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Por: Sandy Millán

A sus 44 años el cineasta iraní, Homer Etminani, vive y respira  pura pasión por el cine, sobre todo si este entra en la categoría de “independiente”. Ha realizado dos largometrajes,“Nació” e “Inmortal”, con este último, Etminani ganó en el año 2016 el premio a la mejor película Latinoamericana en el festival internacional de cine independiente, Bafici, en Argentina. Además este cineasta se encarga de coordinar el programa de Artes Plásticas de la Universidad del Atlántico, entre muchas otras labores que desempeña. Pero siempre por sobre todas las demás profesiones que desempeña, él enaltece como su bandera de presentación al cine, pues como él mismo dice “el cine siempre ha sido mi pasión, ya desde pequeño en Irán el cine para mí era pues lo que más me atraía… muchas películas bélicas, muchos westerns, etc. Siempre existió ese interés, en Irán  lo desarrollé en la televisión, en Barcelona dentro de la filmoteca, luego me ya dedico a este y pues acá en Barranquilla sigo haciéndolo”.

Tiene un porte y una complexión que habla más de sí mismo de lo que él cree, se considera: “de todos lados, soy extranjero por sobre todo, a dónde voy soy extranjero.  Soy nacido en Irán, tengo nacionalidad española y pues vivo en Barranquilla y me siento más como barranquillero”. Toda su vida ha sido un viajero que ha recorrido diferentes lugares del mundo y de los que se ha permitido permear personalmente, tanto así que cuando le pregunto:

-¿Cree que los lugares en los que ha vivido, las experiencias que ha tenido y las vivencias, han influenciado de alguna forma la forma en la que cuenta las historias, como por ejemplo en los largometrajes que has hecho?

El no vacila en responder:

– Sin lugar a dudas, es más yo creo que debe ser así. Un artista como decía Aurecon, en su libro “Haz que  aparezca lo que sin ti no sé vería jamás”. Es decir que tienes que poner aquello que es propio de ti y absolutamente único, para que hagas algo también único. Entonces obviamente yo por mis vivencias tengo una manera de ser y unos conocimientos que son únicos absolutamente y trato que eso se vea reflejado en mis películas

Entonces le comento que  creo que por esto mismo él tiene raíces regadas por todo el mundo, él inmediatamente se ríe y contesta : “Si tengo raíces por todo el mundo, bueno pues es algo que podría ser.”

Por otro lado, el cineasta explica que sin su mundo audiovisual probablemente estaría perdido, navegando entre una profesión y otra, pues cree que de alguna forma él ya venía marcado para este arte, “llegué al cine porque iba mucho al cine y en realidad fue por un amigo mío que llegó y me dijo: veo que tú todo lo que estudias no te funciona y eso es porque nada de lo que escoges va contigo, entonces estudia cine. Eso me lo dijo porque íbamos mucho al cine, a la filmoteca de Barcelona, entonces como yo fracasaba en todo lo demás llegué al cine, encontré mi lugar y me quede”.  No pierde la sonrisa ni la jovialidad en su actitud al hablar de lo mucho que divago en su juventud para poder hallar un lugar donde asentarse y echar raíces, para él todo tenía que salir de esa forma,“eso es una cuestión vital, ser artista es una actitud vital, no se puede evitar”. Además está el hecho de que las circunstancia por las que se vio rodeado durante toda su vida le hacen imposible quedarse sin poder contar lo que tiene en su mente, entonces la mejor manera para él es una película, donde puede entregar todo de si mismo a la audiencia.

 

Homer Etmiani, en un salón de Bellas Artes, como si fuera a dictar clase él se siente en su ambiente.

Y es allí en medio de un salón, como si estuviera impartiendo una clase, cuando noto que se encuentra  relajado y sereno, como si ese lugar le proporcionará tranquilidad y esto lo afirma diciendo que él cree fielmente que “enseñar es aprender dos veces” y  para él aprender es todo un arte, que le permite crecer como persona, y dice estar consiente de saber que únicamente dejará de aprender el día en que muera. Aunque se contradice al tratar de relacionar el cine o más bien el labor de hacer algo  artístico, con impartir teoría, “el arte y la academia a veces son incompatibles, por eso mis clases son muy prácticas y muy dinámicas, se hace teoría haciendo práctica, por esta razón las películas que hago tienen participación mis estudiantes porque esa la mejor manera de aprender, practicando” sonríe y sus ojos se achican al darse cuenta que estuvo a punto de decir algo impropio de su labor como docente.

Cuando le pregunto ¿si nunca se cuestionó haber escogido dedicarse al cine debido a la poca acogida que tiene el cine independiente y la poca respuesta que se le da? Inmediatamente niega fervorosamente y al notar lo sorprendida que estoy por su rápida reacción me explica con prontitud:  “para mí eso es secundario, la actividad artística debe ser independiente de cuestiones económicas o de trabajo, yo hago cine porque me apasiona y sin conceder nada a nadie que es lo que creo que debe ser en un artista. Por eso la diferencia entre cineasta, que es una artista y un director de cine, que es una figura de la industria y le toca a hacer concesiones constantemente para gustar. Mis películas son muy difíciles, no son fácilmente aceptadas por el público y no se venden en el cine”. Para él esta opinión es irrefutable y tampoco da concesiones aquí, pues para este artista es indispensable definir al cine como lo que es, una innegable actividad artística.

Finalmente tras hablar largamente sobre cine, la labor del cineasta y su película Inmortal, que no podía faltar, pues la considera “un caso,  ya que es una película muy especial”.  Se trunca un momento pues a pesar de sus trabajos siente que : “ en estas dos películas que he hecho, siento que apenas se vislumbra una parte de lo que soy, que incluso tiene algo que ver con la cultura persa, que se caracteriza por esa tranquilidad que se muestran en las películas. Yo soy muy consciente de la deuda que tengo conmigo mismo y con el cine de hacer una película en la que me atreva a poner a la luz mi vida y emociones personales, es duro, muy duro indagar en tus emociones y mostrarlas a otras personas”. Y así termina la entrevista, meditabundo, sumergido en esos posibles proyectos a realizar, para los cuales ya se siente más que preparado. Parte ya a seguir con su labor de maestro y a medida que  va caminando por el pasillo de Bellas artes se le van acercando estudiantes que lo saludan con alegría y a los que el le responde con la misma actitud.

Fragmento de la entrevista a Homer Etminani

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