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Por: Alisson Lee Sánchez Bernhardt

Cuando el hombre con ojos rasgados y temblorosos me preguntó mi nombre de forma apresurada, se dio la vuelta a mitad de mi respuesta y caminó casi trotando dentro de la oscuridad del parqueadero silencioso y vacío de la primera sede de La Colonia China en Colombia, supe que desenterrar su historia sería un reto.

En el momento en el que el hombre se presentó ante mí como el presidente de La Colonia China en la ciudad y no como el ser humano que también es el presidente de La Colonia China, supe que no sería fácil, aunque ya lo sospechaba. Estaba acostumbrada a capturar historias que tuvieran un pequeño destello atrayente, no a excavar por una historia que tal vez brillaba demasiado como para lograr decantar algo.

Entendí que si quería una buena historia tendría que desentrañar con mi mirada detenidamente a Luis Yuming en aquella habitación pálida, demasiado llena de espacio vacío e historias colectivas con imágenes, placas, banderas y viejos disfraces de la cultura occidental ubicados en cada esquina o pared, pero el tiempo, mi inexperiencia, su amabilidad y formalidad jugaban en mi contra.

Pudo haber sido la sutil barrera del lenguaje y la costumbre que tenía de blindar sus contrastes y responder las preguntas impersonalmente, como ha llevado haciendo desde sus 25 años; desde que tomó su oficio voluntario de representar a su país y velar por el cuidado de los suyos en Barranquilla.

Tres días antes había ido corriendo en una mañana soleada e inusualmente fría, para la fogosa como un horno, Barranquilla, a la Universidad Autónoma Del Caribe para hablar con uno de los voceros de La Colonia China, Tomás Rodríguez Ching. El hombre suele saludar con una sonrisa cansada, refugiarse en su buzo azul y guardar silencio mientras se ocupa de su oficio administrativo. Lo observé por un par de minutos hasta que por fin le comenté mi sed por tener una historia de él y de su cultura en el Carnaval de Barranquilla.

Rodríguez hablaba mecánicamente, no era la primera vez que contaba la historia de La Colonia. Yo le hacía preguntas de , pero me respondía con ellos o nosotros, haciendo referencia a sus antepasados y paisanos, como él les llamaba. Sacó una hoja y dibujó una línea de tiempo a grandes rasgos de la historia de La Colonia china en la ciudad.  

(Línea de tiempo dibujada por Tomás Rodríguez Ching, 13 de febrero del 2023).

La Colonia había llegado en 1923, había tenido muchas recaídas y levantamientos, tan sólo hasta 1958 habían podido construir un edificio con ayuda de donaciones. El carnaval estuvo presente para sus reanudaciones de procesos de integración y expansión. Pero tenían casi una década sin salir a desfilar.

Cuando les pregunté ambos sonrieron y miraron al techo por unos segundos para resolver la pregunta con años inciertos, pudo haber sido en 2014 o 2016, según ellos. “¿Por qué dejaron de desfilar si da la casualidad que en 2008 y 2014, cuando desfilaron, también se rescató La Colonia?” pregunté sabiendo bien que no era una casualidad.

Ambas respuestas sugerían un mar de posibilidades y relatividades; el contraste entre antiguas y nuevas generaciones y dentro de dicha posibilidad se ramifican otras como la barrera del lenguaje, el contraste entre las culturas para los más conservadores hasta para los más curiosos por la ciudad o el quiebre de comunicación entre generaciones.

Rodríguez, con una sonrisa nostálgica, cuenta que quienes crecieron en China salían con sus sombrero vueltiaos a desfilar. Mientras que los que crecieron en Barranquilla salían con su qipaos. En general, cada miembro de La Colonia parecía compartir una profunda necesidad de ser parte de la cultura que más desconocían y lejos tenían.

Pero la respuesta final es el progresivo olvido de participar activamente, no porque La Colonia no disfrutara El Carnaval, sino por un asunto de quiebre interno de integración hasta ahora indescifrable para mí, incluso las costumbres propias de ellos también se habían paralizado poco a poco desde hace un par de años y con la pandemia la situación se agudizó.

 Las aulas de clase donde los hijos de las familias chinas iban a aprender mandarín estaban empolvadas y desordenadas. El único espacio que parecía activo era la sala de juegos de mahjong, donde otros representantes de La Colonia de otras ciudades y miembros activos de La Colonia fuman y apuestan su dinero todos los días luego de las seis de la tarde. El gozo de los jugadores contradecía su experiencia; jugaban como si todos los días lo hicieran, pero su emoción parecía primeriza.  

(Foto tomada por Valeria García de algunos miembros de
La Colonia China jugando mahjong,
17 de febrero del 2023).

