Por: Andrés Barraza, Valeria Butrón y Gabriela Monsalvo
Ser mujer no es fácil, ser parte de la comunidad LGBT tampoco lo es, y a eso sumarle tener VIH lo hace mucho más complicado. Lo anterior recoge un sinnúmero de estigmas, prejuicios, discriminación, amenazas y humillaciones que ninguna persona se merece, sobre todo en momentos en los que se necesita del apoyo de los demás.
Tatiana lo sabe, y a pesar de eso, vive, se viste y actúa feliz en compañía de los demás. Quien la ve no se imagina que tiene VIH, y así es, el virus pasa desapercibido siempre, pero no por eso está exenta de vivir desagradables experiencias con las personas que de antemano deben respaldarla y atenderla integralmente. Ella pertenece a ese 19% de la población de mujeres trans que han sido diagnosticadas con VIH en Barranquilla, según un estudio de vulnerabilidad al VIH y prevalencia de VIH en mujeres trans en Colombia en 2016, realizado por el MCP (Mecanismo Coordinador País).
Cuando le diagnosticaron el virus estaba en urgencias con su madre. Después de realizarle varios diagnósticos, las enfermeras le dijeron a esta que su hija se iba a morir. También ha sido víctima de discriminación. Cuenta que un día necesitaba atención médica, y en el momento en que las enfermeras se enteraron que portaba VIH, usaron exageradamente protección sanitaria como si, pese a ser profesionales de salud, no conocieran los medios de transmisión del virus y el buen trato hacia los pacientes.
Y esto no es lo único que ha soportado, en la EPS también tiene que aguantarse las miradas de todo el que se da cuenta que es una mujer trans mientras la llaman por su nombre masculino. No lo ha podido cambiar, el trámite para actualizar su cédula es más difícil siendo LGBT. Esta es una de las desmotivaciones para personas de esta comunidad al momento de acudir a los servicios de salud.
“En lo que va corriendo del año se han reportado a la fecha 489 casos de personas con VIH/SIDA del cual el 97% de la población recibe tratamiento antirretroviral”
El Virus de la Inmunodeficiencia Humana
El virus de la inmunodeficiencia humana o VIH es un microorganismo perteneciente a la familia de los retrovirus que se transmite por el contacto directo con este, es decir, a través del contacto con sangre contaminada, relaciones sexuales sin protección, transmisión madre a hijo en la lactancia o intrauterinamente. Fue descubierto en 1983, cuando se vieron los primeros casos de individuos infectados. Un grupo de investigadores de Francia determinaron que el síndrome de enfermedades que desarrollaban estas personas tales como neumonía o tuberculosis estaban asociadas a una inmunodeficiencia producida por un virus.
A partir de ese momento se empezaron a desarrollar medicamentos antirretrovirales y se han ido perfeccionando a lo largo de los años. Estos permiten combatir la carga viral en la sangre hasta llevarla a un estado indetectable, siempre y cuando la persona lleve rigurosamente el tratamiento. Aún hoy no se ha descubierto una cura para el VIH. El doctor en Virología e Inmunología, Guillermo Cervantes Acosta, le atribuye esto a la alta mutabilidad del virus, es decir, su genoma está en constante modificación, lo que ocasiona la aparición de nuevos subtipos de virus.
Cervantes afirma que debido a que este virus se transmite por contacto sexual se encuentra categorizado dentro de las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS). Sin embargo, la capacidad del virus de transmitirse sexualmente no es tan eficiente como con otros medios. Por ejemplo, a través de transfusiones de sangre o al estar en contacto con jeringas infectadas. Para escuchar la entrevista completa con el doctor Cervantes haz clic aquí.
Las cifras en Colombia
La tasa de VIH/SIDA para el país se encuentra actualmente en 14 por 100.000 habitantes. Son varias las zonas del país que están por encima del promedio, entre ellos Barranquilla que por cada 122. 207 habitantes existen 243 casos reportados, según el informe realizado por el Instituto Nacional de Salud (INS) en el 2018, lo que sitúa a Barranquilla como la cuarta ciudad con más prevalencia del virus en Colombia, con una tasa de 19,8. Algunas de las posibles causas son la confluencia de migrantes en la ciudad por su ubicación geográfica y falencias en las medidas de prevención que realmente permitan contrarrestar el problema.
