Por: Wilbert Daw
Ilustración: Diana Ordosgoitia
Era el 3 de mayo de 1952. 100.000 personas acaparan las tribunas del estadio de Wembley en Londres. Los asistentes, entre los que se encuentran la reina Isabel II de Gran Bretaña y el primer ministro Winston Churchill, se mantienen expectantes a lo que va a ocurrir en contados instantes en dicho escenario: la final de la FA Cup 1951-52, uno de los torneos de clubes más antiguos del planeta.
Salen dos equipos al gramado. Son el Newcastle United, campeón defensor de la competición, y el Arsenal londinense, que lleva dos años sin lograr el trofeo. Arthur Ellis, reconocido por arbitrar la final del mundial Brasil 1950, ordena con un silbatazo el comienzo del encuentro.
El espectáculo rápidamente se convierte en una carnicería. Como en la época de los bárbaros, ambos oncenos reparten patadas y zancadillas a diestra y siniestra. Muchos jugadores quedan resentidos y algunos ni siquiera pueden aguantar el final del partido -en esa época no existían las sustituciones durante el juego-.
Solo quedaban seis minutos y todo parecía estar servido para una prórroga. De pronto, el outsider -extremo para nuestros días- escocés Bobby Mitchell tiró un centro al área desde la izquierda. Jackie Milburn, gloria del Newcastle, fue por el balón, pero estaba muy lejos como para intentar conectarlo. Súbitamente, apareció la figura del número 10 de las ‘Urracas’. Ese hombre pisó con determinación el área, pero encontraría la resistencia del central Walley Barnes. Sin intención de detenerse, aquel ‘10’ de raíces latinas y con estampa de actor de cine saltó y, como mandan los cánones, remató de cabeza con fuerza y mandó el esférico al fondo.
Nada pudieron hacer Barnes y el portero George Swindin para detener ese balón. Hubo silencio en una parte del estadio, pero la otra mitad celebraba el tanto del Newcastle. Un comentarista acucioso, en medio del jolgorio y la tristeza que impregnaba en el escenario, señalaba en la transmisión radial del momento que las ‘Urracas’ estaban convirtiéndose en el segundo equipo que ganaba dos veces consecutivas la FA, algo que no ocurría desde 1891 y lo hacía gracias a un sudamericano, el primero que infló la red de un arco en la ‘Catedral del fútbol’.
Allí en Wembley y en los rincones de Newcastle, todos coreaban al unísono un solo nombre: George Robledo.
De Chile a Yorkshire
Jorge ‘George’ Robledo (izq.) y su hermano Eduardo ‘Ted’ Robledo con la casaca del Newcastle. Foto: Especial.
Jorge Robledo Oliver nació un 14 de abril de 1926 en el puerto chileno de Iquique. Era hijo de Arístides Robledo, el contador de una mina que era propiedad de una acaudalada familia inglesa. En ese lugar, don Arístides conocería a una linda joven de extraño acento que se paseaba de vez en cuando por los alrededores de la zona. Su nombre era Elsa Oliver, una ciudadana inglesa oriunda de Yorkshire del Sur que tras la primera guerra mundial fue contratada como tutora en la familia dueña de la mina.
El flechazo al parecer fue inmediato y ambos comenzaron una relación que en siete años dio tres hijos: Jorge, Eduardo y Walter. Pero entonces, llegó el crack de Wall Street y la depresión del 29. Como gran parte del mundo, Chile se vio afectado, especialmente su industria minera, por lo que la familia Robledo Oliver decidió en 1932 tomar un barco con destino a Gran Bretaña.
Mientras se subían al barco, don Arístides se sentía inquieto. Le dijo a Elsa que iba por unos cigarrillos y que regresaba más tarde para abordar con ella y sus hijos. Nunca volvió.
Asentados ya en Yorkshire, los hermanos Robledo Oliver se contagiaron rápidamente de la pasión por el fútbol. Los dos mayores, Jorge y Eduardo, trabajan en una mina de carbón local mientras alternaban su trabajo jugando a nivel amateur con el Huddersfield Town. Más tarde, el Barnsley se interesó en los Robledo y adquirió sus servicios para disputar la tercera división inglesa. Jorge firmó primero en 1943 y luego Eduardo hizo lo propio en 1947.
‘George’ empezó a destacar por su potencia física y su capacidad para definir, mientras que Eduardo, conocido en Inglaterra como ‘Ted’, se iba quedando a la sombra de su hermano, aunque igual demostraba una férrea disciplina a la hora de defender. Los goles de Jorge -47 en 114 partidos con el Barnsley- llamaron la atención del Newcastle y en 1949 le ofreció un contrato por 22 millones de libras, una suma nada despreciable para la época. Jorge accedió, pero con una condición: que su hermano también fuera fichado. Quizás por no repetir el ejemplo de su padre o por pura lealtad a la familia. Jorge Robledo siempre quiso que ‘Ted’ estuviera a su lado a donde fuese. Para su buena suerte, las ‘Urracas’ aceptaron su pedido.
