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Por: Lidemis Magdaniel.

Había una vez un universo lleno de imaginación, historias, colores y personajes. Un universo donde un galán llamado Julito Pacho Bota Ta cobra vida, y junto a Emperita Díaz y sus característicos movimientos, emprenden toda una batalla contra la llorona Loca, el Fantasma y el Coco. En este universo Mariano el iguano es una sensación con su caminar, va de un lado a otro moviendo la cola como si fuera el más galán. Y ni hablemos de Sben la abeja, que de zumbido en zumbido capta la atención, salvando la obra de una bruja intrusa con un tirón.

Pero todo universo tiene un creador, y este es resultado de la imaginación de José Gregorio Stevenson Díaz. Un artista loco, diría yo, tan loco como para crear todo un universo que se divide en varias historias. Y digo ’loco’ porque alguien cuerdo no sería capaz de hacer arte de la forma en la que él lo hace.

José Stevenson es un ‘man’ -como diría él- relajado, espelucado, despreocupado y buen conversador. Es alto, delgado, tiene el cabello blanco y ojos grandes; ojos que constituyen una mirada contundente, que no se aparta de la tuya cuando habla. Hijo de Julio Stevenson Collante y Emperatriz Díaz. Fundador del grupo ‘La Chicharra’. Stevenson estudió Ciencias Sociales, es titiritero, actor, pintor, cuentero, profesor e historiador independiente.

“yo soy pasionario, vehemente, explosivo.”

Mientras hablábamos de su trabajo sobre la historia de Barranquilla, llegó de visita a su casa su gran amigo, Lucho. Se conocen desde la universidad y han sido buenos amigos desde entonces.

Cuando Lucho llega, José comienza a contarle su engorrosa experiencia en una conferencia a la que fue invitado, donde un profesor cuestionó su trabajo. Repetía la palabra “eche” seguidamente, y se levantaba de vez en cuando de la silla totalmente metido en historia.

-Me dijo irresponsable,eche, más irresponsable es él que viene a cuestionarme el libro sin haberlo leído.

-Imagínate, sin haberlo leído.

-Entonces se enrronchó. Hey, yo tengo mi tesis, yo planteo lo mío.

La razón de la molestia de José con dicho profesor, es que este cuestionaba su tesis planteada en su libro “Una Visión Crítica acerca del Origen de Barranquiilla”. Y es que su pensamiento a cerca de la fundación de Barranquilla es diferente, está relacionada con la

arquitectura. Él explicaba detenida y detalladamente que para poder hablar de pueblo debe haber algo construido o establecido. Si no se tienen objetos arquitectónicos establecidos solo se tiene un lote, no un pueblo, “habitamos porque construimos”, esto sonó para mi muy lógico. Cuando explica esa tesis su tono de voz sube y sus palabras van con un ritmo un poco más rápido, pero acentúa cada una de ellas y se asegura que se haya entendido todo lo que dijo.

De este mismo pensamiento nació su proyecto “Navegario”, que trata de recorrer las rutas antiguas de la ciudad que constituyeron distintos momentos de la historia. La idea es aprender sobre el origen visitando los lugares donde ocurrió la historia. En la actualidad está escribiendo un nuevo libro, dice que es Navegario hecho libro. José escribe a mano, no tiene computador.

-A mi esa vaina de la tecnología siempre me causó dificultad.

-¿Entonces escribe todo completamente a mano y luego lo transcribe en computador? – pregunté

-Los amigos me traen siempre información y me pasan los libros. Joda, es una vaina bacana cuando abro la bolsa de los mano escritos y sale el olor a tinta.

La faceta de historiador de Stevenson es muy importante para él, se centra en la historia de Barranquilla, específicamente el origen. A él le causa mucha gracia lo que tal vez los otros historiadores piensen de él, me dice mientras se ríe con una mezcla de obstinación, “Ellos piensan: este viene de estar haciendo títeres a echarle cuento a uno. Yo llevo 8 años de leer e investigar en mi casa”.

Y es que cuando comienza a escribir no hay nada que lo detenga, son horas y horas junto a su bolígrafo y la hoja de papel. Su estudio es un cuarto pequeño, tiene una pequeña biblioteca, no tan organizada, en un estante y sobre este una foto de su padre. Me contaba que su padre escribió muchísimos poemas y él conserva algunos. En su cuarto también tiene 3 fotos de Bob Marly “me gusta escucharlo mientras trabajo”. Bob, junto a Héctor Lavoe son sus cantantes preferidos “pero a Lavoe si no lo escucho para trabajar porque me dan ganas de bailar, que la rumba, que la cervecita, entonces no”.

