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Rafael José Rico Palmera, es un joven de 15 años, del municipio Santa Lucía, Atlántico. Nacido en el seno de una familia numerosa, le tocó empezar a trabajar a la edad de 9 años, vendiendo boletas de lotería, para ayudar con los gastos familiares. 

Tiempo después, Rafael, junto a 5 de sus 15 hermanos, decidieron salir a vender aguacates y bananos, ocasionalmente otras variedades de frutas cuando les alcanza el dinero, en varios puntos de la ciudad de Barranquilla. 

El menor curso hasta quinto grado de básica primaria. Quiere seguir estudiando, pero el trabajo consume la mayor parte de su tiempo. Se levanta temprano en la mañana, en su casa en el barrio las Malvinas en Barranquilla, para llegar a su punto de trabajo en la Calle 91 con 59. En donde permanece vendiendo bajo el sol hasta las 2 – 3 PM. Sin embargo, Rafael defiende que no hay excusas para no ir al colegio y quiere volver a estudiar más adelante en horario nocturno. 

Su mayor ilusión era ingresar a una escuela de fútbol y entrar a un buen equipo. Pero no tiene el dinero, ni el tiempo, para perseguir su sueño. “En diez años no sé dónde estaré, pero quisiera algo diferente a estar vendiendo aguacates”. 

Así como Rafael, miles de niños en Colombia abandonan sus estudios para empezar a trabajar. Según el último informe sobre trabajo infantil de la Universidad del Rosario, más de 869.000 menores trabajan en el país. A pesar de que la tasa de trabajo infantil se redujo en un 1.3%, pasando de 9.1% en el año 2015, a 7.8% en el 2016. Esta problemática sigue constituyendo un freno para el desarrollo de nuestros niños y del país. 

La mayoría de menores que trabajan, lo hacen para ayudar a cubrir los gastos familiares. Los padres o responsables, no se percatan de que el trabajo infantil perpetúa el círculo vicioso de la pobreza. “Los daños a los menores que trabajan son evidentes. El Niño debe estar en un espacio de formación y recreación, para que su desarrollo psicológico, moral y personal sea propicio. En áreas laborales, el menor pone en peligro su integridad personal y su proyecto de vida.” Así lo afirma el defensor regional del pueblo Milton Gomez. 

Para la Oficina Internacional del Trabajo, el trabajo infantil priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad. Muchos países se ven afectados fuertemente por conflictos, inestabilidad y violencia, lo cual deja como resultado el desmoronamiento de los servicios básicos, entre ellos, la cobertura de la educación. Los niños son las principales víctimas de las crisis y la escasez. Por tal razón, la OIT lanza en el año 2002 el Día mundial contra el trabajo infantil. Con el fin de que la gente tome conciencia y se atrevan a denunciar estos casos. 

En Colombia, las peores formas en que se presenta el trabajo en menores, son la explotación sexual comercial, vinculación a grupos armados ilegales, participación en el narcotráfico u otras actividades ilegales. Actividades peligrosas  que esclavizan, maltratan, aíslan al niño de su familia, y lo exponen a enfermedades, muerte, abandonó, sufrimiento, entre otros. 

El deber de un niño es estudiar, desarrollar sus capacidades, ser creativo, formar las bases para su desarrollo, aprender y ser feliz. Ningún menor de edad debería estar preocupado porque “hoy no vendió lo suficiente”, “no trajo plata a la casa”, o “porque le robaron la mercancía”, etc. El trabajo de un niño, debería ser única y exclusivamente, ser precisamente eso, un niño. 

“Una posible solución es que se active la ruta de protección consagrada en la ley 1620, en donde cualquier autoridad, particular, familiar del menor que esté siendo objeto de Maltrato, ya sea a través del trabajo infantil o algún otro tipo de agresión, inmediatamente sea reportado al bienestar familiar y la policía de menores para que el menor sea protegido”. Sugiere Milton Gómez. 

Según la ONU, El trabajo infantil prohibido en el derecho internacional está comprendido en tres categorías: 

  1. Las peores formas en las que se presenta el trabajo infantil tales como, esclavitud, trata de personas, reclutamiento forzado de niños para utilizarlos en conflictos armados, prostitución, pornografía, entre otras actividades ilícitas. 
  2. Trabajos realizados por niños que no alcancen la edad mínima especificada para un determinado trabajo, según lo determine la legislación de cada nación, que impida la posible educación y pleno desarrollo del menor.
  3. Un trabajo que ponga en riesgo y peligro, el bienestar físico, moral y mental del menor, ya sea por la naturaleza de la labor, o por las condiciones en que se realiza. Eso se denomina -trabajo peligroso-. 

Para seguir reduciendo las tasas de trabajo infantil, se necesita firmeza en las autoridades y que se garantice una educación de calidad, accesible en un nivel básico para todos los niños en el país. 

Los niños tienen derecho a divertirse y a jugar. Pues, de la educación de un menor, se desprende su desarrollo y su proyecto de vida. El trabajo infantil no debe ser tolerado, ni ignorado. Los ciudadanos tienen la tarea de denunciar. 

 

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