Me contaron los abuelos...

“Viejos cuentos de mi pueblo,
reposan en mi memoria,
recordando a aquellos viejos,
como narraban historias”.

Victor Sierra, Historiador del Municipio de Baranoa

Ahí estaban ellos: en sus rostros jugueteaban finas líneas que escondían mil batallas ya libradas. Sus movimientos eran lentos, su respirar pausado y la vestimenta era muy clásica y pulcra, sin mancilla alguna. En sus miradas, agudas y expertas, estaba claro que miles de historias habían visto suceder. Su memoria, por fortuna lúcida, las recordaba. Toda la sabiduría que había sido transmitida, de sus abuelos a ellos y de ellos hacia sus nietos. Y ahí estaban los pequeños, una vez más, en la cita de todos los fines de semana, la visita al pueblo: la reunión para escuchar una buena historia narrada por los abuelos.

Algunos relatos eran contados para atemorizar o reprender a quien se estaba portando mal, generalmente logrando la quietud inmediata de sus nietos, los crédulos traviesos. Otros para divertir o maravillar a los presentes, y unas pocas sólo como recordatorio de los buenos tiempos que lograron vivenciar. No está de más decir el secreto de su éxito: utilizan la famosa Cara de Palo que Gabriel García Márquez decía que su abuela, Tranquilina Iguarán, poseía para narrar las historias como si nadie pudiese dudar de la autenticidad de dicha narración.

Los abuelos son, metafóricamente, la columna vertebral de la familia pues son estos quienes sostienen, promueven e incentivan la imaginación, creatividad y cultura del primer círculo social del ser humano.  Aunque no todos los modelos aprendidos de antaño son buenos, el valor de la tradición oral que se transmite de generación en generación es invaluable, pues hasta el más incrédulo es incapaz de resistirse a un buen relato de la leyenda del Hombre Caimán o La Mojana, siendo contada por la certificada experiencia de un abuelo.

Pero aún más importante es indiscutible que nuestra historia, la de nuestras raíces, y la identidad que nos caracteriza es fruto de la manera en cómo hombres y mujeres de tiempos pasados lograron sortear la suerte del olvido y mantuvieron vivo el relato de nuestro origen.

UNA HISTORIA CONSTRUIDA DESDE LA ORALIDAD

Hablar de historia, sobre todo del departamento del Atlántico, es contar cómo los relatos transmitidos de manera oral fueron agrupados y convertidos en texto escrito posteriormente. Así lo declara Xavier Dávila, historiador de la Academia de Historia de Barranquilla, quien menciona que las narraciones sobre cómo surgieron los pueblos “también empezó así, con el me dijeron”. Dávila sostiene que los inicios del departamento están basados en la tradición oral y sólo hasta la década de los 70 cuando comienza a surgir una escuela de investigadores del Caribe es que se forman sólidos argumentos científicos sobre la historia del Atlántico.

Este es el caso del difunto José Agustín Blanco, un licenciado en Ciencias Sociales y especialista en Geografía e investigación oriundo de Sabanalarga, Atlántico. Él dedicó gran parte de su vida al estudio del entonces llamado Partido de Tierradentro, un sitio que comprendía los territorios que hoy conocemos como el departamento del Atlántico y ciertos municipios que actualmente pertenecen al vecino departamento de Bolívar. En el texto El Norte de Tierradentro y los orígenes de Barranquilla, Blanco aborda los comienzos de este territorio cuando Pedro De Heredia, en 1533, realizó la primera gran incursión a lo que luego sería nombrado como Tierradentro, un lugar que en aquel momento era ocupado por múltiples asentamientos indígenas.  

Como sostiene el periodista e historiador Jorge Orlando Melo, en su texto Historia de Colombia: el establecimiento de la dominación española, se tiene certeza que desde el momento en el que los españoles arribaron a tierras americanas comenzaron a mezclarse con las mujeres aborígenes que allí se encontraron. Esto se debió a que los navegantes llevaban semanas sin tener contacto físico con alguna mujer, teniendo como consecuencia que, al llegar al nuevo mundo, una de las primeras cosas que hicieron fue satisfacer sus necesidades. Es en este primer punto en que se ve la mezcla de dos razas que dio como resultado una población mestiza con influencia de ambas culturas.

