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Por Jean-Pierre Mandonnet

Un país fragmentado, un Estado de emergencia que no para de sufrir extensiones, la baja popularidad de Hollande, el hundimiento del Partido Socialista, la amenaza del Front National y una campaña en la que el pisoteo ha terminado imponiéndose sobre el debate, marcan la contienda electoral de este domingo en Francia, cuyos resultados serán determinantes para la continuidad de la Unión Europea.

A continuación, un perfil de los cuatro candidatos con mayores posibilidades de pasar a la segunda vuelta:

François Fillon

Hasta hace poco menos de tres meses, el candidato por el Partido Republicano (Les Républicains), François Fillon, partía como amplio favorito para liderar la contienda y ganar por amplio margen la segunda vuelta.

Venía de derrotar a fines de noviembre en las primarias por el partido al estadista, europeísta y alcalde de Bordeaux, Alain Juppé, así como al controvertido ex presidente Nicolas Sarkozy, quien ni siquiera tuvo chances de pasar a la segunda vuelta de las primarias.

Su condición de católico (más del 75% del país practica esa religión) anti-guerrerista (condenó la reciente intervención estadounidense en Siria) y de defensor de los valores de la Francia conservadora lo catapultaban como el líder que necesitaba la centro-derecha y que, a su juicio, requería el país para realizar las reformas necesarias que les permitieran tanto recuperar la economía como darle un vuelco a la política de seguridad de Hollande.

Pero a finales de enero del presente año, la revista satírica ‘Le Canard Enchaîné’ destapó un escándalo que vincula a su esposa, Pénélope Fillon con la recepción de un monto de 500.000 euros brutos entre 1998 y 2002 por parte de su esposo por cuenta de un empleo ficticio como adjunta parlamentaria mientras el candidato formaba parte del ente. Es decir, Madame Pénélope recibió mensualmente alrededor de 3.900 euros provenientes de dineros públicos. A raíz de la acusación, el fiscal nacional financiero anunció una investigación al candidato por LR (Les Républicains) por malversación de fondos públicos, abuso de bienes sociales y ocultamiento de dichos delitos.

Voces dentro del partido y la centro-derecha lo invitaron a abandonar la candidatura, a lo que Monsieur François declinó so pretexto de anteponer los intereses del país en cuanto a su capacidad para sacar adelante dichas reformas que habían seducido al electorado católico y conservador en diciembre pasado. Muchos incluso propusieron a Alain Juppé, perdedor de la contienda por la candidatura para reemplazar a Fillon en su posición, petición a la que el mismo Juppé rechazó ya que no era la vía mediante la cual aspiraba a llegar a ser candidato presidencial.

Una de las mayores polémicas de una candidatura más que inestable como la de Fillon ha sido su voluntad de integrar al Eliseo al movimiento pro-familia llamado ‘Sens Commun’ (Sentido Común), lo que despertó voces de rechazo desde todos los sectores ideológicos y políticos del país. Desde el candidato opositor Emmanuel Macron, quien manifestó el pasado viernes que el ingreso de Sens Commun representaba “un ataque al corazón de la democracia” al excluir de su ideario político a otros sectores de centro y centro-derecha -que hipotéticamente le servirían como electorado hasta su rival y compañero de partido Alain Juppé-, esta misma semana declaró que en caso de que Sens Commun finalmente haga parte de la política de Estado de Fillón, encontrará en él a “un opositor”.

Veremos si finalmente los milagros existen o si bien logra mantener la tercera posición en los sondeos ante la remontada de Jean-Luc Mélenchon, a quien sólo aventaja por un punto.

Emmanuel Macron

Es el candidato más joven de la contienda.

Tiene 39 años. Fue quien diseñó el proyecto económico neoliberal de Hollande durante su período como Ministro de Economía del gobierno saliente. Renunció y prefirió no cargar con la cruz de candidato por el partido socialista dada la baja popularidad del presidente.

