Por: Valeria Ferrer Plata.
Las clases virtuales se han convertido en la única alternativa de miles de instituciones educativas en el país para continuar con los procesos pedagógicos en medio de la lucha contra el Covid- 19. Lamentablemente el intento por sacar la formación académica adelante, ha sido, sido, hasta el momento, una frustración para estudiantes, maestros y directivos.
Lo preocupante del asunto es el deterioro en la calidad de los institutos educativos en gran parte del país, ya que, es notoria la falta de preparación al enfrentarse a situaciones como esta, donde millones de estudiantes universitarios en medio de esta problemática, sienten que no están aprendiendo ni recibiendo una buena educación.
A este punto, es importante resaltar que el costo promedio del semestre en las universidades privadas oscila entre los 10 millones de pesos, un valor incoherente si tenemos en cuenta que las 54 universidades privadas de Colombia, ahora son virtuales y no deben preocuparse por el pago de sus servicios públicos y mantenimiento de sus instalaciones.
La incógnita para muchos universitarios en este momento es: si vale la pena o no matricular el próximo semestre, y es que no están dispuestos a pagar tal suma de dinero por una educación mal brindad y poco profesional, donde los estudiantes no se sienten acompañados ni guiados en su proceso educativo.
La opción de algunas instituciones de “bajarle” o hacer un descuento al costo de la matrícula, no suple ni satisface las inconformidades de los estudiantes, ya a pesar ser una “ayuda” a los bolsillos de las familias, también afectadas por la fuerte sacudida de la economía en el país y el mundo, lo único que les interesas a los estudiantes en estos momentos es no perder el tiempo durante el periodo de aislamiento, y por supuesto, recibir una educación de calidad.
Para otros, suspender la educación no es una opción, las becas y subsidios que reciben prácticamente los obligan a aceptar el tipo de educación que se les brinda, sin importar que satisfaga o no sus necesidades.
En conclusión, la situación es cada vez más preocupante, porque al paso que vamos, miles de estudiantes suspenderán sus estudios y los que decidan continuarlos no lo harán de la forma en que lo desean.
No sobra de mi parte, pedir a las distintas instituciones que opten por tomar alternativas que contribuyan, en la medida de lo posible, a una educación de calidad que forme a los excelentes profesionales que el país necesita.