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Por: Selena González

Un zorro en Bogotá, una familia de zarigüeyas en Neiva, un oso palmero en Casanare, un oso perezoso en los montes de La Calera, en Cundinamarca. Ciervos en Japón, jabalíes en Israel, cabras en el Reino Unido, un puma en Chile. Esas son algunas de las imágenes que han circulado en redes sociales y que han llegado incluso a viralizarse. El ser humano dejó las calles y los animales volvieron por ella. 

No hay gente, ni ruido ni tráfico y la ciudad parece ser un lugar seguro para habitar. El sol apenas comienza a calentar, las casas de esa cuadra son un mundo aparte y los vecinos conviven sin convivir (en la distancia). Hay una gasolinera de las que siempre se ve en los lugares donde hay mucho tráfico vehicular, es la avenida Murillo.

Hay algunas plantas secas, amarillas y casi sin hojas, señal de la ausencia de lluvia. Y también hay una ardilla que mira con desprecio las hojas secas y sin fruta. Camina por el asfalto de la calle y se encuentra con la gasolinera. Ve dispensadores, mangueras y tuberías, pero no ve nada que pueda comer. 

Pronto se da cuenta de que en ese lugar no va a encontrar mucho y de nuevo mira las plantas secas, insípidas. Decide que puede explorar más la calle, no ve a nadie. Ni humanos ni autos. Puede divertirse. Justo al frente de la gasolinera, en una casa de dos pisos, con un árbol no tan seco, vive Keisy. Su cuarto está en el segundo piso y pasa gran parte de su tiempo ahí.  Ella dibuja, traza líneas y mira que puede crear con las formas y la combinación de estas.

  • Keisy ven a ver – le dice su mamá en la sala. 

Ella finge no escucharla, está concentrada y parece que por fin las líneas de su dibujo empiezan a cobrar sentido. 

 

  • Mija, ven a ver el show

 

  • ¿Será otra vecina peleando por su marido? – piensa Keisy

Sale del cuarto y mira por el balcón, la luz le molesta y mientras se acostumbra ve apenas una mancha rojiza correr por la calle. 

Un gavilán en la ventana

Tiempo antes, a las 7 am en Medellín. Sebastián se despierta y se alista para hacer un ritual que se ha vuelto rutinario. Consiste en sentarse cerca de la ventana, en silencio y tratar de escuchar los ruidos que provienen de fuera. Le ayuda a saber qué especies de animales hay cerca y también a relajarse. “Para mí, es como meditar”.

Luego de varios minutos empieza a escuchar cantos de aves. Tiene la hipótesis de que algunas de ellas pueden ser gavilanes. El origen de estas creencias se debe a que hace unos días un gavilán se posó en su ventana. Aún le parece algo irreal, pero sucedió. 

 

  • Era un gavilán pollero, seguramente estaba cazando a alguna presa, una de mis vecinas tiene gallinas

 

No tiene dudas con respecto a la especie, puesto que es común verlas en la zona y es lo que él estudia. El gavilán pollero, de nombre científico Buteo magnirostris, se caracteriza por su técnica de caza, velocidad al volar y su repentino movimiento para lanzarse a capturar su víctima.

Sebastián estudia biología, tiene una gran afición a los reptiles y las ranas. Su vida antes del covid consistia en ir de su casa a la universidad y viceversa. Ahora en medio del encierro ve sus clases de manera virtual, pasa tiempo con su mamá, su abuela y su perro y hace reuniones virtuales con amigos. Según él su vida no ha cambiado mucho realmente, sigue teniendo la misma rutina solo que ahora desde un mismo lugar. 

Durante su encierro ha notado la disminución de ruido en la calle, vive en el piso 21 de su edificio y desde ahí observa la urbanización que lo rodea. Él en medio de su ritual matutino  descubrió la pequeña granja que tiene una de sus vecinas cerca de donde vive. Lo hizo porque empezó a escuchar cacareos y graznidos. Resultó que su vecina tiene un criadero de patos y gallinas. 

 

  • He vivido aquí gran parte de mi vida y no los había escuchado antes.

Foto por: Samuel Avendaño

Aves que cantan por la noche. 

Son las 10 de la noche y hay silencio, en un conjunto residencial de esa misma ciudad. De repente, unas aves empiezan a cantar. Juan, que estaba a punto de caer dormido se asoma por la ventana para escuchar. No se lo cree, pero tampoco cree estar loco.

  • Andrés ven a ver – dice llamando a su hermano 

Ambos quedan unos minutos en silencio. Aves que cantan en la noche, el sonido proviene del matorral frondoso y olvidado de la parte de atrás del recinto. 