Es pertinente mencionar los aportes de los antropólogos Alexandre Surrallés y Pedro García en su libro Tierra Adentro, donde abordan cómo los pueblos indígenas americanos dotan en sus creencias a las plantas y animales de facultades humanas, y las piensan como poseedoras de un alma al igual que ellos mismos. Estas creencias naturistas de los nativos probablemente dieron origen a las historias donde las personas se transforman en animales, o en espíritus que habitan determinados lugares geográficos como lagunas, sierras y montañas.

Es precisamente el caso de la historia El pozo de Chacanita, donde se logra identificar los lugares naturales como uno de los factores primordiales de la mitología indígena. De esta manera se encuentra plasmado este aspecto en el poder curativo de los pozos de aguas mineromedicinales que existen en el municipio de Usiacurí, representando así la siempre existente cordial relación entre los aborígenes y sus tierras, de donde éstos obtienen distintos tipos de saberes que sirven para curar las diferentes afecciones del cuerpo humano.

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Ficha técnica de municipio

Iglesia Santo Domingo de Guzmán, templo católico de la población

 Nombre completo: Usiacurí

Gentilicio: Usiacureños (as)

Apodo: El Pesebre del Atlántico

Fecha de fundación: 1 de septiembre de 1534

Fecha de designación como municipio: 23 de octubre de 1856

Distancia desde Barranquilla: 38 km

Límites: al norte con los municipios de Juan de Acosta y Baranoa, al este con los municipios de Sabanalarga y Baranoa y al oeste con el municipio de Piojó.

Economía: es un pueblo reconocido nacionalmente por sus artesanías en palma de iraca, actividad que realizan la mayoría de los pobladores para conseguir el sustento diario.

Los aspectos de los relatos relacionados con los animales y las plantas también hacen parte del gran aporte indígena a nuestra riqueza oral. Álvaro Barquero, sociólogo, y Ada De la Hoz, pedagoga, abordan en su texto Cultura y tradición oral en el Caribe Colombiano la apropiación que existía entre los clanes indígenas y los animales, cuestión que se debía a que las tribus identificaban características o virtudes en éstos que luego ellos interiorizaban y escogían un animal con cuyas características se sintieran identificados.

Ahora si bien reconocemos la huella indígena en muchos de los mitos y leyendas, también hay ciertos aportes de la población negra, traída como esclava, en cuanto a la temática de animales. En el documento Las raíces africanas del Carnaval de Barranquilla, la autora Joseania Miranda Freitas hace mención a la indudable similitud entre las máscaras de animales hechas en África por múltiples tribus y las máscaras del Carnaval de Barranquilla, siendo tanto en el continente africano como en Colombia el Toro, el Tigre, el Caimán y el Cocodrilo los animales más representados en éstas.

Sin duda alguna, somos una mezcla de costumbres de diferentes razas. En este caso, vale la pena resaltar el aporte que España, específicamente los conquistadores, quienes son reconocidos por haber traído al llamado Nuevo Mundo el catolicismo, aquella doctrina religiosa que practicaban en su territorio. Así, los saberes religiosos, las fiestas patronales y las devociones a distintos santos se las debemos a este nuevo grupo que, según el investigador en tradición oral Manuel Antonio Pérez, lo hicieron todo a la inversa. “Crearon a Dios y crearon a El Diablo”, dijo, aún cuando confiesa que Dios es lo más lindo que puede existir. “El Diablo para castigarnos y Dios como una forma de compensarlo pero también de atarnos”.

Nuestra cultura está permeada por las herencias derivadas de las tres culturas que confluyeron en el espacio atlanticense. Fue un intercambio de saberes que aún hoy en día es notable, pues se evidencia en las prácticas, costumbres y sobretodo, tradiciones, que aún siguen latentes en el departamento del Atlántico. Pero hablar de tradición no es tan sencillo como parece, pues engloba una serie de temáticas y aspectos dentro de la cual se encuentra la tradición oral. Esa de la que se encargan los abuelos.

TRADICIÓN, TRADICIÓN ORAL Y ORALIDAD

Al habla de tradición, nos remitimos a aquel mecanismo de transmisión de prácticas y saberes que son propias del acervo popular. Según Manuel Antonio Pérez, investigador sobre esta temática, “la tradición tiene distintas vertientes por la cual se mueve”. Normalmente, cuando nos referimos a este término, nos centramos en lo antiguo, lo viejo, lo olvidado, lo pasado. Sin embargo, según Pérez, es incorrecto pensar la tradición desde ese significado pues “en determinado momento también se vuelve en presente”.

