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Eduardo Galeano nos regaló mucha literatura. Con el mundial de Rusia 2018 a la vuelta de la esquina quise hacer una reseña de una de sus más grandes obras: Fútbol a sol y sombra

La pecosa le negó su amor, pero el fútbol le regaló la vida. Eduardo Galeano un renegado de las canchas ahogó sus penas en la literatura, escritos como: Las venas abiertas de América Latina (1971) y Memoria del fuego (1986) son la evidencia de su buen despecho. El uruguayo nacido en Montevideo jugaba como nadie más lo hizo, pero ese sueño acaba cuando el sol asomaba por la ventana y le despertaba. Sus goles quedaban en su almohada mientras su magia quedaba en el papel. En medio de la melancolía futbolera escribió: El fútbol a sol y sombra como homenaje a su pasión, a la cual mendigó amor y buenas jugadas, con la que tanto disfrutó hasta el fin de sus días el 13 de abril del 2015.

 

Una línea de tiempo del fútbol, así se puede definir de la manera más simple e insensata el libro, pero las particularidades del mismo lo hacen diferente a un libro de historia. La estructura general se basa en describir los inicios del deporte rey, la magia se encuentra en la mezcla del contexto histórico y la sutileza con la que son descritas las escenas del espectáculo futbolero. El uso de gags para generar sonrisas y el sarcasmo para criticar, logran atrapar a los lectores. Aún los más esquivos  a las redes del deporte del balón pueden llegar a disfrutar gran parte del libro sin rechistar.

 

El resumir en una frase es un arte que pocos audaces escritores logran, pero Galeano con el fútbol lo hizo de prodigiosa manera “ La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber”. Así de simple podía describir el complejo universo futbolístico, pero a la vez podía hacer erizar al lector. Tomaba la realidad, la cotidianidad  y hacía poesía sobre el poema llamado gol “ El gol es el orgasmo del fútbol. Como el orgasmo, el gol es cada vez menos frecuente en la vida moderna”.

Durante su travesía por la historia describía lo que vivió y lo que no, pero lo hacía tan solemnemente que pareciera que hubiese vivido en carne propia. Lo hizo con los goles de: Meazza, Zarra, Zizinho y Atilio, jugadores del inicio del fútbol. Para acompañar el deguste del fútbol estaban los datos, no solo de este, sino, del mundo. Datos sobre la guerra de las Malvinas, la lucha en Vietnam, el Apartheid en África e incluso la burla constante sobre la caída de Fidel Castro son uno de los abundantes ejemplos a lo largo del texto. Esto te envuelve y transporta a los estadios, a los vestuarios, a vivir en carne cada jugada, cada partido con todo lo que el contexto social, político y económico trae.

 

La lucha exhaustiva contra la belleza del fútbol fue causa de ira para Eduardo. El ser un viajero del tiempo y el vivir el fútbol desde el primer momento, el 3 de septiembre de 1940 cuando llegaba al mundo gritando gol,  lo hizo un crítico al nefasto cambio que su negado amor estaba llevando. El uso del deporte como medio de negocio lo enfureció y con la televisión la esencia de esa pasión se acabó “Hoy por hoy, el estadio es un gigantesco estudio de televisión. Se juega para la tele, que te ofrece el partido en casa. Y la tele manda”. Gran parte se la dedicó a recordar aquellos valores por las que esto nació e invitar a no olvidar lo que alguna vez inocentemente nos hizo patear un balón, otra gran parte a la crítica industrial. Galeano no soportaba ver como se sacrificaba el buen juego por buen dinero, y criticaba junto a jugadores el abuso de los mismos, presos por su gran amor.

 

Fútbol a sol y sombra es como Romeo y Julieta, la historia de amor comienza muy bonita, pero tiene un trágico final. Al comienza se nota el magico mundo y el amor por practicar el deporte más grande del mundo, pero al avanzar las páginas se vuelve algo tendencioso y solo algún acérrimo hincha del deporte podría terminarlo sin rechistar. A veces el libro caía en la monotonía de que cada mundial tratase el mismo esquema: Historia, comienzo del campeonato, ganador y goleador. Algunos que vieron esos mundiales los recuerdan con más nostalgia y pueden llegar a chocar con la cruda realidad descrita por Galeano desde el mundial del setenta y algo para acá.

 

Este libro que en 1995 buscaba el revivir las viejas historias, cayó en lo que tanto criticó, se convirtió en un objeto de más para hacer dinero. Al final de sus páginas se nota el desgaste de sus autor que escribía ya sin pasión y más por presión. Sin embargo como amante del gol he de decir que disfruté con gran parte de él. Lo recomiendo para aquel que realmente quiere saber algo más del fútbol y para todo aquel que quiere dedicar su vida a escribir sobre este. Eso sí, no recomiendo leer esto por trabajo u/o obligación, porque el mensaje de Eduardo Galeano queda claro: El fútbol es placer, no deber.

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