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Por: José Berrocal Contreras

En su casa viendo películas se encontró con “Volver al Futuro”, la cinta protagonizada por Michael J. Fox. En la escena donde el doctor Brown habla de la singularidad del tiempo y las líneas tangenciales, se convierte en detonante que condujo a este joven para a una estrecha relación con la ciencia. Aquí empezó todo.

“Esa película jamás se me olvida, esa explicación que hace el doctor sobre la singularidad del tiempo y la línea del tiempo me marcó”. El único cine que había en esa época en el pueblo lo cerraron. Su padre lo llevaba a ver películas de Bruce Lee. “Pura patadas”, afirma.

En su escuela hubo una discusión por los aspectos que había de mejorar para la institución. “Aquí estamos atrasados, estamos fregados, ¿Cómo vamos a avanzar aquí en la educación?, ya en otros países ya están construyendo naves espaciales para ir a Marte”, dijo la almacenista del colegio en medio de la polémica.

Lo cuenta con la misma emoción y asombro que sintió cuando vio la película o escuchó las palabras de aquella almacenista inspiradora. Cuando habla mueve los brazos y abriendo los ojos se traslada “temporalmente” a su natal tierra en el corazón de los montes de María. Todavía se percibe restos de su acento que confirma su procedencia.

Fueron estos hechos los que despertaron en su mente la curiosidad de Orlando Méndez, director del Planetario Combarrranquilla. Durante más de 10 años ha trabajado con la astronomía aficionada, los colegios y también en las olimpiadas escolares de matemáticas, física, astronomía.

Desde muy pequeño lo invadió la curiosidad, su hambre de saber y tener respuesta a todo siempre lo acompañaba. Esto mezclado con la poca contaminación lumínica de su pueblo, le permitieron a Orlando mirar arriba y contemplar las estrellas que reposan en el inmenso cielo.

Siempre fue niño, inquieto con las preguntas. Formulaba interrogantes, pero a veces no se las  respondían. Habían cosas que le daban vuelta en la cabeza y que en algún momento quería darle respuesta, tenía ideas como “¿la tierra algún día se caerá con tanta gente, tanto carro?”  o, por ejemplo, “¿esos puntos qué son? ¿las estrellas dónde están?”. La curiosidad lo acompañaba.

Vivió y creció en El Carmen de Bolívar en una familia de cinco hermanos. Su papá campesino y la mamá ama de casa como era la tradición, lograron el quinto de primaria, que para la época era “la especialización”. Orlando es el mayor de los cinco hijos de la unión entre Rafael Méndez y Virginia Chamorro.

Orlando, apoderado por los interrogantes, también le gustaba leer, pero la biblioteca de su pueblo no tenia una buena dotación para poder desempeñar conocimientos. Sin embargo, perteneció a la época de historietas que traían de las ciudades a las plaza del pueblo. “ Soy de la generación que leyó mucho a Kaliman y a Memin. Para leerlo había que pagar poder ver esas historietas, entonces yo guardaba plata de la merienda. Los sábados y domingos llegaba a la plaza a las colmenas y pagaba por leer”.  El libro que lo marcó y lo inspiró fue el libro de ciencia de quinto grado .“En uno de los capítulos del libro que hablaba de las constelaciones, vi la Osa Mayor. Luego de un tiempo la encontré, pero luego se desaparecía. Años después entendí que el cielo se mueve y eran cosas que no conceptuaba”.

“En vacaciones yo me iba a donde mis abuelos, en un municipio llamado Córdoba. Desde el pueblo los viajes a la finca de mis abuelos eran caminando, el recorrido duraba 2 horas. Nos íbamos a las cuatro e la mañana de tal forma que al amanecer ya estuviéramos allá. Así mismo lo hacíamos de regreso, partíamos a las cinco de la tarde y caminábamos en medio de la noche, entonces tuve la oportunidad de ver cielos despejados y podía ver las estrellas.”

Sin embargo no todo fueron paisajes y cielos bonitos. La época de la violencia llegó sin aviso a los Montes de María. Se enfrentaban las autodefensas y la guerrilla. El pueblo y sus civiles quedaban en medio del fuego cruzado y todo lo que era juegos con los amigos en las esquinas, para Orlando, se acabó. “Antes podíamos quedar hasta tarde jugando, pero luego eso se acabó. Todos teníamos que estar encerrados en la casa desde las seis o  siete de la noche.

Fueron dos épocas distintas que le tocó vivir. Esa donde en su pueblo todas las familias trabajaban, prosperidad y libertad se respiraba junto con el aroma de las montañas de la sabana. Después todo se opacó con la violencia, las cosas no fueron iguales.

Llegada a Barranquilla

Al culminar el Bachillerato duró un año haciendo otras cosas, trabajando. Orlando arribó a barranquilla a mediados de los 90 para iniciar sus estudios de licenciatura en matemáticas y física en la Universidad del Atlántico en 1995. “La inducción que nos dieron fue cruel, nos reunieron a los dos grupos que entramos y nos dijeron ´aquí el promedio de los que se gradúan es de seis o siete por cada sesenta que comienzan`; eso fue duro para mi, nos estaban diciendo que íbamos para afuera. Me dije que yo tenía que quedar dentro de esos siete. Las estadísticas se cumplieron.”

