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Seul Contre Tous, o Solo contra todos, es una película escrita y dirigida por el franco-argentino Gaspar Noé en Francia en 1998. Esta cinta cinematográfica se realizó con 4 años de rodaje y postproducción en el que se reflejan las consecuencias que le pueden ocurrir a una mente sometida a fracasos y desgracias hasta que, posiblemente, desarrolle un odio inminente a la vida en sociedad como forma de contrarrestar la soledad.

En términos de montaje, el film cuenta con un apoyo sonoro muy rico debido a que utiliza la voz en off como recurso para conocer la mente y los más profundos deseos del personaje protagonista. De igual manera, se maneja la musicalización de los planos puesto que estos cambian de secuencia a medida que los sonidos se presentan en el film.

Con referencia a la estética, la imagen mantiene una calidad mediocre pero, al leer un poco sobre el trabajo del director, se hizo de una manera intencional para que se representara la precariedad de Francia y ratificar el escenario nauseabundo y desigual en el que se movía el personaje principal.

Esta película arranca con un mensaje claro que se desarrollará por todo el largometraje y es que “cada hombre tiene su moral, su justicia”. Desde allí explica que la propia humanidad no puede intervenir en las decisiones que otras personas han construido como una regla de vida.

Por ello, cuando uno de los personajes explica que su moral está en el arma, nadie interviene en su monologo. Dicha idea sobre la moralidad de una persona se plantea casi que sin planeación u orden al principio del film, pero a medida que este se va desarrollando, estas temáticas adquieren una importancia gigante dado que “justifican” el comportamiento de nuestro protagonista o su visión del mundo.

Adentrándose en los ejes centrales que mueven las motivaciones de nuestro personaje anónimo, se puede tener en cuenta que la idiosincrasia que tiene y cómo esta se distorsiona a lo largo de todo el film, muestra las etapas que enfrenta una persona que, luego de perder toda su identidad al quedarse sin nada al salir de la cárcel, sale a las calles a reflexionar sobre lo nauseabunda que es la vida y las relaciones entre los seres llamados “humanos”.

Este largometraje plantea muchos temas filosóficos como la soledad, la muerte, el olvido, la vejez, la propia existencia y el amor. Poco a poco el filme busca que las personas se identifiquen con las percepciones de nuestro protagonista, por ello se puede atribuir el “personaje anónimo” como un recurso fílmico para que el espectador se conecte y viva, en su propia piel, la travesía mental que vivió este hombre “solo contra todos”.

Al principio, este anónimo se presentaba como una persona común que causa molestia a la audiencia con su forma de pensar un poco morbosa y radical, pero, a medida que pasan los minutos en el filme y sus pensamientos se vuelven más profundos, se podría suponer que la audiencia se identifica con él por diferentes razones, ya sea por alguna frase planteada sobre amor, la soledad o la muerte que se podrían conectar con sueños al azar que tenemos cuando vamos caminando o en un simple viaje en bus. Esa naturalidad con la que nosotros nos podemos identificar con el personaje nos hace sentir incómodos debido a que compartiríamos ideales con un ser tan solo y lleno de odio.

Ahondando en los temas que propone la película, se toman las relaciones sentimentales como un mero acto de soportar la existencia de otro yo por conveniencia, ya sea económica o afectiva. Aborda el amor como un mito y como un acto egoísta puesto que, cuando se acaban los beneficios, lo que se espera es que la persona en cuestión desaparezca o, como él mismo lo piensa, “meterlos en algún armario para esperar que mueran rápido y al menor costo”.

Siguiendo con estos temas, aborda que su existencia se resume a la misma “mierda” que viven cientos de “idiotas” en el mundo. Resuelve vivir como un acto egoísta teniendo en cuenta que solo lo hace para satisfacer a uno mismo. De acuerdo con el director, la vida está mediada por una lucha constante y casi que obligada por los padres, pero el verdadero dilema yace en sobrevivir, en tener una “vida digna” en una sociedad desigual, tonta y entumecida por vicios como el dinero, el poder o el amor.

Por ello afirma que morir es como dormir, pero mejor. Es el acto final, es descansar de una vida llena de situaciones lastimeras y mediocres. De detenerse de rogar por un poco de dinero para seguir comiendo, porque el hambre es una necesidad que te impulsa a hacer algo, a sobrevivir a pesar de ser un acto difícil y ridículo. El personaje se plantea estas ideas y, en algún punto de la película, decide dejar de vivir, dejar de sufrir y, con ello, llevarse a su hija, porque es la única a quien “ama” tanto como para no dejarla vagando en este mundo tan injusto y egoísta, pero se arrepiente.

Al final, como su último acto de amor, o de odio y rebeldía; obedece a los deseos de su mente ya muy trastornada: el incesto. Un acto amor prohibido por las leyes de la sociedad, que infringe la vida cotidiana y las relaciones afectivas, pero, para este personaje, ya nada importa, ya puede compartir la soledad con otro ser igual de trastornado que él, ya no se encuentra solo contra el mundo, ahora la soledad del mundo se enfrenta a él.

Foto: www.flickr.com/photos/134452291@N05// CC0

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