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Por Mariangel Choles y Nicolle Andrade

El nombramiento de Gabriel Marriaga como Rey Momo del Carnaval de Barranquilla 2025 es un homenaje a su vida dedicada a la cumbia y el folclore caribeño. Fundador del Cumbión de Oro, Marriaga no solo ha liderado este grupo durante más de 40 años, sino que también ha preservado y transmitido las tradiciones culturales a nuevas generaciones.

Con una sonrisa confiada, Gabriel Marriaga se deja capturar por la cámara durante las prácticas de los bailarines para el carnaval 2025. Foto tomada por Mariangel Choles.

La cumbia es igual que Barranquilla, llena de brillo, energía, calor de tanto movimiento de cadera y elegancia; una melodía al son del millo… Una tarde calurosa en la ciudad, de esas en las que el aire parece inmóvil, en un pequeño apartamento, Gabriel Marriaga nos esperaba con la calma y el carisma que se espera de alguien que ha dedicado su vida a la danza y al folclore. La puerta se abrió, un abrazo fraterno de parte de este hombre nos recibió y no faltaron sonrisas. Al entrar y ser cordialmente invitadas a seguir adelante, todo fue una caja  de sorpresas; a cada paso nos impresiona algo más. Es el hogar de Gabriel Marriaga, quien ha dado alma al Cumbión de Oro por más de cuarenta años. Sentándonos en el centro de su sala, comenzó una conversación llena de notas musicales en las que se oía amor, esfuerzo,  disciplina y pasión. 

La casa, impregnada del espíritu de su legado, era un museo íntimo: tazas conmemorativas, recortes de prensa y premios se apilaban cuidadosamente en repisas y paredes. Un cuadro de gran formato colgaba en la sala, inmortalizando una noche clave: el 30 de diciembre de 1999, cuando su grupo brilló con fuerza en un carnaval inolvidable. Marriaga comenzó a relatar su historia con esa mezcla de nostalgia y orgullo que solo el tiempo puede brindar. Un inicio humilde que floreció como la cumbia.

— Fue en 1983 — dice, mirando al horizonte. Éramos apenas unas cuantas parejas con ganas de disfrutar el carnaval. Nunca imaginamos que llegaríamos tan lejos.

Cuadro del Carnaval de Barranquilla, del año 1999. Foto tomada por Mariangel Choles.

Lo que comenzó como un grupo llamado “Gran Candela” pronto necesitó transformarse. La elección del nuevo nombre fue un reto colectivo, pero la música trajo la inspiración. —Había una canción muy popular que decía: “Cómo es trigueña tu piel, mi corazón…” —cantó Marriaga entre risas, recordando la melodía. Al final del coro, todos gritaban: “¡De oro!”. Y así quedó sellado el nombre: Cumbión de Oro; porque el oro es valor.

“En Barranquilla hay muchos grupos excelentes”, explicó Marriaga con firmeza. “Pero entendimos desde el principio que la clave era la disciplina”. Vestuario, maquillaje, ensayos, peinados; todo debía ser perfecto. La cumbia es una danza de respeto y eso debía reflejarse en los detalles de cada uno de los bailarines.

A lo largo de los años, Marriaga no solo ha moldeado bailarines sino también personas. La danza, para él, es una escuela de vida. —La cumbia es más que un baile; es amor, respeto y pasión. Es un cortejo, un coqueteo sin tocarse. Eso es lo que enseñó a los nuevos: que bailar no es solo mover el cuerpo sino transmitir emociones y respeto por la tradición; un legado que trasciende generaciones.

Gabriel Marriaga le explica a los integrantes del Cumbión de Oro cómo llevarían a cabo las danzas en el año 2025. Foto tomada por Nicolle Andrade.

Marriaga también lidera un grupo infantil donde los hijos de los fundadores dan sus primeros pasos en la cumbia, perpetuando esta tradición como un símbolo vivo de la cultura del Caribe. 

El 30 de septiembre de 2024 fue nombrado Rey Momo; actualmente este reconocimiento no solo celebra su trayectoria, sino que lo convierte en un símbolo de resistencia cultural. Su rol como embajador incluye encabezar eventos festivos y ser un vínculo entre los hacedores del Carnaval y las nuevas generaciones.

 

Es como el premio montaña después de una larga etapa, reflexiona Marriaga. Llevo casi 50 años participando en el Carnaval. 

Recordando con emoción el primer Congo de Oro obtenido en 1991 —que marcó un antes y un después en la historia del grupo— se siente orgulloso al ver cómo Cumbión de Oro se convirtió en una institución reconocida no solo en Barranquilla sino en todo el Caribe colombiano. 

Sin embargo, el nombramiento también trajo consigo cambios significativos en su vida diaria. 

“No hay duda”, comenta. “Hubo un cambio bárbaro porque ahora me llaman constantemente; tengo compromisos cada vez más frecuentes. A veces siento que no tengo muchas ganas de ir a ciertos eventos debido al aguacero o las congestiones típicas del fin de semana; todo debe estar perfectamente organizado para cada presentación”. 

Su hogar sigue siendo testigo del esfuerzo necesario para mantener viva esta tradición. Está decorado con recortes de prensa y premios acumulados a lo largo del tiempo. Cada objeto cuenta una historia: la historia de un hombre entregado a preservar el legado cultural.

Estudio en la casa de Gabriel Marriaga que muestra todas las conmemoraciones en nombre del Cumbión de Oro. Foto tomada por Mariangel Choles.

“Al final del día”, nos dice Gabriel con una sonrisa serena, “lo más importante no son los premios, sino cómo tocamos las vidas de las personas. Eso es lo que hace que valga la pena”. 

Nos despedimos con la certeza de haber conocido a una leyenda viva del Carnaval de Barranquilla. Sin dramatismos ni finales grandilocuentes; su historia nos deja con una reflexión profunda: las tradiciones vividas con pasión trascienden tiempo y generaciones. 

Recorte de periódico en el álbum de recuerdos Gabriel Marriaga. Foto tomada por Nicolle Andrade.

Y así, mientras cerrábamos la puerta detrás de nosotras, quedaba en el aire la música invisible de la cumbia; esa música que seguirá sonando en los corazones tocados por la magia del Cumbión de Oro. Con su liderazgo continuo, este grupo de danza se mantiene como un puente entre generaciones; una escuela vitalicia y una ventana al alma del Caribe colombiano. 

Color, tradición y mucha alegría: así se vive la cumbia con Gabriel Marriaga. Mira los detalles en esta infografía.

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