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“Yo gano con la tragedia de unos y la tristeza de otros”: Cristina Villalobos

Esta historia comienza aproximadamente a las 12 de la noche, cuando arranca la jornada de fabricación los periódicos que se distribuirán en la mañana siguiente.

Terminada esta, inicia la del último escalafón de la actividad periodística: los voceadores, las personas que cada mañana salen a realizar su labor llevando a la sociedad toda la información que los periodistas han trabajado durante el día anterior.

Muchos de los papeleros -nombre que se le atribuye a los voceadores ya que anteriormente los periódicos se llamaban así- inician su día desde las 2 de la mañana cuando llegan a uno de los costados de un edificio ubicado en la calle 53B con carrera 46, donde queda el periódico El Heraldo.

En Barranquilla ya está amaneciendo. Son las 5 a.m., y aunque el sol todavía no es dueño del cielo, ya empieza a destellar los primeros rayos que despiden una hermosa noche encapotada de nubes. Con estos rayos, salen también muchos periodiqueros en busca de sus lugares de trabajo, ya sea un puesto, en una esquina o caminando por las calles de uno o varios barrios de la ciudad.

Los voceadores distribuyen varios periódicos, unos más que otros dependiendo el sector. Los papeleros que trabajan para el norte compran más periódicos de El Heraldo, El Tiempo, La Libertad o El Espectador, pero los que trabajan en los barrios del sur distribuyen más periódicos populares como Al Día o Q’hubo.

El día a día de los voceadores en las calles de las ciudad.

Manuel Castro, periodiquero desde hace más de 33 años, explica: “Mi producto principal es Al Día, yo compro 1500 o 1800, dependiendo de la noticia y del día. Si hay una noticia trágica de mi sector, mis vecinos compran mucho el periódico”.

Este es un factor positivo al momento de vender los periódicos, ya que muchas personas se interesan por este tipo de noticias. “Yo gano con la tragedia y la tristeza de otros”, afirma Cristina Villalobos, voceadora en la calle 33 con carrera 50.

Una profesión de toda la vida

Ser voceador es un ocio que, como dicen sus protagonistas, se convierte en pasión. Muchos de los papeleros llevan generaciones o años en esta labor, como es el caso de Manuel castro.

“Un amigo, una vez, me dijo que lo acompañara. El periódico, ese día, salió extraordinario porque cumplía 50 años y pesaba demasiado. De ahí me quedé vendiendo”, recuerda Castro.

Este papelero comenzó, como muchos, siendo un voceador minoritario, pero con el paso del tiempo ha ido creciendo en este negocio, el cual le brinda el sustento de su familia todos los días. Ahora castro cuenta con 24 vendedores, pertenecientes a su comunidad cristiana y, además, comenta que tiene un local en el barrio La Esmeralda.

La cordialidad es el valor principal que tienen todos los periodiqueros y lo que les permite mantenerse en esta labor. “En este negocio uno no puede estar con la mala cara. Yo doy los “buenos días” así la gente no me responda”, aduce Villalobos.

La decadencia del papel físico: los periódicos

El gran problema de los periódicos hoy día es que ya no son tan vendidos como lo eran antes. La era digital ha hecho que los consumidores y ciudadanos cambien la forma de leer las noticias.

En la actualidad, El Heraldo recibe en su sitio web -el cual abrió en el año 2000- aproximadamente 9 millones de visitas mensuales en todo el mundo, según sus reportes. Además, en su cuenta de Instagram cuenta con más de 324.000 seguidores acompañados de unas 8.000 publicaciones. En Facebook 395.679 personas lo siguen.

Estas cifras evidencian el alto número de personas que se informan a través de estas plataformas, lo que ha generado un descenso en los ingresos económicos del periódico. Consecuencia que no solo afecta a los dueños de estos medios de comunicación, sino también a este último escalafón, en el cual se encuentran cientos de personas que viven y aman esta labor, como explican los mismos voceadores.

“La venta se me ha bajado ‘full’ porque yo antes vendía 150 o 120 periódicos Al Día y ahora me vendo, si me va bien, 70 o 65”, comenta Cristina Villalobos.

Otros aspectos negativos que resaltan los periodiqueros es que ahora los jóvenes no quieren o no les gusta leer periódicos debido a que les resulta más llamativo informarse por otros medios más modernos como Facebook, Instagram o Twitter. Además, los periódicos cada vez vienen con más publicidad. “La gente dice que esos periódicos solo traen publicidad y esto ha generado que muchos voceadores tiren las revistas publicitarias que tienen los periódicos”, Recalca.

La lluvia es otro factor que afecta, puesto que los papeleros no pueden salir a vender los periódicos porque se dañan. “La lluvia no deja vender y eso baja los periódicos”, sostiene uno de los voceadores mayoristas.

Un paso al lado

Muchos voceadores, hoy, buscan otras alternativas para lograr mantener a sus familias debido a que este trabajo, como papeleros, no les da la estabilidad que tenían en años anteriores.

Cristina Villalobos, quien tiene 9 años como voceadora señala: “Debo buscar mejores oportunidades e ingresos”.

Aunque este empleo le ha dado la oportunidad de sacar a su hijo adelante, con tristeza en sus ojos, asevera que quiere dejar este oficio porque ya no le resulta rentable.

Esta es la situación que viven todos los voceadores, ese último escalafón de la información periodística, que cada día les resulta más difícil mantenerse en esa labor que aman. “Yo le cogí pasión a mi oficio, pero ya no puedo” concluye Cristina.

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