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Foto tomada de: Pixabay

En la más reciente sesión de “Cartagena Talks”, que organiza el Fondo Latinoamericano de Reservas “FLAR”, se abordó uno de los puntos que más despierta atención en la actualidad; el creciente interés de los bancos centrales en las criptomonedas como una opción que va mucho más allá de un desafío tecnológico y que tiene múltiples connotaciones.

El eje central giró en torno las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC, por su acrónimo en inglés), aunque existen varias modalidades, de lo que se trataba era de examinar su versión “al detal”, es decir aquellas dirigidas al público en general.

El moderador del evento, Miguel Musa, head of Techlological Observatory and TechLab, indicó que durante algún tiempo las criptomonedas o monedas digitales han tenido relevancia en los bancos centrales, como en el sector privado y público -en general-, pero ha sido claro que la pandemia ha sido una catalizadora para su aceleración y aumento de los trabajos de investigación sobre las mismas.

Uno de los expertos que abordó el tema fue John Kiff, quien viene de dejar su cargo como asesor financiero senior del Fondo Monetario Internacional. Él, expresó que esta última es la “representación digital de una moneda existente”. Por lo tanto, cuenta con el respaldo de una autoridad monetaria y es asequible a todos los ciudadanos. Dada la evolución reciente del mecanismo, todavía persiste la inquietud sobre si se puede usar para transacciones entre personas y la manera de hacerlo.

Además, Kiff, agregó que “hay países que ofrecen monedas digitales que no se basan en la moneda soberana y es lo que se considera una divisa emitida por los bancos centrales, las cuales deberían ser de curso legal, es decir, que exista una legislación que establezca que esa moneda se puede utilizar -por ejemplo- para pagar deudas u obligaciones. Existen informes de personas del FMI que hablan de la importancia de este tema; este será uno de los mayores retos a lograr”.

Mientras esas dudas se resuelven, en los cinco continentes se está examinando el tema. El exfuncionario del FMI comenta que en 2018 comenzó a seguirles la pista a una decena de países que mostraban interés en la que en ese momento era todavía una opción nueva. Ahora, el número de bancos centrales que han hecho avances con las CBDCs llega al 80%, según el Banco de Pagos Internacionales, e incluso lanzado pilotos, asciende al 50%.

Los argumentos en favor de la digitalización pasan por reducir el costo de manejar billetes físicos. Otros se interesan por el acceso a los datos y las eventuales ganancias en eficiencia, aparte de la posibilidad de disminuir el valor de las comisiones, como ocurre en aquellos lugares que reciben remesas de sus nacionales en el exterior.

No obstante, hay que reconocer los riesgos. El más destacado de todos motivó la portada de la prestigiosa revista The Economist, a raíz de los potenciales efectos que las CBDC podrían tener sobre la estabilidad financiera y la intermediación bancaria, si los ciudadanos deciden depositar su dinero y hacer sus transacciones a través de cuentas que estarían directamente en el banco central respectivo.

Aunque las incógnitas son numerosas todavía, podría darse una variación de tal tamaño que a la vuelta de unas pocas décadas el sistema monetario sea muy distinto al conocido.

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