Hace dos años está viviendo en Medellín, nunca había escuchado algo parecido. Él nació en Bogotá, vivió gran parte de sus veinte años en Barranquilla y cuando llegó el momento de buscar en qué universidad estudiar sus padres pensaron que lo mejor era hacerlo en esa ciudad. Estar fuera del techo materno no ha sido fácil ha llegado a acostumbrarse. No tiene especial afición a los animales, sin embargo siempre ha disfrutado pasar tiempo con mascotas. 

 

  • ¿Las aves cantan por la noche? 

 

El Búho moteado, de nombre científico Ciccaba virgata, se caracteriza por su color café moteado y negro. Alrededor de los ojos tiene unos bordes blanquecinos y estos son grandes y de iris café oscuro. Es sigiloso y suele pasar desapercibido, excepto en las noches. Ahí es cuando suele ser vocalmente activo, esta especie tiene la cualidad de ser uno de los búhos neotropicales más vocales.

Esta especie habita en Medellín, principalmente en bosques intervenidos por la actividad humana, bosques secos y húmedos y también áreas abiertas con árboles dispersos. Detrás del conjunto donde vive Juan, hay una zona boscosa y abandonada, tanto así que él se ha llegado a quejar con la administración por la cantidad de mosquitos que provienen de ahí, en especial en épocas de lluvia. Juan no había escuchado antes estos cantos y ahora en medio de una pandemia mundial los cantos del búho moteado se han hecho notar.

Juan, quien ahora pasa sus días encerrado en casa y lejos de su familia, ha notado que el ruido afuera ha disminuido. Él mira por la ventana, ve a sus vecinos salir de sus apartamentos con tapabocas y desinfectarse las manos con gel antibacterial en portería, tanto para entrar como para salir.

Hay un virus afuera, acechando en las calles y cambiando lo que antes conocíamos como “normalidad”. Él ya no ve la misma cantidad de personas en la calle como lo hacía antes y el tráfico de autos y transporte público ha disminuido. Para Juan, puede que antes el búho también cantara, solo que en medio del ruido que caracterizaba a la ciudad no lo escuchaba.  

Emilio Rodríguez, director de Bosques, Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos del Ministerio de Ambiente, también en casa y mientras cumple sus labores a través del teletrabajo analiza los cambios que ha tenido la ciudad. Ahora que pasa sus días en cuarentena, observando el mundo desde su ventana también ha notado la disminución del ruido en las urbes debido a la restricción de las personas en las calles. 

Para él, no es extraño escuchar con mayor frecuencia algunas especies silvestres como iguanas, ardillas, zorros, zarigüeyas, osos hormigueros, roedores y diversas especies de aves.  Emilio sigue mirando por su ventana y sabe que la razón por la que ahora se perciben más estos animales se debe a que antes en medio del ruido al interior de las ciudades los habitantes no percibian ni notaban que comparten un ecosistema urbano con estas otras especies. 

El búho que escuchó Juan durante la noche puede que no hayan cantado tan fuerte como a él le pareció. Sino que a diferencia de otros tiempos, esta vez no tenía un ruido con el cual competir y eso hizo su canto más alto (al menos para el oído humano). Tal como le ocurrió a Sebastián con los patos y gallinas de sus vecinos, ellos siempre estuvieron ahí. Solo que antes no los había notado.

Avenida Murillo, Barranquilla: un cambio de papeles.

Keisy está en el balcón de su casa, desde ahí logra ver una ardilla. Mientras la ve pasearse por la calle se pregunta cuándo fue la última vez que vio una por ahí. Le pregunta a su mamá que está junto a ella mirando al animal. Fue en el 2015, en alguno de los primeros días de enero. 

  • Fue el mismo año en el que entraste a la universidad – le dice su mamá

La ardilla ya empieza a perderse de vista entre los árboles y la calle, Keisy y su mamá se quedan mirándola mientras se va. Hace un año Keisy se graduó de diseño gráfico, carrera por la que tiene mucha pasión. Sus días en cuarentena han consistido en tratar de sacar adelante sus proyectos personales. Después de que la ardilla se va, Keisy vuelve a entrar a su cuarto, pero ahora con una sensación distinta, como de felicidad.  Toma lápiz y papel y sigue dibujando.

El animal que vieron era una ardilla de cola roja,  de nombre científico Sciurus granatensis, que suele habitar zonas boscosas. También, se puede ver en barrios periféricos de las grandes ciudades donde hay abundancia de árboles y ausencia de tráfico acelerado. Pueden resultar un poco curiosas a la vista pues es común verlas roer una semilla con sus dos patas delanteras mientras se apoyan en las traseras. A pesar de que pueden sobrevivir de manera silvestre, muchas de ellas se encuentran en cautiverio.

