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Punto de inflexión

“El psicópata ama el poder. Usa a las personas para obtener más y más poder. Y las transforma en cosas para su propio beneficio”, esto dice el psiquiatra argentino Hugo Marietán.

Siguiendo esta tesis, podemos distinguir que Venezuela se encuentra gobernada por un psicópata. Al menos, eso parece ser, por lo que leemos en la prensa y en las redes sociales, por lo que vemos en la televisión y por lo que le escuchamos a algún venezolano que ha escapado de su nación y que ahora lo tenemos de vecino.

También se lo escuchamos decir a nuestros líderes políticos colombianos. Algunos van más allá, y nos advierten que si seguimos así, y si no los elegimos a ellos, caeremos en el “castrochavismo”.

Aunque el castrismo en Cuba y el chavismos en Venezuela fueron dos movimientos distintos de épocas diferentes, tienen un punto en común: El poder estuvo atado en manos de un caudillo.

Siguiendo con la psiquiatría de Marietán “Un dirigente común sabe que tiene que cumplir su función durante un tiempo determinado. Y, cumplida su misión, se va. Al psicópata, en cambio, una vez que está arriba, no lo saca nadie: quiere estar una vez, dos veces, tres veces (…) Alrededor del dirigente psicópata se mueven obsecuentes, gente que, bajo su efecto persuasivo, es capaz de hacer cosas que de otro modo no haría”.

Entonces uno podría llegar a pensar que ese grupo que advierte a gritos que, si no los elegimos, caeremos en el “castrochavismo”, es precisamente quienes tienen el punto en común del término: Un caudillo, un psicópata.

Quizá por eso algunos de sus seguidores lo miran con divinidad. Se crean partidos políticos con su inicial o con su imagen; todos callan cuando este abre la boca; algunos se atreven a comprar votos para que siga en el poder; otros van más allá y en la sala de su casa cuelgan una pintura del Sagrado Corazón de Álvaro, el caudillo.

Cuando la democracia colombiana, la separación de poderes, impidió que el caudillo se atornillara en el poder, entonces entró en crisis. Según Marietrán “el psicópata no se adapta a la tranquilidad. Él necesita la crisis. Ser reconocido como salvador. En la paz, él no tiene papel. No la soporta”. Por eso armó berrinche, creó un nuevo partido, se lanzó al Senado, durante siete años hizo una oposición puramente pasional, por eso quiso destruir los acuerdos que acercarán al país al fin del conflicto armado, por eso el próximo año lanzará un candidato que cumpla sus órdenes a menester.

Después de 50 años, en Cuba el poder, monárquico, sigue vigente. En Venezuela hoy hay una crisis, donde la dictadura aún se impone sobre el pueblo que hace resistencia. En Colombia hoy el psicópata está afuera, pero tengámoslo claro, usará todos los medios, hasta los más desleales, para regresar al trono.

El expresidente de Uruguay, José Mujica, dijo que el poder es como unos zapatos muy apretados que te molestan los dedos, y cuando dejas el poder sientes un alivio porque te los quitas. Parece ser que esos caudillos no se cansan de tener los zapatos puestos, por eso la mejor opción es no prestárselos porque se pueden quedar con ellos y no sé sabe cuánto tiempo.

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