Según la Secretaría de Salud, en lo que va corriendo del año se han reportado a la fecha 489 casos de personas con VIH/SIDA del cual el 97% de la población recibe tratamiento antirretroviral. Las cifras han disminuido en comparación con el año anterior donde se diagnosticaron 622 casos. Esto contrasta con la información del informe anterior del INS en el que se evidencia un aumento de 1455 casos entre el periodo 2017-2018 a nivel nacional.
El director de Fundarvi, Heriberto Mejía, dice que el problema radica en que no hay políticas públicas claras que tengan en cuenta el problema y apliquen la prevención desde un enfoque diferencial. En otras palabras, no tienen en cuenta que las circunstancias de las personas son distintas, por ende una campaña de prevención no tendría el mismo impacto para la población LGBT como para los jóvenes de clase media o baja. Otro problema radica en que no existe un trabajo por parte de la Secretaría de Salud en conjunto con las EPS, ya que estas últimas se enfocan más en la atención que en la prevención de las enfermedades de transmisión sexual.
Esto se ve reflejado en la problemática desde un ámbito social, el virus del VIH, no es hoy un sinónimo de muerte como muchas personas aún lo piensan. El ser portador de VIH no impide desarrollarse de manera digna y con calidad de vida, siempre y cuando la persona se adhiera a un tratamiento antirretroviral que contrarreste la carga del virus en la sangre. Es precisamente aquí donde influyen algunos factores sociales como la desinformación y el desconocimiento del diagnóstico.
Si bien el virus lo puede portar cualquier persona sin distinción de clases sociales u orientación sexual, hay ciertas poblaciones que son más vulnerables. Nadie está exento de contraer el virus, por esto es importante que haya más conocimiento de este, cómo se puede prevenir y cómo tratarlo.
Asimismo, es posible que personas sean portadoras del virus y no tengan conocimiento de esto o que su pareja las contagie. Esto está ligado a factores culturales como el tabú que existe alrededor del VIH, que cohíbe a las personas de realizarse el diagnóstico de manera regular y también la falta de promoción de este en los planes de salud de las entidades tanto públicas como privadas. Un claro ejemplo de esto es Patricia, quien fue contagiada por quien era entonces su pareja sentimental y padre del niño que saca adelante con sus propios esfuerzos siendo madre soltera. Ya lleva 9 años conviviendo con el VIH y fue en el cuarto mes de gestación que la diagnosticaron positiva en su EPS. El niño salió VIH negativo y hoy en día Patricia no sabe nada del padre de este.
Patricia, quien al principio sobrellevaba difícilmente su situación, tanto así que la remitieron a apoyo psicológico, dice sentirse agradecida con todas las entidades que le han brindado apoyo, entre esas la Fundación Manos Unidas, en la que ha aprendido a ser autónoma, administrar un negocio, saber controlar su economía y sobre todo su virus.
El rol de las entidades públicas
La Oficina de Salud Pública se encarga de controlar las intervenciones y procedimientos de las EPS a los pacientes con VIH. Esta entidad distrital tiene la tarea de promocionar las medidas preventivas del virus, a través de distintos programas y velar por la atención y el tratamiento de los pacientes sin importar la afiliación que tengan. Además de ser una obligación del estado dar los medicamentos de forma gratuita.
Para la encargada de la Oficina de Salud Pública, Eloina Goenaga, la educación es un buen método de prevención que debe ser impartida desde el colegio siendo transversal con las asignaturas, para que después de presentar dichos lineamientos, se logre llevar una evaluación del proceso y comprobar su eficiencia. Sin embargo, existen algunas escuelas que presentan resistencia basándose en principios religiosos bajo los que se rigen, limitando el éxito total de dichos programas.
La mayoría de las personas que ya viven con el virus, prefieren complementar sus tratamientos o ser respaldados ante la negligencia de las instituciones prestadoras de salud, haciendo parte de fundaciones, grupos y ONGs que los apoyen en todo este proceso.