Se lanzó por el partido ‘En Marche’ de línea socialdemócrata y neoliberal y actualmente lidera los sondeos con 24 puntos, uno y medio por encima de Marine Le Pen.

En su serie de ‘meetings’ en el Centro de exposiciones de París-Bercy ha logrado reunir a un promedio de veinte mil seguidores por acto. Dentro de sus promesas de campaña se encuentran el pago del subsidio de desempleo hacia cualquier trabajador independiente, más allá de estar o no sindicalizado, así como rebajar la carga laboral de 35 a 32 horas semanales después de los 55 años, crear un fondo único de pensiones, abolir 120.000 empleos del sector público -en un país cuya tasa de desempleo se mantiene por encima del 10% desde 2012-, aumentar el número de profesores en los establecimientos públicos y, asimismo, enviar personal más capacitado a los colegios periféricos con el fin de empezar a distribuir de manera más equitativa el sistema educativo y ayudar a cerrar la brecha social que hoy día mantiene a la población afro y magrebí prácticamente segregada en los suburbios de las capitales.

Macron está casado con Brigitte Trogneux, 24 años mayor que él, a quien conoció cuando era su profesora de francés en el Liceo, antes de realizar sus estudios superiores en el prestigioso instituto de Estudios Políticos en París Science Po y posteriormente en la École Nationale d’Administration en Estrasburgo (ENA) por donde pasaron, entre otras personalidades del mundo político francés, el ex presidente Jacques Chirac, su ex primer ministro Dominique de Villepin, la ex candidata presidencial Segolène Royal y contabilizando en total a tres presidentes y siete primeros ministros a lo largo de la Quinta República.

Macron se presentó en Paris-Bercy en diciembre pasado como un antisistema que buscaba ‘recargar las energías’ y poner al país a trabajar alrededor de la redistribución.

Su discurso, no obstante, contrasta con sus estudios en una de las escuelas cumbre del establishment como lo es la ENA, y el peso de la cruz de haber sido el ministro de economía del gobierno, cuya baja popularidad terminó por enterrar las esperanzas del Partido Socialista de repetir una segunda vuelta por convencer a un electorado indeciso.

Sin embargo, luego de que el escándalo de Fillon elevara su ventaja porcentual del 13 al 26% entre febrero y marzo (hoy se mantiene en 24 puntos) y su reiterada disposición a creer encarnar “lo mejor de la derecha y lo mejor de la izquierda”, junto con el respaldo de buena parte del establecimiento y de la Unión Europea como esperanza de supervivencia dada du disposición a trabajar de manera conjunta con Alemania, Emmanuel Macron se constituye como el ligero favorito en una elecciones en las que hasta el momento la única ganadora es la incertidumbre.

Su discurso orientado hacia una Francia diversa e incluyente puede ir a contramano con el rechazo generalizado hacia el islam y sus radicalismos. Su mapa de intención de voto, no obstante, se concentra en los epicentros de las capitales, París, Marsella, Lyon y Bordeaux, cuna de Juppé, que mira con recelo la candidatura de Fillon luego de su desempeño en las primarias.

En caso de llegar a una segunda vuelta junto a Le Pen contaría con el apoyo de los partidos de izquierda y probablemente de una facción de la centro-derecha con el fin de emplear el llamado ‘voto útil’ y evitar el caos que generaría una llegada del Front National al Eliseo.

Sería la primera vez que un partido ajeno a la centro derecha y al PS llegase a ocupar el sillón presidencial desde que entró en vigor la Quinta República.

Jean-Luc Mélenchon

Jean-Luc Mélenchon (65) se constituye como la verdadera gran amenaza para el establecimiento.

El candidato por el partido ‘La France Insoumise’ propone una ‘revolución’ que abarca, entre otros tópicos, bajar la edad de jubilación de 65 a 60 años, reducir la carga laboral semanal de 35 a 32 horas, recaudar un monto superior a los 33.000 euros por mes al 100%, crear una alianza ‘bolivariana’ con Ecuador, Bolivia, Venezuela y Nicaragua, renegociar los tratados de libre comercio con la Unión Europea, abandonar la OTÁN, estrechar lazos con Rusia, reformar la constitución y abolir la Quinta República.