En la Universidad encontró un grupo llamado CAUA (Centro de estudios Astronómicos de la Universidad del Atlántico) con los que viajaba a municipios cercanos para hacer observaciones astronómicas. “Las primeras observaciones eran horribles, recuerdo que nos fuimos con los telescopios en el hombro, tomamos un bus, nos bajamos en Baranoa, desde ahí fuimos a un corregimiento en una zona montañosa y en una cancha hicimos la observación con una mosquitera, llovió. Al día siguiente nuevamente con el telescopio en el hombro”.

En Barranquilla vivió en varios sitios, el primer semestre vivió en Sabanagrande con una tía. Tomar bus desde Sabanagrande hasta el mercado para luego tomar otro bus hasta llegar a la Universidad, fue duro y traumático para un joven acostumbrado a la paz y la tranquilidad que ofrecen las montañas. “No estaba acostumbrado a la cantidad de gente en la mañana en un bus, fue muy duro”.

Tiempo después llegó a la casa de un Turco, “El único Turco buena gente que he conocido”. Muhin Shater era el nombre de aquel extranjero dueño de un taller de aparatos ortopédicos. Como buen Turco negoció con Orlando una alcoba que tenía en su casa a cambio de cuidar el taller, la casa de extraños mientras él viajaba a repartir o vender los aparatos ortopédicos. Mantener todo limpio y cuidarlo era la tarea de Orlando. “una ganga la que encontré”. Durante tres años vivió en ese lugar.

Alrededor de quinto semestre, cambió sus estudios para los horarios nocturnos, le tocaba trabajar. Era profesor en algunos colegios privados que pagaban por horas y eso le alcanzaba para los buses. Al mismo tiempo migró nuevamente al barrio El Universal que en esos tiempos todavía no tenia luz, pero era sano. Un año aproximadamente duró en aquel barrio.

Por motivos de la violencia, su familia viajó Barranquilla huyendo de las atrocidades que vivían los habitantes de esa zona. Se asentaron en el barrio San Felipe. Orlando se graduó en el año en el 2001 y trabajó durante 2 años como profesor en varios colegios privados de la ciudad.

Posteriormente fue al planetario como guía, después fue coordinador de la Fundación Amigos de la Astronomía, dirigía eventos organizados por la fundación. En el año 2006, el planetario se le acaba el convenio con la fundación y Combarranquilla se hace responsable de la dirección del planetario y el centro de ciencia. Orlando es desde ese momento el director del planetario de Combarranquilla.

Aficionados y entusiastas

No ha viajado al estado de Texas, exactamente a Houston, pero sí ha visitado distintos países motivados por las olimpiadas de Astronomía y Astrofísica para jóvenes . Uno de esos tantos viajes a competir en Brasil, lo recuerda por un hecho en particular. En las competencias se debe demostrar de que los estudiantes son capaces de manejar un telescopio pero, como puede pasar, el cielo se nubló. “Los brasileros en su mayoría son profesionales, pero son entusiastas. Uno de ellos tomo una extensión y se fue corriendo a un árbol. Subió a la parte más alta del árbol de desde allá conectó un bombillo navideño”. Esa era la estrella que los participantes debían enfocar con el telescopio. “Ellos so así no tienen problemas en ayudar, dar charlas y talleres para los más jóvenes”.

La comunidad en Colombia es muy entusiasta, la mayoría no son profesionales sino aficionados y de una u otra forma están integrados a aquellos que tienen un alto conocimiento de la astronomía. Es la RAC (Red de Astronomía de Colombia) que, hasta hace poco, Orlando fue su presidente. Es la red que agrupa a todos los estamentos de la astronomía en Colombia que año a año se reúnen en el Congreso Nacional de Astronomía para el intercambio de conocimiento con relación al tema, avances y divulgaciones. Se trabaja en la educación para que los colegios y las universidades promuevan el incentivo de hacer trabajos de astronomía.

La RAC tiene 20 años y ha tenido gran importancia para este campo de la ciencias naturales. “Esto ha servido para organizar la astronomía en Colombia, ha servido para saber dónde están los grupos que trabajan, al igual para saber con que público se cuenta. Lo importante de la RAC es que ha sido un factor que motiva a las nuevas generaciones a estar en este mundo de las astrofísica y la astronomía”.

A la astronomía en Colombia le falta pese que la Universidad de Antioquia y la Universidad Nacional tiene maestría en astronomía y próximamente un doctorado. El problema subyace en el campo profesional ¿Qué hacen después de culminar los estudios?.

El planetario de Barranquilla trabaja con varios públicos entre semana trabajan con un público escolar. Los fines de semana las funciones están abiertas para todo el público. Conferencias, proyecciones, conversatorios son los complementos del trabajo que desde el planetario se hace para la astronomía.

Pasan los años, pero Orlando todavía conserva los sueños que desde niño lo caracterizaba. Ahora sus sueños y empeño lo llevan a visionar un futuro dónde la ciudad pueda tener un planetario mucho más grande, con un domo que no mida seis metros, sino doce o quince metros. Que pueda tener espacios más grandes para la interacción y la divulgación de los conocimientos en la astronomía.

Orlando cree que si tenemos el universo en nuestra mente, podremos ser capaces de solucionar cualquier problema que tengamos. Otro maestro, sociólogo, que es de mis aprecios decía que “si miramos abajo podemos recoger moneditas, pero si miramos al cielo quizá podremos alcanzar una estrella”.

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