Jorge llegó al Newcastle y formó con Jackie Milburn una de las duplas más feroces de toda Europa. Su potencia asombraba a más de uno, pero era su olfato para el gol lo que más despertada elogios para con él. Con las ‘Urracas’, Robledo celebró 91 anotaciones en 186 compromisos y se mantuvo con el futbolista no británico y no irlandés con más dianas en la historia de la primera división inglesa hasta que el trinitario Dwight Yorke superó su registro, hoy en poder del argentino Sergio ‘El Kun’ Agüero.
Su fama se esparció y el embajador de Chile en Inglaterra hizo una llamada a la Asociación de Fútbol Chileno solicitado ver al jugador. Se aproximaba el mundial de 1950 y Chile necesitaba de un delantero definidor.
Algunos miembros de la asociación fueron a ver jugar a su compatriota de 1.70 m y 70 kilogramos para comprobar si era cierta su leyenda. Los agentes quedaron entusiasmados con el atacante. Hablaron con él y le preguntaron si quería jugar para el país ‘austral’. ‘George’ no lo pensó dos veces y aceptó emocionado jugar por la nación que lo vio nacer. Eso sí, también se cargó a su hermano con él. Empezaba otra etapa fuera de la Gran Bretaña.
Un ‘Gringo’ aterriza en Sudamérica
A su llegada a Chile, Jorge se sentía realizado. Había cumplido un sueño que tenía desde pequeño cuando su madre le contaba algunas historias sobre cómo era aquella nación donde había nacido. Aunque no era capaz de hablar una sola palabra en español, ‘George’ y su hermano ‘Ted’ se aventuraron a vivir la experiencia de representar al país de la estrella solitaria en el mundial de Brasil 1950.
Robledo debutó con su país en un partido de preparación ante la Universidad Católica, donde la presentación del combinado ‘austral’ dejó muchas dudas de cara al certamen orbital en Brasil. Más aún cuando tenían que encarar en un mismo grupo a dos equipos fuertes como Inglaterra y España y a un ignoto Estados Unidos.
Con Jorge como su figura estelar, le llegó la hora de debutar a Chile en el torneo nada más que contra los ingleses, la tierra donde ‘George’ era casi un rey. Inglaterra, que contaba con Stanley Matthews como su hombre más importante, ganó fácilmente por 2-0. En su segunda salida ante España, la ‘Roja’ lució un poco mejor, pero no pudieron hacer mucho ante el onceno ibérico y sucumbieron igualmente por 2-0.
Llegó el tercer juego ante USA, que venía de sorprender al mundo futbolero al derrotar por 0-1 a los favoritos ingleses gracias a un tanto de cabeza del haitiano Joe Gaetjens. Pero en ese encuentro, ‘George’ mostró su olfato goleador y pudo marcar el primero de 8 goles que conseguiría vistiendo la camiseta de Chile. El resultado fue de 5-2 a favor de los sudamericanos, que al menos se despidieron de manera honrosa de Brasil.
‘El Gringo’, apodo con el que fue conocido en suelo chileno, jugaría un par de partidos más con la ‘roja’ para culminar con 31 presentaciones vistiendo la casaca de Chile. Donde mejor jugó fue en la Copa América 1955, marcando 3 tantos y manteniendo viva la ilusión de su país de ganar por primera vez el certamen continental, pero esa ilusión fue derrumbada por Argentina en el último juego (perdieron 1-0).
Quizás en la selección no tuvo un aporte tan destacado como en Newcastle, aunque tendría una nueva oportunidad para darse a conocer en su país. Colo-Colo se interesó primeramente en su hermano Eduardo y se lo llevó en 1952. Un año más tarde, el ‘Cacique’ pagaría la cifra de 25.000 libras esterlinas por ‘George’ para repatriarlo y ponerlo a jugar en su plantel.
Su llegada partió en dos la historia del fútbol chileno. Dentro del campo, se atrevía a poner cambios de frente de una banda a otra y tirar pases al vació desde la mitad de la cancha hasta el área rival. Incluso, usaba su cabeza para poner pases a sus compañeros, algo que en Chile no se hacía. Esos aspectos, sumado a su ya mencionada potencia y capacidad goleadora, le permitieron a Colo-Colo ganar dos ligas de primera división en 1953 y 1956 y una Copa Chile en 1958. Asimismo, su actitud fuera del campo y en los entrenamientos también fue un ejemplo para sus colegas en Chile, permitiendo iniciar la transición a un fútbol más profesional en el país ‘austral’.
