Por: Alejandro Ariza
“Cuando escribí, en mi cabeza estaban películas como ‘Maridos y Mujeres’ o ‘Hannah y sus Hermanas’ de Woody Allen. Por su humor y por su psicología, no se me ocurre una manera mejor de acercarse a una historia que la suya. Sus películas han sido para mí verdaderas lecciones sobre el mundo de los adultos y sus múltiples caras.”
Es joven, pero no se pone límites. Tampoco cree en el momento idóneo para hacer una película, cualquier instante es bueno para contar una historia. A través de sus películas autobiográficas, Xavier Dolan abandera el talento de una nueva generación de cineastas y pide paso para los nuevos creadores. Filmar 5 películas en 6 años con tan sólo 28 años es un hecho insólito que solo el “enfant terrible”del panorama cinematográfico canadiense ha sido capaz. Si a eso le sumamos que puede convertirse en el director más joven en recibir un Oscar, Xavier Dolan se eleva a la categoría de prodigio.
Este actor, productor, director, guionista canadiense es hijo de Geneviève Dolan y del actor y cantante quebequés de origen egipcio Manuel Tadros. A los seis años debutó participando en anuncios para las farmacias de Québec, su ciudad natal, también se encargó de doblar al francés personajes míticos para las nuevas generaciones, como Ron Weasley en Harry Potter o Jacob en Crepúsculo, así que si algo le sobra es experiencia cinematográfica.
A sus 28 años ha creado una serie de largometrajes que se encuentran más relacionados con los sentimientos que con la mente o las referencias intelectuales. Entre ellos, predomina el amor. Siempre. De todas las maneras posibles. Y violencia, amor violento. Representado frecuentemente por relaciones familiares conflictivas, especialmente las relacionadas con la figura materna y la ausencia de la paterna en todos sus films y finalmente la homosexuliadad. Son algunos de los temas propios de muchos de los largometrajes de Dolan y que parecen ser su sello.
Xavier Dolan decidió rodar su primera película: J´ai tué ma mére (Yo maté a mi madre,en español), la cual está basada en una historia que escribió a los 16 y aborda la relación entre un adolescente homosexual con una madre sobreprotectora. El film es de alguna forma la manera de castigar a su madre, con la que nunca se ha llevado del todo bien. Al tratarse de una historia tan biográfica, decidió dirigir y actuar él mismo para que nadie le quitara su papel, ni ningún director desnaturalizara un relato tan personal. No hay cine social aquí, sino hermosos retratos de personajes enfrentados a entornos alienantes y situaciones excepcionales. Su ambición es encontrar belleza donde muchos no quieren mirar.
En su segunda película, Les Amours Imaginaires(Los amores imaginarios en español), un chico sensible y una chica lista compiten por el mismo chico, al que pretenden conseguir a toda costa, incluso destruyendo su amistad. Un amor platónico conjunto y no correspondido. El primer borrador de este largometraje lo hizo en un viaje en tren hablando con sus amigos sobre triángulos amorosos. La crisis económica acababa de tumbar un proyecto mucho más grande y el actor-director-escritor, entró en pánico al verse un año de brazos cruzados. Mirando a su alrededor encontró una historia veloz y real que podía rodarse con muy pocos medios, en la que el cineasta muestra una capacidad asombrosa para algo más que los diálogos.
Más adelante, el quebequés sorprende con Mommy en el año 2014, película que ganó el Premio del Jurado en la sección principal de la competencia en el Festival de Cine de Cannes 2014; historia que surgió de un hecho real, que sobrecogió al director, sobre una madre que abandonó a su violento hijo de siete años ante su incapacidad de cuidarlo. Años más adelante, tiene que hacerse a cargo de su violento hijo Steve, de 15 años, que acaba de salir del psiquiatra para enfrentarse a una situación que se le escapa de las manos. Esta película aborda de nuevo la relación madre-hijo. Pero en esta ocasión más que una declaración de guerra, se trata de un gesto de reconciliación hacia las madres en general.
Su última película titulada Juste la fin du Monde (Solo el fin del mundo, en español), cuenta la historia de Louis, quien tras doce años de estar lejos de su hogar, regresa a su pueblo natal para anunciar a los suyos que pronto morirá. El reencuentro, lejos de propiciar una cierta comunión, reabrirá viejos sentimientos y provocará un explosivo cóctel de enfrentamientos cruzados.“Juste la fin du monde”,es el ejemplo de cómo el cineasta madura con un relato de fatalidades sin abandonar su peculiar exhibicionismo y contundencia narrativa. Los cigarros a escondidas, el almuerzo en silencio, los movimientos, la música, todo es necesario en el relato.
Dolan tiene un buen número de influencias, pero sin duda alguna resalta a Woody Allen como su héroe y su referente a la hora de escribir obras como Les amours imaginaires: “cuando escribí en mi cabeza estaban películas como Maridos y Mujeres o Hannah y sus hermanas. Por su humor y por su psicología, no se me ocurre una manera mejor de acercarse a una historia que la suya. Sus películas han sido para mí verdaderas lecciones sobre el mundo de los adultos y sus múltiples caras.” El director cuyas opiniones se apartan de la ortodoxia, y que además son innovadoras o de vanguardia en el arte, envia un extraordinario mensaje a la nueva generación de amantes al cine: “A algunas personas no les gusta lo que haces, a algunos les molesta quién eres. Pero tenemos que aferrarnos a nuestros sueños, porque juntos podemos cambiar el mundo y cambiar el mundo lleva su tiempo. No solo los políticos y los científicos pueden cambiarlo, los artistas también. Llegando a la gente, haciéndoles reír y llorar, podemos cambiar su forma de pensar, y eso es lo que cambia el mundo. No hay límites para la ambición excepto lo que nos ponemos nosotros”.