Busca impulsar mediante a este nuevo modelo de recaudos la ampliación hacia 173 billones de euros el presupuesto nacional en sus cinco años de mandato.

Su discurso se orienta hacia un nuevo comunitarismo que se centra en reformar el modelo económico actual con el fin de evitar el calentamiento global, abolir el poder nuclear que representa el 75% del suministro de energía para el país (The Guardian), aumentar en alto grado los subsidios hacia la clase media-baja y centrar la carga tributaria hacia quienes concentran el poder económico para poder así equilibrar y redistribuir la economía. No es tan radical como Le Pen a la hora de regresar al franco y es la contracara del FN en cuanto a la inmigración.

Por medio de su canal de YouTube no sólo fue capaz de atraer a un público relativamente joven durante su campaña (19-24 años), sino que durante su último meeting en Dijon, se presentó paralelamente tanto en Nancy como en Montpellier, Nantes, Clermont-Ferrand y en La Réunion, departamento de ultramar.

Su metodología de campaña lo ha terminado de ubicar a un solo punto de François Fillon, sus ideas anti-sistema representan un bálsamo para una juventud insatisfecha y un dolor de cabeza para el modelo económico y el establecimiento.

Le Figaro (de Derecha) lo catalogó como el ‘Hugo Chávez francés’ y hace pocos días, Pierre Gattaz, presidente del grupo económico Medef, manifestó su insatisfacción al indicar que al escoger entre Le Pen y Mélenchon se está teniendo que elegir entre “el desastre económico y el caos”.

Siendo así, Francia está llamada a elegir entre un cambio y un sacudón que puede llegar a ser temporal, o tal vez no…

Marine Le Pen

“Desconocer nuestras raíces y separarnos de ellas constituye el gesto suicida de un idiota”.

La anterior frase fue emitida por el ex presidente François Mitterand y se relaciona paralelamente con la línea adoptada por la candidata del Front National, Marine Le Pen, (48) a lo largo de su campaña.

Marine, la tercera hija del ex candidato presidencial y líder de ultraderecha Jean-Marie Le Pen, figura como segunda dentro de los sondeos un punto y medio por detrás de Emmanuel Macron (24 contra 22.5). Utiliza como elemento común tanto el rechazo hacia la inmigración, hacia el islam, hacia la Unión Europea y va de la mano con la salida del Euro para volver al Franco.

Hace pocos días negó la responsabilidad de Francia en cuanto a la desaparición de alrededor de 13.000 judíos en 1942 en medio de la Segunda Guerra Mundial. Con el gobierno de De Gaulle en Londres y la invasión nazi a flor de piel, la búsqueda de ciudadanos judíos, en su mayoría de clase media-alta, se ejecutó de la mano de las fuerzas del orden francesas bajo el régimen de Vichy, que en aquél momento ejercía como gobierno de facto en el país ante la dominación fascista.

Asimismo, y en un caso parecido al de Fillon, Le Pen ha sido acusada por haberle pagado un monto de 41.500 euros a su guardaespaldas Thierry Légier aprovechando su condición de parlamentaria, utilizando, por ende, fondos del Parlamento Europeo.

Bruselas no ha dudado en iniciar una votación bajo el propósito de abolir su inmunidad política y así poder ejecutar la respectiva investigación.

Así como a su guardaespaldas, Le Pen está acusada de pagarle con el mismo dinero público a su asistente Catherine Griset alrededor de 298.000 euros entre 2010 y 2016.

Por ende, la oficina europea anti fraude (OLAF) le exige a la candidata el reembolso de 340.000 euros correspondientes a la pérdida. Le Pen se defendió bajo el pretexto de que el origen de estos desembolsos correspondían a su salario como parlamentaria. El escándalo, de todas maneras, no ha logrado repercutir en su posicionamiento dentro de los sondeos.

