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Por: Magda Freyle

La línea divisora entre una víctima y un victimario está llena de matices en Colombia. Mucho se ha repetido la premisa de que la delincuencia surge de una minoría que no se siente escuchada, que el gobierno abandona y que además tiene hambre de justicia para suplir sus necesidades básicas.

Decir minoría es relativo cuando en este país el estrato 1 y 2 y la clase media son una mayoría. Entonces, ¿Qué pasa cuando te encuentras en una situación difícil donde no puedes acceder a buena educación y por esto tampoco consigues trabajo? ¿Qué tal sería si llega a alguien a ofrecerte tranquilidad financiera, poder y trabajo? No asesinas, no agredes físicamente, estás a las órdenes de alguien más, para beneficio de ambos. El caso de Nubia es uno de los muchos en Colombia, y en Barranquilla, donde una ex victimaria, ahora está al servicio del Estado. 

Entre los años 90 e inicio de los 2000, el barrio La Chinita pasaba por una de las etapas más complicadas. Las bandas armadas, la delincuencia, el ingreso forzado a la guerrilla y el narcotráfico como elemento central de la violencia eran el diario vivir. Era normal que los jóvenes estuvieran involucrados en escenas de violencia, hurtos y tráfico de drogas. Nubia vivió en el auge de ese momento crítico desde su adolescencia e inicios de su adultez. Se involucró desde muy temprana edad al grupo criminal de Dino Meza, hasta ser su mano de derecha como reclutadora y quien administraba las cuentas. 

Nos sentamos con Nubia para hablar de su vida, de cómo fue su experiencia y, sobre todo, cómo se siente después de todo lo que vivió… 

La entrevista tomó lugar un miércoles en la tarde, la primera vez que la veríamos en persona. Siempre se mostró muy alegre, sociable y bastante descomplicada. Antes de siquiera comenzar la grabación, Nubia ya estaba recordando viejos tiempos, pues en ese momento también se reencontró con su amigo y psicólogo Diego Rojas, con quien en otra sesión compartimos su entrevista. 

“Yo soy la única hembra, “la cabeza loca, la oveja negra”  

Comenzando con una trivialidad que nos permitiera cercanía, le pedimos que nos contara de su infancia, o de su adolescencia. Nubia nació y creció en el Barrio La Chinita, estudió hasta décimo grado e hizo varios cursos en el Sena, entre esos, uno de cosmetología. 

Durante la entrevista hubo temas claves que intentamos tocar, Nubia mencionaba algo relacionado, pero no respondía directamente; de hablar de su infancia, saltó directamente a su familia y cómo se describe ella hoy en día. 

“La infancia mía, mi papá, mi mamá, mis cuatro hermanos, yo soy la única hembra, “la cabeza loca, la oveja negra”, hoy en día, cuerda, porque por medio del hijo mío hoy en día soy más centrada”.

Empezó amores con el papá de su hijo a los 16 años. Tuvo su hijo a los 22 años, edad actual de él. Como a muchos padres, a Nubia le cambia la expresión cuando habla de su hijo y parece nunca querer dejar de hablar de él, jocosamente nos muestra fotos de él comentando lo “simpático” que es.  En este punto de su etapa de madre, nos preguntamos: ¿Al tener un hijo, cambia su preceptiva de lo que hizo? ¿se arrepiente de algo?..

“la flaca de la chinita” 

“Dino Meza [jefe de las bandas más grandes de Barranquilla] era el patrón mío, él me dio mucha confianza, él papá de mi hijo empezó a trabajar con él, y cuando el papá de mi hijo cayó preso, se metió la SIJIN y lo cogieron con 10 más. Porque en el barrio La Chinita había una Banda llamada “los malembes”, entre ellos, Franklin, que hoy en día es un pesado, su cabeza pesa…yo era la única mujer, el señor Dino Meza me colocó de apodo “la flaca de la chinita”. 

“Dino Mesa ponía escoltas porque además vendía drogas, a uno de estos escoltas lo mató uno de los malembes, y a raíz de esto él armó un grupo de seguridad para que cuidaran a su hermano y su gente, montó hombres que vinieron de afuera para cuidar a su familia y de la noche a la mañana mataron a uno de los malembes”.   

Nubia cumplía un rol importante dentro del grupo y tenía la confianza de los jefes, eso le traía tranquilidad y sentía que estaba cumpliendo bien su trabajo. 

 “Yo era la parte de sus negocios grandes”      

– Y bien, ¿qué rol cumplía dentro del grupo? 