“La Emperatriz” es su centro cultural y al mismo tiempo su casa. Tiene este nombre en honor a su madre, y este lugar es sede de todo el arte que rodea la vida de Jose Stevenson. Allí presenta todas sus obras y festivales. Está en busca de acreditar su espacio, y la mejor forma de acreditarlo es con una programación regular.

Al entrar a la casa, lo primero que resalta son los ladridos de Elsa, la compañera perruna de José, quien después de saludarla me recibe amistosamente. La sala del lugar es una galería de arte, están expuestas varias pinturas de colores cálidos y llamativos.

Todas pinturas son niños haciendo distintas cosas, la más grande de ellas es una donde están cinco niños sentados en el suelo, con ropa desgastada. Tienen pies grandes, muy grandes. De hecho, todos los niños de las pinturas tienen los pies grandes.

Un poco después supe que las pinturas hacen parte de la serie “Los niños no tienen la culpa”, es una serie de 22 piezas que hacen referencia a la niñez y el desplazamiento. Por esta razón tienen los pies grandes, “porque a las personas se les desarrolla lo que más usa, los pies grandes representa la caminata de los desplazados”, me explica José. Vendió en Medellín algunas de las piezas y conserva otras con él.

La cuestión es que José pinta de vez en cuando, solo cuando le dan ganas. Pero cuando comienza un proyecto de pintura no puede parar, trabaja horas seguidas pintando. Para él el mayor logro como pintor fue una imagen de la virgen de Guadalupe de 4 metros de alto. Dice que tiene un record guinness sin registrar: “el cuadro de la virgen de Guadalupe pintado en óleo más grande del mundo”.

Para él ese cuadro representa su mayor orgullo, trabajó en el 12 horas seguidas al día, en el proceso se le presentaron varios tropiezos y pensaba: “yo para que me metí en este rollo”, pero después al terminarlo, lo miró de frente y pensó “¿yo hice esa vaina tan gigante?” con una satisfacción y orgullo muy grande, tan grande como el cuadro. Este lo donó a la iglesia de su barrio, y encajó perfecto con la pared.

Pero ese cuadro representa algo más, es fruto de un trato que hizo con su madre antes de su muerte. Su madre, quien fue su musa, la ‘reina de su universo’, a quién dedicó cuidado los últimos años de su vida.

-Yo quiero un cuadro que se vea, los cuadros de las iglesias no se ven. –Le dijo su madre en una ocasión.

-Nojoda, un cuadro que se vea en la iglesia debe ser un cuadro como de ese tamaño- José señaló un poste en frente de su casa.

-Ese es el tamaño más o menos. Eso debe medir como cuatro y pico.

Y de ese momento, nació el proyecto que hoy en día recuerda con satisfacción. Dice que está pendiente en hacer dos cuadros más que también donará.

El patio de La Emperatriz es el teatro, está lleno de pinturas hechas por varios artistas que plasmaron sus ideas en las paredes. Por ejemplo la pintura del Hombre Caimán, representa el hombre visto desde los ojos de la que dicen que lo vio a las orillas del rio. También hay pinturas representativas de la afrocolombianidad y el arte. En frente está la tarima “Héctor Lavoe”, donde, además de otras funciones, se presenta la función de títeres “El amor es más fuerte” los domingos

En la actualidad el oficio artístico en donde más se desempeña es en los títeres, Stevenson es un titiritero de gran trayectoria y ha participado en varios festivales a nivel internacional. También trabajo 9 años en la secretaría de cultura como profesor de obras con títeres. El diseña y hace cada uno de sus títeres, a los que les construye toda una personalidad e historia.

Contaba el universo de sus títeres mientras los mostraba uno por uno. A la medida que sacaba alguno, contaba su historia, a que obra pertenecía y su personalidad, era como si presentara a un muy buen amigo o a un hijo, al que conocía casi como a él mismo.

-Ellos tiene su personalidad, uno a veces quiere que sean como uno quiere, pero terminan siendo como ellos quieren. –Me decía mientras explicaba como lo manejaba y como se construía el personaje.

Yo solo miraba y escuchaba encantada como se emocionaba mientras me presentaba uno por uno como un papá orgulloso. Mientras los manejaba y los hacia moverse veía también su expresión, el entraba totalmente en el papel del títere. Uno de los títeres que más quedó en mi memoria fue Julito Pacho Bota Ta.

-Su segundo apellido es Ta, por eso es Bota Ta.

Contaba esto mientras lo manejaba con su mano, en el instante que José sostuvo a Julito en sus manos el títere cobro vida, siendo otra persona más en la habitación, con decir que hasta me saludó, me besó la mano y me preguntó si era periodista.

-Sí Julito, ¿cómo estás?

-Excelente, ven a la función del domingo.

José y Julio Bota Ta.