Su público maneja un vínculo emocional que puede concebir la coherencia entre lo que promete la candidata y su convicción para aplicar cada uno de estos ítems, basados en su imagen y sus acciones dentro del parlamento y, ante todo, como líder del partido.

Mientras tanto, su lucha central se centra en la salida de la Unión Europea, la estrechez de las relaciones con Rusia, una cierta afinidad hacia el nacionalismo ‘trumpista’- compartida asimismo por su sobrina y diputada, la célebre Marion Maréchal Le Pen (quien manifestó luego de la victoria del republicano su disposición a trabajar con Steve Bannon)-, la expulsión y despojo de la nacionalidad hacia los inmigrantes que figuren en las listas anti-terroristas por parte de las fuerzas del orden, reducir el período de visas para los extranjeros desde una hipotética salida del euro y de la zona Schengen bajo el argumento de estos últimos no ocupen los puestos de trabajo reservados para los franceses.

El llamado hacia los reservistas del ejército con el fin de incrementar el personal de control de fronteras funge como otra de sus promesas de una campaña que, por encima de todo, ha contado con el rechazo tanto del establecimiento político como de la izquierda antisistema, que no comprende cómo una candidata que se ha beneficiado de inmunidad política pueda utilizar el discurso de los oprimidos como plataforma electoral.

Su modelo político bajo el manto del nacionalismo económico reúne cuatro aspectos fundamentales que atrapan a sus electores: salud, educación, políticas sociales para vivienda y prioridad en cuanto a empleos para los franceses.

Madame Marine, esta abogada aficionada a los animales, (se le puede ver constantemente en fotografías junto con cachorros y gatos, así como se le pudo observar en diciembre pasado en el Salón de la Agricultura, que se realiza anualmente en el Centro de exposiciones de París posando al lado de vacas y caballos) busca amontonar parte de su capital electoral hacia la protección animal, pese a que las imágenes del Salón de la Agricultura puedan parecer algo contradictorias.

Su propósito, en este caso, es ‘humanizar’ el FN desde este punto de vista.

El 80% de sus electores, según un informe de la revista norteamericana especializada en ensayos políticos ‘The American Interest’, mantiene la convicción de voto hacia su candidata, muy lejos del 25-30% que maneja, por ejemplo, el electorado de Fillon.

Su poder político se concentra en ambos extremos del país. Tanto en la Francia industrial de las regiones del norte (Picardía, Normandía, Calais, Bretaña) como en el sur, que ha servido como puerto para la inmigración proveniente del Norte de África y su posterior asentamiento.

La Francia industrial del norte ha sabido presenciar el cierre de numerosas fábricas y el éxodo de diversas empresas y multinacionales que buscan asentarse en países cuya mano de obra puede resultar mucho más económica para las compañías.

Este es uno de los grandes residuos de la globalización.

Asimismo, un sector de la juventud que se concentra básicamente entre los 20 y 24 años ha optado por apoyar al Front National. Muchos de estos jóvenes a lo mejor ignoran o desconocen tanto la magnitud del holocausto como las realidades sociales en los países que impulsan la inmigración hacia el hexágono.

Asimismo, se sienten abandonados por una izquierda que les ha prometido mucho y finalmente les ha dado la espalda, especialmente a través de la llamada Ley del Trabajo de abril de 2016 impulsada por Manuel Valls.

En el caso de que Le Pen logre avanzar a la segunda vuelta y eventualmente logre llegar a ocupar el sillón del Eliseo, deberá aspirar a contar con una mayoría parlamentaria en las elecciones legislativas de junio próximo.

Actualmente, tanto la cámara alta como la baja ostentan mayoría republicana y, de ser así, le será muy difícil cumplir con su promesa de abandonar la UE, de no ser derogado el artículo 88 de la Constitución francesa.

Le Pen también podría convocar un eventual referendo sobre la continuidad o no en la Unión, cuya hipotética victoria debería ser sujeta aún a aprobación por parte de las dos cámaras.

Foto: tomada de Le Figaro.

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