“Yo fui, digámoslo así, esos que recolectaban como si fuera una extorsión, allá nosotros decíamos grupos de seguridad urbana, yo era la encargada de recoger la plata, éramos como tres cobradoras, yo era la parte de sus negocios grandes”. 

Nubia reclutaba a los jóvenes para hacer parte del grupo, ya sea para ser cobradores, buscar información, o lo que se necesitara. 

“Mi suegra me dijo que tenía que irme de ahí cuando mi esposo cae preso, yo hablé de una y conté lo que había pasado, y Dino me mandó a buscar y me ofreció su casa, pero diagonal había una familia, yo me llevé a un muchacho de esa familia y decidí quedarme ahí, ellos aún no me habían propuesto nada, pero en la noche hacían reuniones y decían que iban a montar un frente de seguridad, cuando conformó la convocatoria con los muchachos que querían pertenecer con incentivo económico, lo único que tenían que hacer era cuidar el barrio”  . 

En momentos de vulnerabilidad, ella se encontró con esta persona que le brindó trabajo y vivienda. 

“Era un señor [Dino] que cuando yo no tenía me daba, él conmigo no quería fiesta, la cómplice de él era yo, antes que cayera preso, porque yo cobraba” 

“Cuando yo salía a hacer mi recorrido todos se querían ir conmigo, porque yo era la mano derecha de Dino, nos regalaban almuerzo, ‘la barbita’, como decimos nosotros, y recogíamos plata pa’ la gaseosa y nos repartíamos, cobrábamos sábado, domingo y lunes. Los cobros se hacían afuera del barrio, en las bombas, en hoteles, en quioscos. Hoy día veo a los que siguen vivos y me dicen ‘vale mía, tú eres la dura, la tesa’, y yo les digo ‘¿tesa?, ahora ando más cagada por todo el chicharrón en lo que yo me metí, que no quería meterme, pero por fuerzas mayores me tocó’.” 

Para Nubia la guerra no ha sido una experiencia de víctimas o victimarios, para ella la guerra ha sido una lucha por sobrevivir. 

“Sigo siendo la misma”  

“Yo me retiré fue porque había salido embarazada del hijo mío… como a los dos años matan a Dino” .

Luego de haber tenido a su hijo, ¿siente remordimiento de algo? ¿en algún punto vio en su hijo algún joven de los que reclutó? Ella manifiesta nunca sentirse culpable de su tiempo ahí. 

“A mí me dicen algo y yo digo ya, te la tengo. Yo sigo siendo la misma, yo le quedo botada a lo que es mi hijo, no parece hijo mío, él es callado, no es muy sociable, y yo le digo que yo soy sociable porque eso abre puertas, para socializar con la gente y tener más oportunidades”. 

Nubia asegura ya haber cumplido y pagado por todo. 

“Yo estoy en lo mío y lo mío es legal. Actualmente, son las palabras que me toca usar para que no me molesten cuando me ven”. 

Contando una nueva historia

Nuestra intención inicial de la entrevista, más allá de escuchar las historias, era conocer a Nubia desde sus sentimientos. Insistimos en varias ocasiones en medio de sus anécdotas: ¿Y cómo te sentiste? ¿qué pensabas en ese momento? ¿cómo te sientes sobre eso que pasó teniendo en cuenta tu situación actual? 

Pareciera casi que de manera inmediata se anulara las ganas de expresar en voz alta algún sentimiento, más bien con mucha naturalidad procedía a continuar con su historia, era casi imperceptible cómo continuaba sin detenerse a identificar algún sentimiento, casi como evitándolo. Sería normal preguntarse ¿está evadiendo inconsciente el remordimiento del pasado? Según lo que demuestra, no. Pero entonces… 

“Yo viví la época de la chinita sangrienta y todo el mundo me dice “joda, pero tú eres sobreviviente ¿ah?” y yo como que “sí, ajá, normal” 

“Con la muerte de Dino se despliega la organización de las Autodefensas, 2003. Yo duré 3 ó 4 meses trabajando en un SAI, ya me estaban buscando las Autodefensas. Al trabajo llegó una muchacha y me dice:

– hola, flaca -y me abrazó. 

Me dijo: “joda, marica, necesito hablar conmigo, ¿cómo hacemos?” .

Yo le dije: “Ajá, ¿y tú qué haces por aquí?”  

 -No, ya llegaste, ya dime.  

Me dice: “¿tú supiste que a no sé quién la hicieron irse del barrio porque no quiso ayudar con la organización?”  