Como rasgo fundamental de la tradición, es útil mencionar que es aquello que viaja en el tiempo, es decir, que se mantiene un flujo constante de dichos saberes entre generaciones que pueden ser  familias, núcleos de amigos, núcleos barriales e inclusive en el trabajo. Dentro de esta se encuentran grandes grupos como por ejemplo la tradición literaria, es decir, la que es retratada de manera escrita, y la tradición oral, cuyo componente transversal es el habla.

Aunque la primera goza de mayor credibilidad en el ámbito académico, no hay que olvidar que la gran mayoría de los relatos que hoy tomamos como nuestra historia departamental son fruto de la oralidad, que según el historiador Xavier Ávila sin estos “no existiera el fundamento de nuestra identidad”. Es decir, luego de ser plasmados con papel y pluma en grandes tomos, pasaron a convertirse en los guardianes del gran perfil identitario atlanticense ahí delimitado.

Pero tradición oral y oralidad no son sinónimos aunque se utilicen como tal. Así lo explica Yásnaya Aguilar, una mexicana licenciada en Lenguas y Literatura Hispánica en la revista Este País, donde en su columna de opinión expone que la tradición oral es un mecanismo de transmisión de  conocimientos cuyo soporte es la memoria, mientras que la oralidad es una propiedad de todas las lenguas del mundo. En este caso, lo oral se manifiesta no como lo necesario para que exista tradición oral, sino para acceder a éste.

Bien dice el investigador Pérez que “de lo que más está llena la tradición oral es de metáforas”. De cómo, a través de comparaciones entre dos cosas totalmente distintas, se van hilando las historias más asombrosas que se pueden relatar. Esas que sólo los abuelos pueden narrar sin parecer que mienten, aunque en realidad no lo están haciendo ya que se trata de una sutil persuasión. Precisamente en su texto Cultura y tradición oral en el Caribe Colombiano, Álvaro Baquero y Ada De La Hoz Siegler mencionan que ésta tradición “ha demostrado su poder persuasivo y convincente por excelencia” pues gracias a este se puede explicar el imaginario colectivo construido a través de las generaciones.

Por otro lado, Juan Moreno Blanco, en su libro Narrativas de la oralidad cultural en el contexto colombiano, menciona algunas características de los textos de la oralidad, donde acota fundamentalmente que este aspecto se encuentra ligado a la tradición, la región o la cultura comunitaria o popular”. En ese sentido, un texto oral puede, siguiendo a Moreno Blanco, “cambiar según el momento y los sujetos comprometidos en su actualización” además de que nunca puede ser considerado una “unidad aislada”, pues siempre podemos encontrarlos dentro de un tejido cultural.

Cabe resaltar que la tradición oral de los pueblos está englobada en lo que considera la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como Patrimonio Cultural Inmaterial. Allí se encuentran los saberes que se adquieren a través del mecanismo de la tradición oral, siendo el Museo del Caribe, cuya sede se encuentra en la ciudad de Barranquilla, uno de los más grandes defensores. Aunque toda la exposición se encuentra construida de tal manera que los elementos no sean, como en otros museos, objetos, allí se puede apreciar una sala completa dedicada a la Palabra, esa unidad léxica a través de la cual se nutren la región.

¿Y SOBRE QUÉ CUENTAN LOS ABUELOS?

Dentro de la tradición oral se encuentran temas muy variados: los hay misteriosos, casi de terror y capaces de no dejar dormir a ningún infante que escuche el relato, aunque también existen inspiradores y otros heroicos, relacionados con personas que lograron incluso engañar a la muerte. Dichas temáticas pueden ser catalogadas gracias a la frecuencia o recurrencia con que estas son tocadas en las narraciones de tipo oral, entre las que se distinguen los relatos fantásticos como mitos y leyendas, la gastronomía, las historias de la cotidianidad y religiosas, y la tradición indígena relacionada con la medicina.

Las historias cotidianas y lo mágico-religioso

Según Xavier Ávila, “el tema religioso ha sido muy importante en la tradición oral”, debido a que la iglesia ha jugado un papel importante tanto físico como intelectualmente en los pueblos del departamento del Atlántico. Menciona que para explicar el mecanismo general que utiliza esta tradición para transmitir los conocimientos, la religión ha ayudado a impulsarlos pues gracias al compartir de prácticas, entre generaciones, como la asistencia a la eucaristía los domingos, la visita a los cementerios los días estipulados como el Día de Los Muertos, entre otros aspectos, han favorecido la permanencia de una cultura fuertemente religiosa.