El tiempo pasó y el ‘Gringo’ notó que ya no podía moverse con la misma facilidad que en sus etapas de gloria. Así que, pensando en su futuro, decidió ponerle fin a su carrera en O’Higgins en 1960 con apenas 6 tantos en 21 partidos. Parecía que todo acaba para ‘George’, pero su nombre volvería a retumbar gracias a uno de los cantantes más famosos de la historia.
Walls and Bridges
El gol con el que ‘George’ Robledo le dio el título de la FA Cup 1951/52 al Arsenal inglés. Foto: Especial
Regresamos a 1952, pero no a Londres sino a Liverpool. Allí, un niño de 11 años quedó impactado con la imagen que mostraban los periódicos en su ciudad. En la foto se veía a un hombre vestido de rojo siendo presionado por otro con camiseta a rayas blancas y negras mientras un hombre lucía vencido al ver el balón dentro de su portería mientras otro hombre marcado con el número 9 en la espalda observaba el acontecimiento.
Quizás de la impresión que le causó ver el balón dentro de la red o porque simplemente vio el nombre de la calle donde vivía en el título de la nota y dentro de la imagen -la calle 9 de Newcastle-, el niño se animó a representar gráficamente la escena. Para dejar constancia de que la obra de arte era suya, el niño le agregó la siguiente leyenda: “John Lennon. Junio de 1952. Edad 11”.
A la derecha, el dibujo original de Lennon. A la izquierda, la portada del disco Walls and Bridges. Fotos: Especial.
El niño creció y desarrolló su pasión por la música, llegando a integrar uno de los grupos más icónicos y legendarios de toda Gran Bretaña: los Beatles. Mucho tiempo después de aquel suceso, un Lennon ya más maduro se encontraba en una etapa de creación sin Yoko Ono, de quien se encontraba separado, y sin ningún miembro de los Beatles por la misma razón. Es asi como empieza a grabar su cuarto álbum como solista Walls and Bridges, lanzado en 1974 y que obtuvo buena aceptación a nivel mundial. Para la portada del disco, Lennon decidió hacer un collage con recuerdos de su infancia entre los cuales decide colocar aquel dibujo que pintó a mediados de 1952.
Tres décadas después, exactamente en 2009, un historiador y periodista chileno de nombre Néstor Flores decide hacer una investigación sobre la vida de Eduardo ‘Ted’ Robledo, el hermano de ‘George’. En esas, pide unos archivos fotográficos a colegas ingleses sobre aquel gol de Jorge anotado al Arsenal en la final de la FA Cup del año 52. Cuando recibió la foto, se quedó pensativo pues parecía haberla visto antes. Con la duda se fue a descansar pensando en otro día de trabajo. Súbitamente, se despertó a las 4 de la mañana y entonces recordó agitado: “¡Esa foto es la misma de la portada de Walls and Bridge!”.
Emocionando, buscó información en internet a ver si alguien más se había percatado de este detalle, pero resultó que nadie lo había notado. Fue así como en ese 2009 reveló al mundo que un futbolista chileno había aparecido en la portada de un disco de John Lennon. El hombre vestido a rayas blancas y negras que empujaba al hombre de rojo era Jorge ‘George’ Robledo tras marcar el gol del título de la FA Cup 51/52.
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La vida de ‘George’ Robledo estuvo marcada en su recta final por la tragedia. Su hermano Eduardo, a quien siempre protegió en todo momento, moriría en extrañas circunstancias cerca al golfo de Omán en 1970. Tras colgar los guayos, Eduardo se convirtió en ingeniero de la NASA e incluso abrió las primera oficina de la entidad en Chile. Luego incursionó en la explotación petrolera, consiguiendo trabajo en las refinerías del Medio Oriente. Fue invitado a un crucero, pero cuando éste desembarcó a en suelo omaní, ‘Ted’ Robledo ya no estaba. Nunca se encontró su cuerpo.
Jorge sintió que le había hecho a su hermano lo mismo que don Arístides, su padre, le hizo a su mamá Elsa cuando se disponían a regresar al Reino Unido. Cargó con esa culpa hasta 1989, cuando la muerte lo sorprendió con un fulminante ataque al corazón. Aunque ya no está físicamente, el recuerdo de ‘George’ Robledo sigue vigente en Chile e Inglaterra, los dos países que conquistó gracias a su talento para gol.
Así terminó la historia de Jorge Robledo Oliver, el rockstar que inspiró la portada de otro rockstar.