El naturalista Joaquín Araújo, primer español en recibir el premio Global 500 de la ONU por su defensa a la naturaleza, sabe que  algo que ha empezado a suceder en la cuarentena y en medio de toda esta crisis, es el intercambio de papeles. De cómo ya no son los animales quienes nos observan ocultos en sus guaridas, sino  que ahora son ellos los que se pasean libremente por la calle mientras son observados por nosotros. 

Mientras está encerrado en su casa en España, uno de los países que en su momento presentó un mayor número de contagios de coronavirus,  analiza este cambio de papeles. Ahora, somos nosotros quienes estamos atemorizados por un virus y nos encerramos, con eso hemos liberado a otras especies que antes nos tenían miedo.

Estamos asistiendo a una recolonización del espacio urbano.

Buscan comida

Una familia de Zarigüeyas camina en el andén de una calle en Neiva. Es una madre que en su lomo lleva a sus cuatro crías. Cuando ve un árbol se detiene y observa a la persona que la está grabando, la mira con cautela. Luego empieza a trepar el árbol hacia lo más alto. Sus crías ni siquiera tambalean mientras sube, están aferradas a su madre. El video lo publicó en su cuenta de Twitter el senador ambientalista Guillermo García Realpe, tras recibirlo de una de sus “condiscipulas”, quien vio a la familia moverse en su condominio. 

Sebastián está de nuevo en medio de su ritual matutino, guarda silencio y espera. Recuerda al gavilán pollero que se posó en su ventana semanas antes. Nunca antes le ha había sucedido algo parecido y a veces se descubre a sí mismo esperando que vuelva. Para él, la razón por la que el gavilán se posó ahí fue para cazar alguno de los patos o gallinas de su vecina. Y también sabe, que con todos los cambios por la llegada del covid las fuentes de alimento de estos animales también pudieron verse afectadas. 

 

  • Vienen porque tienen hambre

 

Los animales se han visto obligados a ampliar sus áreas de búsqueda de recursos, eso lo sostiene el Ministerio de Ambiente de Colombia, tras analizar los reportes que han hecho los colombianos que han logrado avistar especies silvestres cerca de sus viviendas. Y han explicado que la causa de esto se debe a la disminución de movimiento en las ciudades, con esto la fauna se ha animado a habitar estas zonas más céntricas debido a que los espacios poco transformados son cada vez menos. 

Para Antoni Alarcón, director del Zoo de Barcelona, los vertebrados amplían su territorio en busca de comida ante un espacio urbano tranquilo y solitario. Él ha observado este espacio sosegado desde su casa en Barcelona y también ha analizado los cambios que este tipo de situaciones traen a las ciudades. Antoni piensa que cuando se abandonan cultivos agrícolas en el mundo rural los animales invaden los bosques y algunas especies antiguas se recuperan. Justo como está sucediendo ahora. 

Esperanzas de que la naturaleza se recupere.

Susan Clayton, profesora de psicología y estudios ambientales en el College Of Wooster en Ohio,  al igual que miles de personas en el mundo se ha visto en la necesidad de encerrarse. Y pasar sus días a la espera de nuevos avances, analizando los cambios que ha tenido este suceso coyuntural en la vida del ser humano y del mundo. Desde casa piensa en cómo las personas en medio de la crisis ponen su esperanza en que la naturaleza se recupere. En cómo sin importar todo el daño que le hayamos hecho, seguimos creyendo en el poder de la tierra para recuperarse. 

Susan observa que, a pesar de la destrucción del hábitat de los animales para el desarrollo de la vida humana, la gente pone sus esperanzas en que la naturaleza sigue siendo más fuerte y podrá sobreponerse a esto. Con respecto a eso, un artículo de la DW, sobre la relación de la pandemia de coronavirus con la destrucción de fauna y flora,  explica cómo a medida que se ampliaban las urbanizaciones los animales silvestres salían de estas. La destrucción de su ecosistema como siempre lo habían conocido los alejó de aquellas zonas que hasta el momento les habían pertenecido. 

El artículo analiza el papel decisivo que tiene la relación del ser humano con los animales en esta pandemia. En medio del miedo por el contagio de un virus, científicos en Australia y Estados Unidos han realizado exhaustivos estudios sobre cómo la destrucción de hábitats naturales, la disminución de la biodiversidad y la alteración de los ecosistemas ha favorecido que este tipo de virus se propaguen. 

Un tercio de las enfermedades que hemos sufrido provienen de animales, como el Ébola, el VIH, la peste porcina y la gripe aviar. Joachim Spangenberg, ecólogo y vicepresidente del centro Sustainable Europe Research Institute, al igual que Susan analiza lo que ha sucedido desde casa y mientras observa el avance que han tenido las ciudades piensa que situaciones como la expansión de un virus  las origina el ser humano, no los animales. Pues este es quien penetra en los hogares de especies salvajes y se expone a patógenos que no abandonan estos lugares. 

