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Por: Isabella Jaramillo Llano (@Isabellajll20) / Fotografía: Sergio García Gómez (@sergiogarciaCol)

Sergio García cuenta cómo fueron sus inicios en el periodismo y con qué habilidades ha logrado mantenerse vigente a través de los años. 

No es fácil imaginar a un hombre con la presencia y la voz cadenciosa y embelesadora de Sergio García Gómez caminando las calurosas calles de Barranquilla, a sus 8 años de edad, tocando puerta tras puerta, siendo rechazado en más de una oportunidad ,incluso, para santificar el nombre de Dios. Su padre era anciano de los Testigos de Jehová, un equivalente a ser pastor en la iglesia cristiana, debido a esto las situaciones en las que se encontraba inmerso, gracias a la religión de su familia, edificaron ese talento para comunicar que porta con orgullo hoy en día.

Es un periodista diverso y un hombre multifacético. Disfruta de hacer radio y de dejarse llevar por la magia de solo ser escuchado, pero también se sabe desenvolver a la perfección en todos los ámbitos televisivos. Sabe apreciar la composición de las imágenes y le es claro que cuando es estructurada de la manera correcta es un perfecto complemento para su voz y para las historias que narra. Pero Sergio es un poco más bidimensional y en los últimos años ha trasladado parte de sus esfuerzos a negocios, bares y discotecas, que le permiten satisfacer esa melomanía que también lo caracteriza.

Con tan solo vislumbrar su forma de caminar y vestir un sábado en la mañana, que fue el espacio acordado para que la entrevista se desenvolviera de manera fluida, se le ve descomplicado, alegre e incluso juvenil. Cualidades que se contraponen con el hombre serio que vemos en pantalla, narrando acontecimientos o transportándonos a la vida de diversidad de personajes. Imagino que esa dicotomía que carga es lo que le permite encargarse de su labor periodística y de sus negocios por fuera de esta. Aunque se me hizo claro durante la conversación, que su primera y eterna pasión es la de comunicar.

— Desde muy joven, entre sus 13 y 14 años comenzó a envolverse en el periodismo. Uno de sus primeros trabajos fue en la emisora ABC , presentando baladas ¿Qué fue lo que lo atrajo, en sus inicios, a la radio?

Te voy a contar algo, fue algo estratégico, en mi infancia fui Testigo de Jehová y a los 8 años ya salía a predicar la biblia de casa en casa. A los 10 años ya daba discursos en las congregaciones ante 200 personas, a mis 11 años hacia intervenciones en el estadio Romelio Martínez ante 2.000 personas. Eso me quito el temor escénico y ese constante acercamiento al micrófono me llevo a la pasión de hacer radio. Recuerdo que cuando era niño llamaba a las emisoras, a pedir canciones, y sacaban las llamadas al aire. Entonces yo andaba con una grabadora y me grababa para escucharme, era una pasión que tenía. A los 14 años empecé a ser radio operador en emisoras ABC. Mi padre no sabía, él quería que fuera buen estudiante, y en efecto lo era. Me fue tan bien que el dueño de la emisora, Leonidas Otalora, me quiso contratar y tuvo que ir a la casa de mi padre para pedirle permiso ya que era menor de edad, y mi padre accedió. Allí comenzó la carrera que ejerzo con mucha pasión.

—¿Entonces diría que comenzó a narrar baladas no porque le apasionaba desde un inicio, sino porque encontró un espacio para dar a conocer su voz?

No me disgustaban las baladas, pero vi que era el espacio que estaba menos copado y hoy en día son mi amor. Me atrevo a decir que soy una de las personas que más sabe de baladas en el país, la he estudiado y he vivido de ella. Soy un defensor acérrimo de este género.