¿Qué organización?

Las Autodefensas. 

¡¿Qué tengo que ver yo ahí?! 

-Que todos los que trabajaron con Dino tienen que colaborar, o si no te toca irte del barrio. 

 Prácticamente me estaban amenazando y me citó un 30 de julio en su casa para hablar. Llegando a su casa me dice “¿te le vas a medir?”. Cuando llegó una moto, los manes no se quitaron los cascos y dijeron “esa es la flaca”, yo me quedé asustada y pensé ‘¿será que me van a hacer la vuelta aquí’, me van a tener que matar aquí. Al final se fueron porque se les presentó una vuelta”. 

Aquella tranquilidad que sentía mientras estaba en el grupo, ya no la tenía, temía, por irse del barrio, por no poder trabajar. 

“No tengo trabajo fijo porque tú sabes que aquí el que estudia es el que vale”. 

Hasta que finalmente, Nubia cedió. 

La paradoja de sus oficios 

Me tocó colaborar porque no quería irme del barrio, yo no maté ni nada, nunca quise irme de mi barrio, pero cualquier día si me hubiese tocado hacer algo más fuerte me iba, yo sigo viviendo ahí. Ahora me preguntan que si hablo con alguno, y para mí es normal verlos por ahí, lo que me da tranquilidad en estos momentos es no estar en nada de eso metida. 

Hoy en día la pregunta sería ¿Qué no hace? La fortaleza de su carácter que en algún momento la llevó a ganarse la confianza del comandante de la banda criminal, hoy también son esas características las que le permiten seguir adelante. 

“Yo soy líder del banco de la gente, el de Elsa Noguera, este le hace crédito a las personas empresarias, o sea a los emprendedores que no tienen recursos para quitar el gota a gota, empecé por medio de una muchacha que trabaja con la Gobernación, yo vendo recargas en la casa, y me encargo de buscar a quienes tengan emprendimientos, no tienen que ser víctimas, personas normales, yo hice grupos, uno de 12”. 

No estaría demás resaltar la ironía de que ella fue una reclutadora de jóvenes para las AUC y ahora ayuda a las víctimas a realizar trámites, a intermediar en favor de las ellas.  

Yo respeto a las organizaciones que están en el barrio, porque son conocidos, hasta a los sicarios, pero no me meto en sus vidas porque quien tiene que hacerse cargo de eso es la ley. Eso a mí no me afecta, cada quién responde por sus actos, ya yo pagué lo mío, pagué con audiencia, con la labor que hago con abogados y víctimas, que es una labor personal, independiente a todo lo que fui yo, la cuestión de la memoria histórica ya la pagué, las labores sociales ya las hice, los cursos del Sena del gobierno ya lo hice. Yo quería ser psicóloga, a mí me gusta todo ese negocio, porque a mí me gusta hablar, aconsejar, porque soy como muy entrona”.    

Secuelas 

Hasta el momento, todo parece que para Nubia fueron experiencias de vida de momentos malos y buenos. La normalización de sus actos es su mecanismo para lidiar con su pasado, lo que tuvo que ver, escuchar y ser cómplice de…

Más allá de ser víctima o victimario, con ella se queda su fortaleza como mujer y la posición en la que está a causa de sus esfuerzos. Sin embargo, dentro de esa “normalización” hay secuelas. ¿Qué pasa cuando te sientes cercana la realidad de la violencia, no solo a ti misma sino a su propio hijo? 

Cuando el hijo de Nubia ingresa a la armada, fue un momento muy duro para ella. 

He durado hasta 3 días en cama sin comer, a punta de agua, porque tengo un quiste que fue detectado el año pasado, cuando mi hijo se fue a la armada. Caí en depresión cuando él se fue, hay una pastilla que debo tomarme diaria, no puedo coger rabia, no me puedo alterar mucho, no puedo coger sustos, tengo que vivir una vida como ustedes me ven, mamando gallo, por eso el que me conoce me sabotea y me joden la vida, porque si no yo exploto”. 

Con esto último, vale rescatar las preguntas iniciales: ¿Al tener un hijo, cambia su preceptiva de lo que hizo? Durante la primera hora de la entrevista, explícitamente era un no. Sin embargo, al final notamos cómo eso que parece no afectar la mente, el cuerpo lo llega a somatizar, el estrés, bloqueo de recuerdos y supresión de sentimientos. ¿Es su personalidad jocosa más bien el instinto de supervivencia para mantenerse como la mujer trabajadora que es?  

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