Por: Sebastián Algarín | Foto: FNPI
Gianina Segnini quería estudiar ingeniería de sistemas hasta que descubrió que sumergirse en un océano de datos le traería la misma satisfacción que hacer cálculos matemáticos.
La corrupción a bordo. Literalmente. Ese fue el resultado de la investigación de un grupo de estudiantes de la Columbia Journalism School y Gianinna Segnini, una periodista de investigación de datos con una amplia trayectoria en Latinoamérica y quien recientemente aunó fuerzas para destapar el viciado negocio de los cruceros alrededor del mundo, investigación que se une a la amplia lista presidida por esta constarricense.
Todo comenzó cuando un grupo de estudiantes de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia notó unas irregularidades que pocos conocían en este negocio.
Y es que casi todos los cruceros en los que viajan 19 millones de estadounidenses al año, están registrados en otros países y se rigen por leyes foráneas que entran en vigencia si algo sucede a bordo.
Esto motivó a que Segnini aunara esfuerzos para iniciar una amplia y profunda investigación que incluía más de 16 fuentes internacionales de datos que reportaban información sobre las inspecciones realizadas a los buques en diferentes puertos del mundo.
Entre esas extensas bases de datos de los dueños y propietarios de estas naves para enlazar responsabilidades con tal de confirmar quiénes habían estad detrás de tal desfalco. Al final, el equipo logró un especial exitoso publicado en Univisión en 2017.
Segnini, de 49 años, hoy ostenta varios logros y batallas ganadas en su carrera periodística, entre esos el haber develado el mal manejo de dineros en el caso ICE-Alcatel por el que el presidente de su país, Miguel Ángel Rodríguez Echeverría, fue arrestado como sospechoso de corrupción en 2004.
“Tener un equipo de investigación no es un gasto, es una inversión, esa es la cuestión que en Latinoamérica y en otros países aún no han entendido. Debemos hacer una labor fiscalizadora responsable y sin que los periodistas nos arroguemos facultades que no nos competen”, anotó aquella vez, hace más de 10 años, cuando su rostro ocupó una página del diario El País de España contando su hazaña.
Y es que el trabajo en equipo es una de sus pasiones, pues es el que la ha llevado a cosechar los frutos de sus años de formación.
Además de estar graduada de Ciencias de la Comunicación Colectiva de la Universidad de Costa Rica desde 1987, su pasión por los números y las variables viene de un gusto previo por la ingeniería, pues era su primera opción para profesionalizarse.
Pero, al darse cuenta de que podía manipular inmensas bases de datos para revelar verdades que a nadie le gustaban, se inclinó por el periodismo. Esta inclinación la llevaría, posteriormente, a cursar un posgrado en la Nieman Fellow para el Periodismo de la Universidad de Harvard en 2001.
Desde 1994 trabaja con el diario La Nación de Costa Rica, donde ha contribuido a la Unidad de Investigación e Inteligencia de Datos destapando diferentes casos de corrupción como una intermediación financiera ilegal de la iglesia católica o el famoso caso de compras de deudas de China a Costa Rica que pusieron su nombre en la palestra pública.
Pero uno de ellos, quizá, que la convierte en una especie de Rachel McAdams y a su equipo en la brillante unidad Spotlight del Boston Globe, o hasta el mismísimo Watergate, es el que dio como resultado la captura de dos expresidentes de Costa Rica por corrupción.
Además de ser investigadora y periodista, también es llamada eventualmente a dictar cátedras y conferencias para contar cómo los datos mueven el mundo de hoy y que la información está ahí, pública en millones de bases de datos en internet y que sólo hay que tener un poco de perspicacia para descubrirlas.
Las gafas que usa cuando aparece en público parecieran ser una metáfora que da cuenta de ello, ella ve más allá de las cosas a su alrededor y eso le ha dado numerosos reconocimientos, como el Excelencia del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo, que entrega la FNPI, en 2013
“A los datos, como a una fuente, hay que tratarlos con escepticismo”, recitó aquella vez en 2014 en una conferencia sobre el periodismo de datos poco tiempo después de hacerse acreedora del prestigioso premio por su trabajo.
Y es que de eso se ha tratado su vida profesional, de un constante escepticismo marcado por una desconfianza de las fuentes que originan noticias todos los días.
Los datos, al igual que las personas, mienten
Esa es la premisa de su trabajo. “Los datos no son sólo textos, los datos son todo y se encuentran en todas partes”, recita en un perfecto inglés en una de sus cátedras de periodismo en la Universidad de Columbia al frente de unos diez estudiantes que le prestan atención mientras ella, con su característico cabello corto, gafas y pantalones con tirantes, señala a unas diapositivas.
Hoy en día, el nombre de Giannina Segnini es un referente casi que obligado si de periodismo y calidad se habla. No obstante, ha llegado a obtener ese reconocimiento luego de una larga trayectoria que, aunque ha sido exitosa, también ha tenido sus desniveles.
Como aquella vez, recuerda, que la enviaron a entrevistar a un banquero que había desfalcado a uno de los bancos más antiguos del país y, en frente de él, le preguntó: “¿por qué había ordenado inversiones tan riesgosas?”.
La Giannina de esa época era una Giannina inexperta, ocasión que aprovechó el banquero para eludir y confundirle con tecnicismos de economía y finanzas que ella, una periodista con poco o nulo conocimiento de la materia, no entendió.
“Me prometí que eso no me volvería a pasar nunca. Pasé un mes estudiando el caso y volví a entrevistarlo, ahora sí, con preguntas pertinentes. Desde ese día nunca volví a hacer una entrevista sin haberme preparado”, relata mientras recuerda aquella escena.
Precisamente de esos pequeños errores ha tomado las lecciones de vida que la han ayudado a construir su carrera profesional, errores que se ha prometido jamás volver a cometer.
Ahora, con más de veinte años en el mundo de lo digital, desde que se unió a su casa matriz, el diario La Nación, esta costarricense ha aportado una nueva forma de mirar la realidad en su país con números y variables.
Curiosa, intrépida, desesperada por ir más allá y develar las verdades que hay detrás de un dos más dos o donde haya una base de datos de Excel con diez mil filas y cien columnas que nadie se atreva a revisar, ahí estará Giannina Segnini para dar a conocer lo indevelable.