Por Carlos Pereira
Juana no se levantó en la mañana. Cuando salió de la cama pasaba medio día y estaba lloviendo. Tomó la toalla, el encendedor, la pipa y se fue al baño.
Mientras caía el agua, notaba cómo las vibraciones interrumpían la música. Antes de llegar al cuarto ya le habían dado la noticia. Cuando se sentó a almorzar la casera le preguntó –no supo con qué intención- ¿Por qué tienes los ojos rojos? No sea sapa –pensó- sin decir nada. Llevó el plato a la cocina y fue a tirarse a la cama. Seguía lloviendo.
Ahora va a tener que viajar, odia viajar. Tener que esconder la bara en la maleta. Mucho azare. No quiere pensar en la llamada, pone música. Adentro también caen gotas. Piensa en la ropa negra que va a empacar, no tiene, está lloviendo. Hay que salir a comprar. Odia viajar.