  Verdaderamente Sergio es un periodista innato, su pasión por la música, que difiere del periodismo, nació de ese mismo oficio. La balada es uno de sus más grandes gustos porque a través de ella vio un espacio para satisfacer su talento para comunicar, el cual se desborda en cada pregunta, por más breve o concisa que sea. Con cada respuesta que daba me hacía sentir que, si el tiempo no corriera, respondería hasta el cansancio y hablaría de infinidad de temas, encontrando alguna manera de conectarlos entre sí para que la narrativa tuviera coherencia. Sin lugar a dudas no perdería mi atención ni un segundo, siempre habla con seguridad, no hay espacio para la distracción.

—Actualmente es director del programa de crónicas, “Impacto” ¿Qué es lo que más disfruta de tener la oportunidad de acercarse a una diversidad de personajes y situaciones a través de este?

Es conocer la realidad de muchas personas en el Caribe colombiano. Poder mostrar a una niña de 10 años con la piel en carne viva porque nació con una enfermedad. Se acostaba en su camita y la dejaba llena de sangre y me lloraba ante la cámara diciendo que quería ser como los demás niños, yo lloraba al verla sufrir. Le buscamos aire acondicionado para su vivienda, vivía en una casa en Villa Katanga, Soledad, con techo de zinc. A la final murió. Entonces conocer esas historias sensibilizo a la audiencia de la región Caribe, eso llevo al éxito del programa.

No es necesario ver las imágenes de la niña enferma que nos describe para adentrarnos en su realidad. Con la breve explicación de la crónica, acompañada de los gestos del periodista, se translucen los sentimientos que experimentó durante el encuentro con el personaje. Aunque lleva más de 20 años continuando con el legado de Ernesto McCausland, sumergiéndose en situaciones impactantes, la tristeza de ciertos acontecimientos nunca lo dejara de afectar. Es de destacar que los acercamientos que realiza a través de “Impacto” siempre van cargados de calidad humana, no se limita a presentar las historias para generar audiencia, lo hace para crear conciencia, otorgando espacios en donde se dan a conocer historias que vivían en la negligencia, llevando a cabo la verdadera labor del periodista.

     Desde que comenzó la entrevista supe que al preguntarle qué era lo que más disfrutaba de realizar “Impacto” saldría más de una historia a colación. Procedió a hablarme sobre Deyman Ariza, personaje de una de sus entrevistas. Hombre homosexual que por más de 30 años se prostituyo en el parque Suri Salcedo. Decidió convertirse en el gran varón al casarse con una mujer. 10 años después Deyman muere de un cáncer. El semblante serio que portaba mientras narraba esta historia pasó a ser uno de orgullo, mientras decía como Joselo, el humorista, se inspiró en dicha entrevista para crear uno de sus personajes más elogiados, La Chiquitera. Es increíble saber cómo el oficio de Sergio no muere cuando finaliza el programa.

— En el año 2015 ganó el premio de periodista del Carnaval, Ernesto McCausland ¿En qué aspectos cambio su carrera después de ese reconocimiento?

Hace poco Hablaba con Manuel Teodoro, director de Séptimo Día, él fue jurado de la obtención de ese premio. Me muestra una pared de su oficina en la que había unos 50 premios, y me dijo “pregúntame de que me han servido estos premios, de nada, es un reconocimiento nada más. Con esto no he pagado ni la luz, ni el teléfono, ni el celular ni el colegio. Así que no te endioses con ese premio que no te va a servir de nada” es un reconocimiento, pero hasta ahí nada más, la vida continua.

Comienza a relatar la historia por la cual se ganó el premio de una manera hipnotizaste, permite ver que se apropió de ella en cuerpo y alma. Edith Munarriz, reina del Carnaval de Barranquilla 1950, era una joven alegre que disfrutaba de las fiestas y del cigarrillo. Tras los excesos decidió convertirse en monja de claustro, contrario a la creencia de muchos. Edith dedico el resto de su vida a defender las invasiones en el barrio Las Malvinas, del sur-occidente de Barranquilla. Cuenta Sergio que así murió la reina del Carnaval convertida en monja, defendiendo a los desfavorecidos. Es claro que el logro no se ve reflejado en el reconocimiento, sino en la elaboración de una historia escondida que llena de magia el folclor barranquillero.

