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Efraín ‘Caimán’ Sánchez,  legendario arquero de la Selección Colombia, falleció este jueves en Bogotá a sus 93 años.

Hace parte de la historia porque fue arquero de aquel combinado que disputó el Mundial de Chile 1962. También fue el técnico con el cual nuestra selección de entonces fue subcampeona de la Copa América en 1975. Era barranquillero de nacimiento.

Fue el primer futbolista colombiano es jugar en Argentina, más concretamente, en el San Lorenzo de Almagro. También jugo en América, Cali, Junior (del que fue técnico), Santa Fe, Medellín y Atlas de México.

Como homenaje a su memoria, reproducimos este aparte de una crónica de Javier Franco Altamar sobre la canción ‘Se va el caimán’ del maestro José María Peñaranda, y de la cual derivó su apodo:

La pata deportiva del caimán

Hay una versión del tema que, sin pretenderlo, le hizo salir una nueva pata al caimán, una pata deportiva. Se trata de la del colombiano radicado en Buenos Aires  que se había hecho muy popular en los años 40 del siglo pasado: Efraín Orozco.

Él nació en 1898 en Cajibío, Cauca y  había empezado en la música a los 19 años.  Organizó su primera orquesta en 1932 y se hizo reconocer en las fiestas de la clase alta bogotana de la época.

No tardó en hacerse contactar por otros exponentes musicales de Latinoamérica, por lo que terminó realizando una gira internacional que lo llevó al Casino Viña del Mar de Buenos Aires en 1940. La aceptación fue tanta que decidió establecerse por 19 años en tierras argentinas con su misma orquesta ‘Efraín Orozco y sus alegres muchachos’. Y con ella, grabó, en 1946, el mismo año de la película mejicana, su propia versión de ‘El Caimán’.

En ella se respeta la estrofa original, retoma el estribillo de la película mejicana, y agrega apartes no muy conocidos en estos días:

Una niña patinando/ patinando se cayó/y en el suelo se le vio/que no sabía patinar.

Y uno fantástico al cierre:

La mujer del bodeguero/está pidiendo el divorcio/ porque dice que el marido/ no sirve para el negocio

Esta última línea, en particular, Orozco la interpreta con una risita socarrona que resalta el doble sentido, y replica el estribillo de la película, más coherente con el hecho de que la canción está fuera de su espacio geográfico original.

Se va el Caimán/se va el Caimán/se va para Barranquilla.

En esta nueva versión, el tema tomó un vuelo y se volvió muy popular en Argentina en los años siguientes. De manera que cuando un tocayo de Orozco, el arquero barranquillero Efraín Sánchez, se apareció por esas tierras para firmar con el equipo de fútbol San Lorenzo de Almagro, ocurrió lo que tenía que ocurrir: terminó apodado ‘El Caimán’.

“Era febrero de 1948. Yo tenía cuatro días de haber llegado a San Lorenzo, recién desempacado del colegio Barranquilla, donde acababa de terminar el cuarto bachillerato –recuerda ‘El Caimán Sánchez’ al filo de sus 90 años – “Yo había sido parte de la Selección Colombiana de Fútbol con ocasión del Suramericano de Guayaquil (Ecuador) a finales de 1947. Lino Tayoli, director técnico de la selección Colombia, nos llevó a visitar a la de Argentina y en el lobby del hotel me encontré con René Pontoni, una de las estrellas argentinas. Me dijo: ‘Negro, ¿a vos te gustaría ir a jugar al fútbol argentino para defender la camiseta de San Lorenzo de Almagro’’? Y yo dije que sí”, recuerda Sánchez.

A los pocos días, como se lo prometió, Pontoni lo puso en contacto con Nicolás Guissarri, delegado de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) en el Suramericano y miembro del San Lorenzo. Y allí mismo, Guissarri le dio las instrucciones para hacer el contrato con San Lorenzo. El propio delegado lo recibiría en Buenos Aires. Luego, lo llevaría al periódico ‘Crítica’ para que lo entrevistaran y así presentarlo a la afición argentina.

