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Por: Angela Barraza

Oreste Polo García a sus 74 años recuerda a sus mujeres, sus vaciles y anhela fuertemente sus días de juventud en los que gozaba junto a sus amigos cercanos el arte de la letanía.  

“La vida que tengo ha sido todo un vacile tropical, pero el vacile tiene que acabar algún día”, el rey de las letanías ha recorrido un largo camino para ser uno de los personajes más conocidos de la tan renombrada calle negra en Soledad.  Oreste Polo, a sus 74 años aún disfruta de una vida alegre, rodeado de sus 11 hijos y sus muchísimos nietos, con los que comparte el desparpajo y la “bacaneria” con las que sus amigos y vecinos describen a su numerosa familia.

En la terraza de la casa de su última compañera sentimental y madre de sus hijos menores se le ve sentado saludando con un chiste a todos los jovencitos que pasan y con un piropo a todas las mujeres que lo saludan, un hombre vivaz y carismático que por poco y “no echa el cuento”, hace unos 17 meses. “El mono”, como lo conocen en el barrio, tuvo una isquemia cerebral, cuando residía con sus hijos Oreste “Tico”  y Kelvin “Kekas” Polo, en la ciudad de Riohacha.

Allá trabajó vendiendo embutidos a las afueras de la universidad, pero la manera en que Oreste se ganaba la vida era diferente, es tecnico de refrigeracion, y trabajó en la ya perdida “Lineas Agromar”, viajó a muchos países, y como dicen sus hijas, Marilyn e Issis “no se sabe si tendrá otros hijos por allá”. Oreste aún convive con las madres de sus hijos, las cuatro mujeres que le dieron felicidad en su momento, pero a él siempre le ha gustado “vacilar la vida”.

Pero aparte de trabajar con refrigeración, Oreste disfruta sus carnavales con su amigo Freddy Cervantes, el actual rey momo del carnaval. A Pesar de su percance de salud, el señor Oreste espera con ansias los carnavales de este año, espera gozar junto a su querido amigo las fiestas que más celebra del año, Volver a los tiempos en los que salía a la calle a recitar sus “letanías callejeras” la época de la “mamadera de gallo” y del “Vacile”.

Su hija menor, Issis Polo, agradece que su padre se sienta motivado a seguir llevando a cabo sus actividades favoritas, “eso quiere decir que él tiene vitalidad aun”. Él sigue siendo el “cambambero mayor de la familia” y que sus nietos más pequeños, como Daniel, puedan disfrutarlo por más tiempo.

Sus hijos han estado muy preocupados todos estos meses por su salud pero él se ríe y asegura que es “fuerte como un roble” y que después de que no lo traten como un adorno, él va a estar muy bien. A el señor Oreste le gusta estar enterado de todo lo que sucede, ver el noticiero y leer el periódico son de sus pasatiempos habituales. Algunas veces solo le gusta tener un rato para dormir o visitar a sus sobrinos y a sus hermanos.     

Oreste recuerda, entre la “mamadera de gallo”, su juventud, llena de baile, de buenos momentos y asegura que la juventud de ahora esta “en un 30% pérdida, tienen que volver a disfrutar la vida, a vacilarla con el buen mamagallismo, para que no anden en vainas malas”. Además, anhela esos días en los que podía hablar sin tener que preocuparse por sus ejercicios fonéticos, ni porque se le entendiera claramente lo que dice,”eso me tiene preocupado, tengo que estar pendiente de lo que voy a decir, para que cuando esté tirando la vaina la gente me le entienda claro”.

Esa es solo una de las secuelas que le dejó la isquemia,  porque además de los problemas de habla, tiene poca movilidad en su brazo derecho “yo estoy practicando, me pongo a hacer ejercicios suaves, tú sabes, tengo que estar listo para carnavales, tengo que estar más mono que el monocuco”.

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