— Aparte de ser periodista también incursionó en el mundo de la gastronomía cuando abrió, como propietario-socio, el restaurante-show “La Guacherna” en el año 2016 ¿De dónde surgió ese interés por crear un espacio, en el cual el tema principal fueran las figuras autóctonas del carnaval de Barranquilla?

Aparte del periodismo yo siempre he tenido negocios, bares, discotecas; pero siempre manejando salcita vieja, balada vieja, vallenato viejo. Entonces primero monte “Nostalgia”, un bar increíble, y luego yo pensé que sería chévere que el carnaval se pudiese vivir todo el año y con varios amigos, Héctor Aguilar, Guillo Escalante, Ernesto Herrera, montamos “La Guacherna restaurante-show”, para que el barranquillero y el que viniese de afuera pudiese probar nuestra gastronomía y apreciar el carnaval. Lamentablemente un incendio acabo con el negocio, pero fue una labor muy bonita, se pasaba muy rico allí.

La materialización de los esfuerzos de Sergio fue reducida a cenizas cuando, un año después (2017), se incendió “La Guacherna” en una madrugada del 15 de julio, y aunque lamenta lo ocurrido, la perdida le hizo darse cuenta que después de varios años de balancear, con gracia, su trabajo como periodista y sus negocios externos se le hace más atractivo dedicarse a una creación más personal, y darles espacios a otros establecimientos de mantener vivo el legado de su restaurante. Apasionado de lo que se apropia, no abandona la idea de dejar vivo el folclor del carnaval y con esa seguridad que tanto lo caracteriza sabe que esa iniciativa no se consumió en el fuego.

—¿Se ve ejerciendo periodismo dentro de 10 años?

Yo quisiera hacer periodismo hasta que me muera, mira yo aprecio mucho a un periodista nuestro que se llama Ventura Díaz Mejía, él es el dueño de emisoras ABC. Él debe tener unos 70 años y todas las mañanas llega a las 5 a.m a hacer su noticiero radial. Me encantaría envejecer y morir haciendo lo que me apasiona, que es esto, y como está creciendo la ola digital estoy muy apegado a esta evolución. Yo sueño con tener 80 años y ser un Yamid Amat. Seguir liderando espacios digitales de la información.

Al finalizar la entrevista me sentí satisfecha gracias a las respuestas e historias de Sergio, pero sentía cierta incertidumbre, él es la clara demostración que un diploma no tiene validez alguna si las ganas de hacer periodismo, en todas sus formas, no monopolizan cada una de nuestras experiencias. Es increíble como Sergio no se queda atrás y abraza cada aspecto del oficio de un comunicador, posee grandes habilidades para narrar, sabe que es la composición armoniosa de la imagen y es fluido en programas de edición, se encuentra empapado en la labor periodística.

Tiene plena conciencia de que los tiempos cambian y ha migrado a todas las plataformas posibles, para que sus historias hagan lo mismo. Considero que el tener su contenido en formatos digitales le ha dado mayor libertad para dar a conocer las historias en las que se adentra, y le permite tener más control sobre la manera en la que se narran. Por esto dice que, aunque los medios de comunicación convencionales no van a acabar,se encuentran en cuidados intensivos”.

Al saber cómo se encuentra el periodismo actual, quiere que futuros colegas sigan su marcha rápida. Cuando terminé con la entrevista y me dispuse a fotografiarlo, me dio un pequeño curso de iluminación y encuadre, no se cansa de compartir información. Recorriendo su vida como periodista, desde su infancia como Testigo de Jehová, hasta ser el director de su propio programa de crónicas es claro que lleva la labor periodística enraizada en su ser.

 

 

Somos una casa periodística universitaria con mirada joven y pensamiento crítico. Funcionamos como un laboratorio de periodismo donde participan estudiantes y docentes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad del Norte. Nos enfocamos en el desarrollo de narrativas, análisis y coberturas en distintas plataformas integradas, que orientan, informan y abren participación y diálogo sobre la realidad a un nicho de audiencia especial, que es la comunidad educativa de la Universidad del Norte.

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