Una muestra de que la religión sigue siendo un factor determinante en las historias de tradición oral puede encontrarse en Baranoa. En el relato sobre el origen y el desarrollo de las fiestas patronales de Santa Ana, se logra plasmar la relación íntima y estrecha de los moradores de este municipio con la su patrona y, a su vez, lograr entender el discurso católico dominante de la población, el cual se desarrolla en el día a día de sus habitantes.

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Ficha técnica de municipio

Iglesia Santa Ana de Baranoa, uno de los templos católicos de la población.

Nombre completo: Baranoa

Gentilicio: Baranoeros (as)

Apodo: El corazón alegre del Atlántico

Fecha de fundación: 26 de julio de 1543

Fecha de designación como municipio: 23 de octubre de 1856

Distancia desde Barranquilla: 30 km

Límites: al norte con los municipios de Galapa y Tubará, al sur con el municipio de Sabanalarga, al este con el municipio de Malambo, y al oeste con los municipios de Juan de Acosta y Usiacurí.

Corregimientos: Pital de Megua, Sibarco y Campeche.

Economía: se caracteriza por ser un pueblo agricultor y ganadero, aunque en la actualidad se desempeñan en otros sectores como la manufactura.

Por su parte, el investigador Manuel Antonio Pérez menciona que también se puede catalogar como tradición oral las historias, específicamente aquellas nacidas desde lo cotidiano, como algunos cuentos que son resultado de la imaginación popular y los refranes o dichos que son considerados como la sabiduría del pueblo. En estos se visibilizan una serie de hechos que, aunque carecen de fantasía, también se transversalizan por la oralidad. Prueba de ello es la historia El Ángel de Juan de Acosta pues, aunque los acontecimientos son reales dando como resultado que el componente fantasioso es casi nulo, por su naturaleza trágica o irónica alcanzó a arraigarse en la memoria colectiva de una población, logrando sobrevivir al olvido por el paso del tiempo.

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Ficha técnica de municipio

Iglesia San Juan Bautista Precursor, templo católico de la población.

Nombre completo: Juan de Acosta

Gentilicio: Costeros (as)

Fecha de fundación: Año de 1606

Fecha de designación como municipio: 20 de Agosto de 1892

Distancia desde Barranquilla: 34 km

Límites: al norte con el municipio de Tubará, al sur con los municipios de Piojó y Usiacurí, al este con el municipio de Baranoa y al oeste con el Mar Caribe.

Corregimientos: San José de Saco.

Economía: es un municipio dedicado a las actividades comercio de confecciones, la pesca y la ganadería.

La tradición indígena, la medicina y lo místico

Existe una conexión intrínseca en estos aspectos: la tradición indígena donó a la cultura atlanticense saberes tanto de la medicina tradicional como de brujerías y supersticiones, los cuales han desencadenado en historias de índole fantástica. De esta manera, según Manuel Pérez, los descendientes de aborígenes que afortunadamente aún conservan sus raíces “viven en sus rochellas, en sus cambuches, caseríos, y viven de eso, y salen a los pueblos para comercializar sus productos” que varían entre sesiones de espiritismo, expulsión de demonios y curas naturales.

Precisamente Pérez acota que los curanderos, aquellos indígenas que practican la medicina tradicional, han sido tomados en cuenta por la medicina científica, pues asegura que hoy en día sus saberes se han vuelto parte de este conocimiento propiamente químico. Siguiendo por esa misma línea, es el investigador quien puntualiza que los seres humanos tenemos una característica fundamental y es que “desde el principio de la humanidad nos transversaliza la superstición”, sobre todo aquel pueblo que aún vive en las zonas rurales o a la orilla de los ríos.

Es en este apartado donde la historia de La profecía de San Calle puede catalogarse pues, aunque no era propiamente un aborigen, se trataba de un médico empírico que utilizó los conocimientos que poseía sobre el tratamiento de las enfermedades del cuerpo humano para ayudar a la población del municipio de Sabanalarga. A su vez, su historia presenta un tinte místico en cuanto a que los hechos que rodearon su muerte aún siguen siendo, para los sabanalargueros, un hecho inexplicable.

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Ficha técnica de municipio

Iglesia San Antonio de Padua, uno de los templos católicos del pueblo.

