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Por: Robin Maury

Suena mi teléfono a dos pasos de tocar el timbre. Era un mensaje de Félix preocupado por la puntualidad. Abre la puerta y nos recibe con una sonrisa y un abrazo. Una vez dentro lo primero que se ve es un piano y, a la izquierda, un balcón que desemboca en un paisaje dominado por la cúpula de la iglesia Nuestra Señora del Carmen.
La conversación, en adelante, estuvo marcada por silencios meditabundos y risas en igual medida.

En la familia de Félix la música es una cosa de todos los días. Desde tardes en casa escuchando cantar a su padre, hasta tertulias familiares que “no eran para bailar sino para tocar música”.

“A mi papá siempre le gustó mucho tocar el piano y la guitarra” y “siempre le ha gustado componer canciones, yo creo que tiene más canciones que yo”. Y ríe. Ese mismo papá que de sus viajes traía música foránea. Ciertamente tenía de dónde salir. Por eso para él la música no es un fin sino un medio, una herramienta. Su esfuerzo no va encaminado, a su decir, en ser una lumbrera, por lo que siempre cuestiona para qué quiere hacer música y qué quiere decir a la gente con ella. Concluye que la música tiene un sentido de relación con el otro, que siempre trata de evocar o sugerir una sensación o emociones y no necesariamente representarlas.

 

Félix es bajista egresado de la ASAB, hace parte del dúo Los Flanagan junto a ‘Mingo’ Sánchez —con quién hablamos hace poco más de dos meses Luisa, con quien tuve oportunidad de ir a esta entrevista también, y yo—, y encima lanzó un álbum solista: El Comienzo del Cuento, producido por él y Franco Hernández.

Escucha un poco de jazz, de funk, de la nueva trova cubana, de rock argentino, de música contemporánea, académica, tradicional y del “caribe grande”. En todo caso ahora no piensa en géneros, y trata, más bien, de pensar en propuestas musicales “coherentes y consistentes” cuyos elementos “tengan un sentido y transmitan la intención del autor”. De aquí su inclinación por la fusión y lo experimental. Y menciona a Habana Abierta, a Pedro Aznar, a Pat Metheny, a Al Di Meola, a Anathallo y a la escena musical colombiana que tiene una inquietud por sonar diferente y “por escapar del molde”. Y es que para él “la música hace parte como de la expresión del hombre en movimiento” y por eso no es partidario del “purismo”, pues la música siempre está “moviéndose y entre más se mueve [uno] con ella, pues mejor”.

Su álbum, El Comienzo del Cuento, fue posible gracias al premio que obtuvo del portafolio de estímulos que ofrece la alcaldía de Barranquilla. Era la segunda vez que se postulaba. Con la primera, del año antepasado, no quedó. A dos semanas del cierre de la convocatoria del 2019 se propuso modificar la propuesta del proyecto por una “más sencilla, menos pretenciosa y más al grano: mi propuesta es tal y lo que aporta a la ciudad es tal”. Las canciones las “había tenido en la gaveta mucho tiempo” pues vienen de un proceso con su salud visual que le llevó a estar mucho tiempo sin poder ver. “Los aprendizajes que viví durante esa malparidez cósmica, ese sinsentido, esa vaina de no sé qué pasa, pero se me salió la vida de control. Esa búsqueda de sentido me llevó a escribir esas canciones”. Es que, claro, este álbum es una colección de canciones. Canciones siempre que se entienda a la canción como un género en sí que “gira en torno al texto, a la letra”. Parecemos no entender y aclara que “es darle forma a la palabra cantada” y que “jugar con eso es canción”, que “puede incluso ser un género literariomusical […]. Y para mi eso explica que tu puedas cantar los pollitos dicen en rock o en cumbia. Lo que te hace sentir que son los pollitos es la melodía, la métrica”.

La publicación del álbum —disponible en formato físico— fue acompañada por un concierto en El Bordillo donde lo tocó de inicio a fin. Comenta que “fue bonito” porque no se lo creía cuando pasó, “tuve una oportunidad para decir créetelo y ha sido un proceso para hacerlo”. Seguidamente dice que hacer un álbum es una experiencia formadora para un músico ya que le hace cuestionar su sonido, lo que quiere comunicar, y asumir su propia voz. Por eso él le llama un aprendizaje subsidiado por el gobierno.

Antes de mayo sufría una disyuntiva, pues solo había publicado una cancion, y, si bien estaba en el proceso de lanzar las demás canciones del disco en las plataformas digitales, aún no decidía la mejor manera de hacerlo: si una a la vez o de una, todo a la vez. Para Abril sólo estaba disponible Marimondas en la Torre Colpatria, que surge mientras estudiaba en Bogotá y trataba de reencontrarse con su identidad barranquillera: “un día yo salía de un rumbiadero, de bailar salsa. Vivía en Cedritos y venía subiendo en un taxi a las 3 a.m. y miro a la Torre Colpatria. Y hay una animación donde aparece una marimonda. Yo ya venía pensando en todo esto, venía pensando cómo decir lo que quería decir y eso me hizo sentido, estoy aquí pero sigo viendo marimondas en la torre colpatria y sigo recreando la barranquilla de siempre”.
A principios de mes Félix compartió su álbum completo en las plataformas musicales digitales.

https://www.youtube.com/watch?v=qBXeEYoUo1c

A lo largo de la charla disfrutamos algunas interrupciones encantadoras como un colibrí que asomó por el balcón, o el comentario de algún familiar de Félix: “Mucho gusto. Ustedes están bien, ¿y yo?”.

Sobre su vida nos revela que es entregado a las enseñanzas de Dios, que vive para los demás y no tanto para el mérito, que decidió ser misionero “compartiendo en regiones donde quizá el nombre de Jesús no es tan conocido”. Sus viajes le han aportado bastante a lo que es hoy día y sin duda se nota la influencia religiosa, que él describe como “más una relación con él, que el deber ser”, en su quehacer como músico (su intención de integrar). “Me motiva la gente, siento que soy muy entregado a los demás, a servir a otros, me motiva él —y señala hacia arriba—, me motiva que la gente pueda sentirse parte, y que la gente pueda entender que hay un propósito, que nuestra vida dice mucho más que lo que nosotros queremos que diga”. Y  dice “perdón si hablo mucho”.

Una vez acabamos nos dio un pequeño tour por su casa, nos enseñó algunas de sus canciones favoritas y nos fuimos, contentos, con una copia de su álbum.

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