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En escala de grises

Así he decidido llamar esta columna, pero ¿por qué el gris?

El gris parece  ser un color que ni alcanza a serlo, descolorido. Pero esto no es cierto, pues sus matices pueden representar cualquier color a pesar de que no lo estemos viendo. Es lo fascinante del gris:  permite hayar puntos medios.

Sin más cabida que para el blanco o el negro, nos veríamos constantemente limitados, en exceso. Es el impulso que tienen tantos de encasillarlo todo. ¿Imaginan una vida así de aburrida? A extremos… 

El gris ofrece cientos de posibilidades.

Es cierto que el blanco y el negro son hermosos a su manera, Gabrielle ‘Coco’ Chanel logró revolucionar la moda femenina apelando con frecuencia a este bicolor o a diseños enteramente monocromáticos: no olvidemos la petite robe noire, el vestidito negro, imprescindible en el armario de todas, y que Chanel propuso en 1926.

Tampoco olvidemos el blanco, color por excelencia de los vestidos de novia de Occidente, supuestamente para representar  pureza que, por algún motivo, está determinada por la virginidad. Sí, blah, blah. Eso es tema de otra discusión.

A propósito del a blanco y negro, tengo un pero. Ambos representan un extremo: el blanco hace pensar en la calma y el negro en el caos. Y entonces queda en entredicho su supuesta neutralidad. ¿Acaso existe lo neutro?

Los grises, sin embargo, están en el camino de ida y regreso al blanco y al negro. 

Verán, no es lo mismo hablar de los matices de otros colores que de los del gris, pues inevitablemente llaman a una interpretación mucho más marcada por la convención. No se necesita mucho para asociar el rojo con el amor, pero los grises nos dan libertad. Pueden tomar el lugar de cualquier otro color. Basta con pensar en las películas previas al boom del Technicolor que suscitaban un papel más activo de nuestra parte.

Gris: el color más conveniente, útil, elegante y versátil. Así apuntó Christian Dior en su  ‘Pequeño diccionario de moda‘. Se trata de un pequeño libro de 1954 —valga la redundancia— cuyas páginas blancas están matizadas por el negro, el rosa y grises de todo el gradiente. Son grises misteriosos que dejan a la imaginación los tonos de las fotografías y bocetos de los trajes, vestidos de gala, sombreros y guantes de las elegantes mujeres de los años cincuenta, que adornan las definiciones y comentarios del creador del New Look, silueta de la post-guerra que exaltaba la figura de la mujer.

Entrada del color gris en el 'Pequeño diccionario de la moda', de Dior.

Por eso, a  17 días del ‘Mes de la moda’ —que inicia su primera semana en Nueva York— no puedo hacer más que pensar en las posibilidades que se propondrán para la próxima temporada. En otras palabras, no puedo hacer más que pensar en los grises.

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