venezuela cumplieron el papel de veedores durante el proceso.

La paz que tanto se buscó se comienza a desarrollar gracias al financiamiento de países como Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Noruega, Alemania, Suiza, Irlanda, Suecia, Corea del Sur, Chile, Finlandia, entre otros. Muchos de estos países que apoyan el proceso se unen a partir del Fondo Multidonante para el Sostenimiento de la Paz en Colombia.

Luego de 6 años del acuerdo, según Indepaz, el balance en cifras de la violencia en los territorios es el siguiente: disminución en homicidios en ocasión del conflicto; en 2002 se registraron 81.190 casos, en el 2016 fueron 1238 y a partir de 2019 menos de 697 bajas. Con respecto al total afectado se pasó de un promedio anual de 430.000 a menos de 100.000 en un promedio anual entre 2016 y 2021. La desaparición forzosa; secuestros y tortura; ejecuciones sumarias y falsos positivos, se redujo en más del 95%

Las cifras demuestran que sí existe un antes y un después, pero el proceso para la reintegración del 95% de los 13.000 acogidos y la reconciliación con los territorios y sus comunidades es un trabajo que no se ve reflejado en las cifras. Las comunidades juegan un rol importante para el mismo apropiamiento y manifestación del perdón del que tanto se habla pero que es más fácil decir qué hacer. Víctimas se ven enfrentados con victimarios y se intenta que logren convivir para construir una sociedad más fuerte.

El 5% (650 personas) restante, quienes no cumplen el acuerdo, son disidentes a los que se les llama post FARC-EP, estos grupos son nuevas reclutas con ubicación no reconocida. No se tiene la certeza si todos hacen parte de estos tres grupos independientes desarticulados que se han ido conformando pero hasta ahora no representan un proyecto insurgente con tentativa a los escenarios de guerras vividos años atrás. 

Desde el acuerdo han sido asesinados 1270 líderes sociales, y entre enero de 2020 a noviembre del 2021 se cometieron 179 masacres. Las vidas se siguen perdiendo, a menor escala es cierto, pero no dejan de ser vidas a costa de la violencia. Hubo una disminución en 2017, pero luego la tasa aumentó en el 2020 en pandemia y se volvió a disminuir en el 2021. Sí se puede dar un crecimiento así como una disminución, pero se debe controlar y hacer seguimiento de parte del gobierno y apoyo a las comunidades para mantener la balanza hacia la disminución y no al contrario. El olvido y oposición hacia un contrato ya firmado por más económicamente negativo que sea, solo queda cumplirlo y conseguir el capital para patrocinarlo. 

Las FARC no son el único grupo armado que han aterrado los departamentos y municipios en Colombia, actualmente en el país delinquen 93 grupos armados ilegales entre los que se encuentran narcoparamilitares, que cuenta con 6 grupos conformados y el de mayor número de personas son las Autodefensas Gaitanistas de Colombia; disidencias de las Farc; Ejército de Liberación Nacional (ELN), y las bandas criminales. 

El conflicto sigue existiendo, con menor número de víctimas pero sigue siendo palpable, la erradicación de la violencia no es posible con 93 grupos armados que siguen delinquiendo en el territorio nacional, es un engaño pensar lo contrario. Lo que sí se puede es labrar el camino para que los avances hechos sigan cultivando los frutos y no retroceder en él.

Los Montes de María

El horror en los Montes de María es la imagen que se ha intentado dejar atrás luego del rastro de violencia que han dejado las disputas por la gobernancia de este territorio. Entre los departamentos de Bolívar y Sucre se encuentra la subregión de los Montes de María, uno de los puntos con mayores consecuencias del conflicto armado. Su ubicación estratégica la convierte en un corredor que comunica buena parte del país con la región Caribe y sus principales puertos. Por esta razón, su historia se ve marcada por la lucha de control de sus tierras.

Este es el escenario de más de un grupo armado, la pugna entre guerrilla (ex frentes 35 y 37 de las FARC) y paramilitares por el control militar, político e ideológico. Adicionando que la fuerza pública en su lucha contra ambos grupos afectó también a la población civil por confundir acciones que tomaban los movimientos sociales con las de la guerrilla y paramilitares.

Camilo Pérez, antropólogo y especialista en comunicación para el cambio social, director del laboratorio JUI SHIKAZGUAXA de la Universidad del Norte y Doctor en comunicación masiva de Ohio University, con el Colectivo de Comunicaciónes de los Montes de María ha venido trabajando por un escenario de transformación para la convivencia y no repetición. 

“El acuerdo de paz logra generar un espacio para la transformación de una forma más institucionalizada, pero realmente se construye a través de las acciones y liderazgos sociales que están presentes en el territorio”, dice Camilo. Acciones y liderazgos como el colectivo del Corregimiento de la Libertad de Sucre, Bullenrap, Colectivo de Comunicaciones Kuchá Suto de San Basilio de Palenque, los colectivos de mujeres, afrodescendientes, indígenas, entre tantos que lidera la comunidad para la lucha contra la mancha de sangre con la que han tenido que lidiar.

Aunque ya no de manera directa, aún hay presencia de actores del conflicto en el territorio. La amenaza está latente, la persecución a los líderes sociales siguen presentándose, en especial en años electorales. Las comunidades se protegen entre ellos y buscan estrategias para el autocuidado. “La misma comunidad nos dice ahora no es momento de venir, nosotros no podemos salir de las casas, no deberían venir”, expresa Pérez. 

“El Museo Itinerante de la memoria y la identidad de los Montes de María” con el que trabaja busca una reivindicación de los derechos y las voces de las víctimas del conflicto para resignificar su papel y entenderlos como sobrevivientes y su resiliencia para reinventarse. Este proyecto y el resto buscan esa misma reivindicación que surge desde lo cotidiano del territorio. 

Depender de un Acuerdo de Paz significa depender del gobierno en mando de cada periodo. El profesor dice que según su experiencia “hubo un abandono de parte del Gobierno con lo que fue la materialización de los acuerdos y los compromisos del Estado conforme a los mismos. Fueron las comunidades las que se pusieron la camiseta y comenzaron a trabajar”.

En Montes de María es complejo hablar de paz cuando todavía hay presencia de los grupos armados, es posible hablar de convivencia y del trabajo en pensar cómo no repetir la historia y encontrar desde la diversidad de las voces garantizar la construcción de esa paz. 

El “proceso”

El Acuerdo de Paz es un proceso, por eso se habla del “Proceso de Paz” uno que necesita como mínimo cuatro a cinco mandatos para lograr ver los verdaderos resultados. El Instituto Kroc para Estudios Internacionales de Paz, que hace parte de la Escuela Keough de Asuntos Globales de la Universidad de Notre Dame (EEUU), publicó el último reporte del avance del proceso en diciembre de 2021. Según los resultados hasta el momento se ha cumplido un 30% de lo establecido, y de ese avance entre 2019 y 2021 solo fue de un 2% anual. Lo que evidencia el desinterés del actual Gobierno en el seguimiento de lo pactado y afecta a los territorios y víctimas del conflicto. 

Los países que han apoyado a Colombia en el proceso se han manifestado en distintas ocasiones para exigir que no se abandone y se cumpla el Acuerdo. No es solo de interés nacional sino internacional mantener la paz y velar por la misma. Ahora solo queda esperar los resultados del próximo gobierno en turno para evaluar si el Acuerdo del que tanto se enorgullece internacionalmente el país tuvo los resultados esperados.