Por: María Fernanda De la Cruz.
Desde la calle 30 de Barranquilla déjate sorprender por las maravillas de la ropa de segunda mano.
Si me hubieses preguntado hace un par de años, si conocía Oscar de la Treinta, Meicy’s, El Baúl de Vivi, o como les llaman a todas estas tiendas: “las pacas”, te habría contestado con un rotundo no, y ¡Vaya, cómo me arrepiento!
¿Te gusta mantener el clóset lleno de ropa, nueva o usada? las pacas sin duda son la mejor opción. Eso sí, no hay pisos de mármol, aire acondicionado, vitrinas de vidrio ni mucho menos. Cuando compras en las pacas, tienes que ir preparado para todo. Preparado para el sol en su esplendor, porque no encontrarás un solo árbol que dé sombra. Para chocarte algunas veces con personas que caminan a gran velocidad, que al igual que tú van por la calle 30 buscando la economía. Preparado para adentrarte en un mundo, donde te enfrentarás a pilas y pilas de ropa, para encontrar lo que quieres.
Los precios de maravilla
Mi primer viaje a este Disney Land de la ropa de segunda mano, lo hice sin saber a lo que iba, ni con qué me encontraría. No te voy a mentir, mis expectativas no eran muy altas. Sin embargo, después de conseguir prendas en buen estado, incluso de marca, me di cuenta que había encontrado un nuevo hobby.
Alrededor de ocho tiendas, una al lado de la otra, se hacen notar con letreros coloridos, y con otros aún más llamativos que muestran los precios de la ropa en esos días. Cuando la mercancía está recién llegada, oscilan entre cuatro mil y cinco mil pesos y cuando llevan más de quince días, la rebajan hasta en dos mil pesos.
Una falda de Banana Republic, que está alrededor de 250.000 pesos, conseguirla en 2.500 es algo impensable, pero en las pacas, esto y más es posible. Recuerda que convertirnos en expertos del manejo de las montañas de ropa, nos ayudará con nuestra labor.
El Don de las pacas
En esta aventura conoces a muchas personas, pero hay alguien en particular que recordarás: Don Pedro.
Un señor de unos sesenta años, te recibe y te despide de pie, detrás de una mesa de madera desgastada, que hace las veces de caja registradora. Con una sonrisa te da la bienvenida a su tienda más grande “Don Pedro” (haciendo honor a su nombre) y con esta frase te da un hasta luego: “Cuando uno los trata bien, siempre vuelven, nos vemos”.
Por personas como él, esta experiencia se vuelve más agradable, porque además de su alegre sonrisa, te hace aún más descuentos… ¡Cómo si fuera posible comprar más barato!
Si nunca has tenido la oportunidad de pasarte por la 30, no tengas miedo ni pena, déjate sorprender por las maravillas de este mundo, que vale la pena visitar.