Sí, estaba conversando con un títere, pero precisamente esa es la magia de este universo, darles vida a los personajes que tienen una historia, que nos sacan de la rutina a tal punto de conversar con un muñeco.

José me contaba que los titiriteros no se hacen en dos años, “a ti te hace titiritero la plaza, la calle, el festival, titiritero lo hace el oficio”, en Barranquilla no existe ningún lugar donde se pueda aprender este arte, y cada vez son menos conocidos los espacios donde se pueden apreciar. Expresaba con cierto tono de resignación que el nivel de teatro de títeres es muy bajo, que barranquilla es muy inculta, todo lo carnavalizan “todo es pea pea, brinca brinca y ron.”

Además de pintor y titiritero es poeta, escribió “40 Poemas para Lola” y “Lolario”, con el ganó el premio a Larga trayectoria en 2018. Dice que aprovechó sus tusas para escribir sus poemas. Como actor ha trabajado en varios cortometrajes, pero luego se aburrió “lo que no me gusta, no lo hago”.

El profe, como lo llaman en el barrio, enseña historia de Barranquilla a niños de primaria y poco a poco muestra la importancia de conocer sobre historia. Es dedicado y busca el mejor método para que los pelaos´ -como los llama él- aprendan y se interesen; hasta entró a ser profesor de historia con el objetivo de crear en la escuela un semillero de investigación.

También se destaca en los títeres de papel, donde en un teatro diminuto con personajes hechos en papel son manejados con un palito de madera, en estos pequeños escenarios se cuentan grandes historias con varios escenarios, personajes y sonorización. Para este tipo de teatro se necesita una gran dedicación, pintar diferentes fondos para dar forma a la historia y una gran habilidad para manejar toda la obra, ya que solo lo hace una persona.

No tiene horas cotizadas ni pensión, ha hecho lo que ha querido. Dice ser feliz sin tener las manos llenas.

-Yo escogería la vida como la he vivido.

-Sería artista sin pensarlo dos veces.

-Claro, he vivido sin jefe, sin ley ni permiso de nadie para hacer mis vainas.

“El joven busca su sueño, y el viejo tendrá que luchar por su vejez”

No esclavizó su juventud en busca de una pensión, vive como quiere vivir. No trabaja por contrato ni se preocupa por tener una pensión ni estabilidad en su vejez.

-La vaina es así: el joven busca su sueño, y el viejo tendrá que luchar por su vejez.

La particularidad de las obras de José Stevenson, es que el las utiliza como una crítica a las cosas que están mal en la sociedad, ’El amor es más fuerte’ es un ejemplo. En medio de la obra muestra fotografías de líderes sociales y personas importantes que fueron asesinadas, es una crítica a la violencia. También en otras de sus obras trata la problemáticas sobre el medio ambiente, extinción de especies, identidad, entre otras.

Y en su oficio de hacer marionetas, ganó junto a su grupo dos Congos de Oro en 2006- 2007, Estos muñecos fueron animales en vía de extinción, son pioneros en la realización de muñecos gigantes animados en el carnaval. En el 2000 sacaron un ‘iguanodonte’ que medía 22 metros de largo por 1.80 de alto, pero no gano Congo de oro.

Llamo ´loco´ a Stevenson porque es capaz de hacer de lo feo arte, hacer de los problemas de la sociedad toda puesta en escena que lleva al máximo las emociones y dar una enseñanza para públicos de todas las edades. Además de ser “una especie que nace

incorregible, vive en desobediencia, pero necesario para exorcizar la monotonía institucional” como lo dice la biografía escrita por su mejor amigo Lucho, en su libro ‘Lorario’.

Este universo del arte es capaz de sacar a las personas de la cotidianidad, de darles la experiencia de algo distinto. Es dar la visión sensible de la realidad que tristemente la gente no sabe apreciar. La tradición de ‘pasar el sombrero’ no existe ya, no se tiene cultura de pagar el arte.

Julio Bota Ta con su inigualable actitud sale a escena en el patio de La Emperatriz, se acerca a un niño que entre asombro y risas se aleja un poco de él y lo mira con fascinación. Mientras que los niños alrededor están tan emocionados como él. Esta escena queda grabada en mi memoria, en ese momento pienso que cualquier oficio que logre tales reacciones es indispensable. Por su parte, José Stevenson cree que eso es lo más gratificante de su profesión. Ver las reacciones de su público es la mayor remuneración.

Emperita Díaz, Julio Bota, El fantasma, La llorona loca, Sben la abeja, Mariano el iguano junto a muchos personajes habitan este gran universo. Donde el arte, la actuación y la cuentería también luchan día a día para su consolidación en la cultura y la remuneración de la imaginación.

 

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