Nombre completo: Sabanalarga

Gentilicio: Sabanalargueros (as)

Fecha de fundación: 26 de enero de 1744

Fecha de designación como municipio: 7 de junio de 1833

Distancia desde Barranquilla: 41 km

Límites: al norte con los municipios de Baranoa, Polonuevo y Usiacurí, al sur con los municipios de Repelón, Manatí y Candelaria, al este con el municipio de Ponedera y al oeste con el municipio de Luruaco.

Corregimientos: Aguada de Pablo, Cascajal, Colombia, Gallego, Isabel López, La Peño, Molinero.

Economía: por la fertilidad de sus suelos es un pueblo agricultor, pero su actividad más representativa es la ganadería, reflejada en la Feria de Sabanalarga que se celebra anualmente.

Sobre eso Baquero y Siegler dictaminan que “el fenómeno de lo espiritual se articula con simbologías, poderes de la energía vital que representan los cinco elementos de la naturaleza y sus formas de vida”. A través de sus investigaciones, delimitadas a los indígenas pertenecientes a la etnia Mokaná, comentan en su texto Cultura y Tradición oral en el Caribe colombiano que en dichas historias sobresalen las transformaciones “que registran varios de los personajes descritos en los relatos”.

Pero no se puede hablar de historias fantásticas sin comentar sobre los mitos y leyendas. Aunque para muchos éstas son palabras sinónimas, lo cierto es que definen historias totalmente diferentes, tanto en su origen como en su veracidad. Precisamente Coedición Latinoamericana, en su texto para infantes Mitos y Leyendas de Latinoamérica y el Caribe intenta corregir dicho error común, al mencionar que “los mitos intentan recuperar el origen de los pueblos y dan respuestas sobre la existencia del universo en el que habitamos” mientras que las leyendas narran hechos que la cultura popular vuelve fantásticos.

La gastronomía

Es común observar a los abuelos moverse con naturalidad en la cocina. Las preguntas son inevitables: ¿cómo aprendió? ¿siempre se le hizo tan fácil? y la más importante, ¿quién le enseñó? Para esto el historiador Xavier Ávila tiene una respuesta, pues comenta que en este campo “todo se transmite oralmente”. No existían recetarios, y si habían no eran muy utilizados. Las abuelas enseñaban a sus hijas a hacer dulces, arroces, y otros centenares de manjares propios del departamento, especialmente cuando se acercaban épocas festivas.

Un ejemplo del papel de la tradición oral en la gastronomía lo encontramos en el orígen de la arepa con huevo, al evidenciar cómo Pabla Melgarejo pasó sus conocimientos a su hija, la famosa Rosa Amelia ‘Chiquita’ Montero. Estas a su vez transmitieron dichas prácticas a su nieta e hija respectivamente, Lucas Montero, siendo esta relación una prueba de la forma en la cual los saberes gastronómicos del pasado han logrado sobrevivir hasta nuestros días.

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Ficha técnica de municipio

Parroquia San José, templo católico del pueblo.

Nombre completo: Luruaco

Gentilicio: Luruaqueros (as)

Apodo: Tierra de la Arepa con Huevo.

Fecha de fundación: Año de 1533

Fecha de designación como municipio: 16 de mayo de 1953

Distancia desde Barranquilla: 68 km

Límites: limita al norte con el municipio de Piojó, al sur con el municipio de Repelón, al este con el municipio de Sabanalarga y al oeste con el departamento de Bolívar.

Corregimientos: Arroyo de Piedra

Economía: La Arepa con Huevo de Luruaco es el producto estrella del municipio, mismo por el cual es reconocido a nivel nacional.

Sin embargo, con el tiempo y la difusión de las nuevas tecnologías, el aprendizaje literalmente al pie del fogón ya no es el mismo. Ahora, las recetas se encuentran codificadas en nuevos formatos, dejando casi obsoleta la memoria de aquellos que aún siguen cocinando de manera tradicional.

La importancia de la tradición oral radica en las relaciones que ayuda a construir, ya sea el vínculo entre padre e hijo, entre compañeros de colegio o personas de la comunidad. Esta ayuda a afianzar el lazo de cercanía entre las personas, generando cohesión en la sociedad y sentimiento de pertenencia e identidad. La tradición oral como parte de la cultura también cumple un rol fundamental en la perpetuación de la memoria historia, y brinda a su vez detalles de los orígenes de las comunidades, lo cual nos permiten entender el presente de las mismas.

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