De esa manera y sin más misterios, Efraín Sánchez se sumó a una lista de jugadores con los cuales el San Lorenzo de Almagro trató de reforzarse para mejorar su campaña del año anterior, cuando, si bien había hecho una gira fantástica por Europa, no había logrado salir campeón (lo fue River Plate) como sí lo hizo en 1946.

La lista de refuerzos la completaban el volante central Ángel Perucca, del club Newell’s; el marcador Ulises Terra, de Uruguay; el volante central Vicente Maurino, del club Tigre; el puntero derecho Eduardo Reggi, del club Los Andes; el también arquero Nelson Festa, de la Ciudad de Santa Rosa, La Pampa; y el puntero izquierdo Jorge Enrico, que regresaba de México. Efraín Sánchez llegaba procedente del club Fortuna de Barranquilla. El director técnico era Atilio Giuliano.

“San Lorenzo era uno de los seis equipos grandes de Argentina –continúa Efraín Sánchez-. Los otros eran River Plate y Boca Juniors, por un lado; Independiente y Racing por el otro, San Lorenzo y Huracán por el otro. La entrevista en ‘Crítica’ fue con el jefe de deportes, Fernando Villa, quien luego de preguntarme el nombre me dijo. “¿Dónde naciste?”  Le respondí: “nací el 27 de febrero de 1926 en Barranquilla”. Recuerdo que el tipo se quedó pensando y me dijo. “¿No es esa la tierra de la canción ‘Se va el caimán, se va el caimán, se va para Barranquilla?” Yo dije que sí, efectivamente, ahí nací yo, y la entrevista siguió.

“La canción estaba en el ambiente, y yo llegué en época de Carnaval. Era un tema muy popular. Al día siguiente, en letra de molde grande, puso en el titular de la nota ‘EL CAIMÁN, y en letras negras, ‘nos lo envían desde Barranquilla y se trata de un arquerito colombiano, Efraín Sánchez, que viene a probar suerte en el fútbol argentino defendiendo la camiseta de San Lorenzo de Almagro”. Yo tenía 19 años, y ni asomo de bigote ni barba ni nada de eso, con cara de pelao, y venía del fútbol amateur. Me imagino que por eso fue lo de ‘arquerito”.

Sánchez recuerda que el proceso de adaptación fue duro, el cambio había sido brusco para él. “Me fui adaptando porque se trataba de vivir en una ciudad distinta y un país distinto, yo que venía de una ciudad que, para entonces, tenía apenas 275 mil habitantes”.

Pero a lo que sí se adaptó enseguida fue al apodo. “Y la gente comenzó a decirme así y no sentí ninguna animadversión. La realidad era que me habían bautizado como a muchos otros. Un año después, cuando llegué a Colombia con el (club) América, seguía siendo así. Fue la época en que Carlos Arturo Rueda (locutor reconocido) estaba en su mejor época y le ponía apodos a todo el mundo; pero a mí el del ‘Caimán’ no me hizo mella.

“Y me quedé con ese remoquete, y en todas las enciclopedias incluyendo la de la FIFA, el recordatorio se refiere a mí como ‘el Caimán’, el ‘Zamora Suramericano’. Durante 20 años de carrera futbolística, alcancé a volverme famoso, y a donde llegaba me preguntaban por el sobrenombre, y siempre tenía que contar la misma historia. Ya no sé cuántas veces lo he hecho, cien, doscientas, no sé…”

 

Comunicador social-periodista (1986), Magíster en Comunicación (2010), con 34 años de experiencia periodística, 24 de ellos como redactor de planta del diario El Tiempo (y ADN), en Barranquilla (Colombia). Docente de Periodismo en el programa de Comunicación Social (Universidad del Norte) desde 2002.

jfranco@uninorte.edu.co