(Fotos cortesía por parte de Luis Yuming de La Colonia China participando en El Carnaval de Barranquilla a través de los años).
(Fotos cortesía por parte de Luis Yuming de La Colonia China participando en El Carnaval de Barranquilla a través de los años).

Rodríguez me convenció de que él no tenía historias ni matices, que la persona que yo buscaba era Luis Yuming, el presidente de La Colonia. Lo interrumpí para preguntar por Carlos Wong, quien había sido el presidente de La Colonia en 1958, cuando desfilaron en ‘El Carnaval’ por primera vez y en el 68, 69 y 71, años en los que ganaron premios por tener la mejor carroza, pero el tiempo se había llevado la conciencia del hombre, aunque su corazón aún latía.

Las voces de Rodríguez y Yuming tampoco llenaron mucho su imagen y presencia, además del profundo respeto que le tenían. Todavía cargo con las dudas de ¿por qué Wong incorporó La Colonia en El Carnaval?, ¿qué vio, qué pensó, qué ideó?, ¿qué observó que otros no?

Mi mente vuelve a la amplia habitación casi vacía, pero llena de historia en cada pared y esquina de la sede de La Colonia en Barranquilla. Luis se sentó en la esquina y trajo unas placas que eran certificados y recibos, un documento con cada gasto del 58 para poder participar en El Carnaval, fotos de sus propias reinas y de donaciones con las cuáles La Colonia se sostiene y ayuda a otros.

Detrás del cuerpo delgado y apresurado de Yuming, descansaban unas cabezas de leones y dragones; pertenecían a las danzas típicas Chinas que realizaban en los desfiles de El Carnaval. La danza del dragón y el león en China llenaba a su comunidad de orgullo y fe. Por mi mente pasaron diferentes vínculos y contrastes entre las danzas típicas de ellos y las nuestras, pero la voz de Yuming me jaló como un imán de nuevo a la habitación y los recortes de periódicos que me mostraba de sus princesas y reinas de El Carnaval sembraron más dudas en mí: ¿quiénes eran y qué tendrán por contar?

Cuando finalizamos el pequeño recorrido, quise hurgar en su infancia. Había llegado en el 88, a sus doce años. Para él no fue sólo difícil adaptarse a una cultura e idioma tan diferente a los suyos, también lo fue observar desde su inocencia los desafíos importantes en términos de seguridad y violencia, como resultado del conflicto armado interno que afectó a Colombia durante varias décadas. Mucho de lo que conocía y su entorno se desvaneció, los comerciantes chinos y sus descendientes se fueron para Estados Unidos escapando de la violencia en Colombia.

(Foto cortesía por parte de Luis Yuming de La Colonia China participando en un desfile en Cartagena).

 Ya estábamos de pie, en la puerta de la sala de la sede para irnos cuando por fin había encontrado una clase de anzuelo. Sin tener nada que ver, le pregunté si recordaba su primer Carnaval. “Sí –me respondió en su castellano particular-. En mi 15 año primera vez con invitado de amigos. Visita varios eventos de carnaval: Guacherna, En vía 40. Ante no hay palco. En el paque de estadio metropolitana, echando maicena y agua. Cómo todos jóvenes con la vida loca. Me quedado muy impresionado por la música, el baile y los trajes coloridos de los participantes en el Carnaval, con la música y la danza en la cultura colombiana. La energía y alegría. Es otro estilo de vida”.

Miré el reloj y se me hacía tarde para volver a casa. Confié, erróneamente, en el tiempo, aun sabiendo que se me escurría de las manos, y con un apretón de despedida le hice una promesa que no se cumplió: volver a vernos.

Sólo me quedé con retazos de quién era Yuming como presidente de La Colonia China en Barranquilla, y pequeñísimos orificios de luz de quién es él realmente y cómo sus demás dimensiones se enlazaban con su oficio y su cultura en El Carnaval. Me quedé con retazos no sólo de su historia, sino de varias, con un rompecabezas incompleto del cual no terminé de encontrar sus piezas. Sólo tengo conmigo las cientos de preguntas que el vacío de las piezas deja. Retratar a Luis Yuming fue un reto que evidentemente me ganó en una búsqueda desesperada por una historia.

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Somos una casa periodística universitaria con mirada joven y pensamiento crítico. Funcionamos como un laboratorio de periodismo donde participan estudiantes y docentes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad del Norte. Nos enfocamos en el desarrollo de narrativas, análisis y coberturas en distintas plataformas integradas, que orientan, informan y abren participación y diálogo sobre la realidad a un nicho de audiencia especial, que es la comunidad educativa de la Universidad del Norte.

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Comments
  • Edward Lee Sánchez

    Excelente escrito, impregnado de realismo puro que dibuja en cada línea a los personajes el espacio y el viaje en el tiempo destacando la vivencia y el sentir del escritor en su discurso

    9 marzo, 2023

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