Influencia de la migración venezolana
La llegada masiva de los ciudadanos venezolanos a Colombia y a Barranquilla, que es una de las ciudades que más ha recibido a los migrantes, ha traído consigo estigmas y prejuicios sobre estas personas y la prevalencia de VIH en la ciudad no ha sido la excepción. Para muchos, esta es la razón del incremento de las cifras de personas con VIH en Barranquilla y al número de mujeres venezolanas que se han dedicado a trabajar sexualmente. Sin embargo, desde la Oficina de Salud Pública, las cifras solo demuestran que el incremento no ha sido por transmisiones del virus, sino por venezolanos que llegaron a Colombia ya enfermos, en busca de tratamientos que en Venezuela no son asequibles.
Aunque sí es cierto que la llegada de venezolanas en busca de mejorar su economía ha incrementado el número de trabajadoras sexuales en la ciudad, y esto ha causado que el servicio que prestan las trabajadoras sexuales barranquilleras se desvalorice que las ha obligado incluso a ceder a trabajos en condiciones injustificables.
Para Marcela, quien ha sido trabajadora sexual por más de 40 años, haber sido diagnosticada con VIH ha sido la peor noticia que le han dado en su vida, en el afán de conseguir dinero para comer algo y pagar el lugar donde duerme, aceptó tener relaciones con un hombre a un costo demasiado bajo y sin utilizar preservativo. desde ese momento sintió que su vida podía correr peligro, así que no tardó en hacerse una prueba rápida, que dio positiva, decidió entonces contárselo a sus tres hijas en busca de apoyo, pero estas se alejaron. Ahora Marcela solo busca el apoyo de entidades que le ofrezcan información sobre el virus con el que ahora vive, y en oportunidades que incrementen sus ingresos para así poder sostenerse y continuar con su tratamiento.
¡Abajo los estigmas!
Los prejuicios que más recaen sobre las personas diagnosticadas con VIH positivo, principalmente son que las personas tienen SIDA, también, que el virus es contagioso hasta con el contacto con la piel, y que el que lo “padece” tiene como regla morirse en cualquier momento y vivir mientras en un estado deplorable.
El Sida, Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, es la etapa más desarrollada del virus en el que el sistema inmune se debilita y es propenso a contraer infecciones y cánceres. Se puede prevenir si se es constante con el tratamiento y si se hace un diagnóstico temprano del virus, tanto así que la carga llegue a un estado indetectable, lo que quiere decir que se puede vivir muchos años con el virus sin llegar a desarrollar el síndrome.
Desde el vocabulario debemos buscar ser menos discriminatorios con estas personas, al referirse a que alguien “padece” de VIH instantáneamente le otorgamos el valor negativo, por eso sería correcto decir que la persona vive o convive con VIH.
La mayoría de las personas tiene el estigma de pensar que el VIH está más lejos que cerca, o que solo una población en específico la puede contraer, como lo es la comunidad LGBT o las trabajadoras sexuales, pero no es así.
“El virus es totalmente democrático, el no come cuento de que eres rico, pobre, heterosexual, homosexual. Cualquier persona que de la papaya puede contraer el virus, por eso es que hay que estar bien informados y las maneras de prevenirlo”, dice Heriberto Mejía, que opina que la sexualidad debe ser un tema abierto de conversación, tratado común y normalmente, dejando los tabús a un lado y así poder estar más informados.
Para Tatiana haber sido diagnosticada positiva con el virus, la ha ayudado mucho en su vida, ahora se quiere más, se respeta y dejó de hacer cosas que antes hacía. “Para mí vivir con VIH ha sido una de las mejores experiencias en mi vida, me ha ayudado a educarme, a alimentarme bien, a dejar la droga. Yo fui una persona de calle, fui prostituta. Ahora vivo con consciencia, responsabilidad y siempre uso preservativo, cosa que en el mundo loco no hacía”. Todo su proceso conviviendo con el VIH le ha traído todo tipo de enseñanzas, a pesar de que al principio para las personas sea una noticia difícil y se sientan desesperados deben concientizarse de llevar una vida más saludable y estar a tiempo con su tratamiento. Afirma que al ser constante con el medicamento, se puede vivir como si no tuviera nada, normalmente.
Tatiana se siente ahora empoderada y ha estado liderando y concientizando a las poblaciones con VIH, brinda charlas y trata de educar sobre la protección que se debe tener en las relaciones sexuales penetrantes conociendo que existen más enfermedades de transmisión sexual. “Hablar sobre el virus y la sexualidad debe ser una conversación amplia y sin tabús”, agrega.