Información y desinformación.

Medios como National Geographic advierten que muchas de las imágenes de animales que vemos en redes sociales no corresponden al presente. Como es el caso de las fotos de cisnes en los canales de Venecia, que se volvieron virales durante el confinamiento y se tomaron mucho antes de él. Y algo que se analiza es la razón por la que estás imágenes se viralizan.

 

Fotografía por Danita Delimont, Alamy.

Kaveri Ganapathy Ahuja  vive en Nueva Delhi, India. Un día en medio de su confinamiento y mientras revisaba sus redes sociales vio algunas fotos que le dieron alegría en estos tiempos sombríos de pandemia,  decidió juntarlas en un tweet para publicarlas en su cuenta. En la leyenda de las fotos, escribió sobre este efecto inesperado de la pandemia y sobre cómo el agua que fluye por los canales de Venecia es clara por primera vez en la historia. Tanto así, que se logran ver los peces y los cines que regresaron.

https://mobile.twitter.com/ikaveri/status/1239660248207589383

Después de publicarlo, el tweet llegó a un millón de likes, algo que ella misma no se esperaba. Sin embargo, los cines de las fotos que publicó en realidad aparecen regularmente en los canales de Burano, una pequeña isla en el área metropolitana de Venecia, lugar en el que se tomó la fotografía. Y por esto, National Geographic señala que es importante comprobar la fuente de donde provienen estas imágenes.

Ella sabe esto, pero aún así ha decidido no eliminar el tweet. Ahuja piensa que todavía es relevante el hecho de que las aguas de Venecia se vean más claras de lo habitual, por la disminución de la actividad de barcos y eso es lo que le importa. Además, esta cantidad de like y retweets es un registro sin precedentes para ella y le gustaría conservarlo. 

Y es así que se evidencia el cambio de papeles observado por el naturalista Joaquín Araujo entre humanos y animales. Ahora estos son el foco de atención de algunas personas en medio del confinamiento y esto se ha visto en redes sociales, como en el caso de Kaveri. Y como lo ha explicado la profesora Susan Clayton, la razón por la que imágenes de estos animales se viralizan es porque la gente aún tiene la esperanza de que sin importar lo que suceda la naturaleza tenga el poder de recuperarse. 

¿Qué pasará después?

Keisy se pregunta si cuando las personas vuelvan a la calle podrá seguir viendo ardillas desde la ventana de su casa. Juan piensa en si podrá volver a escuchar un búho cantando en la noche. Y Sebastián piensa en si estos animales serán capaces de sobrevivir  a la escasez de comida mientras nos recuperamos de la crisis. La incertidumbre se apodera de todos en diferentes aspectos.  

Mientras todo pasa, solo queda pensar en que pasará una vez la vida humana vuelva a la ciudad y que será de los animales que se habían acostumbrado a tenerla para ellos. Por ahora, el Ministerio de Ambiente de Colombia, ha sacado una normativa que busca proteger a estas especies silvestres que han sido avistadas en las calles, tanto durante la cuarentena como después de ella. Con la normativa, se busca que autoridades locales y nacionales busquen formas de mitigar situaciones que pongan en peligro a la fauna silvestre y a los colombianos.

Nuestra relación con los animales debe cambiar.  Así lo plantea Elizabeth Maruma Mrema, directora de la secretaría para la Convención de la Biodiversidad de las Naciones Unidas, ella analiza mercados que venden animales salvajes como el de Wuhan China, de donde procede el covid – 19. Elizabeth dice que este tipo de mercados deben prohibirse y que estamos obligados a cambiar algo, sino el costo de la transmisión de enfermedades será más alto que cualquier otro beneficio económico de la explotación medioambiental. 

 

  • Tenemos que encontrar un camino mejor para vivir todos juntos de forma segura. 

 

Algunos animales silvestres han regresado a la ciudad, otros ya estaban ahí y ahora en medio del confinamiento los hemos visto u oído. Hemos sido felices y hemos guardado la esperanza de que la naturaleza se recupere y pueda existir un lugar seguro para los animales, en especial en medio de una crisis mundial que nos amenaza en diferentes aspectos. Nos hemos sentado cerca de la ventana a la espera de que alguno aparezca y cuando lo hacen vemos como se pasean por una ciudad que por el momento es segura para ellos.

Somos una casa periodística universitaria con mirada joven y pensamiento crítico. Funcionamos como un laboratorio de periodismo donde participan estudiantes y docentes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad del Norte. Nos enfocamos en el desarrollo de narrativas, análisis y coberturas en distintas plataformas integradas, que orientan, informan y abren participación y diálogo sobre la realidad a un nicho de audiencia especial, que es la comunidad educativa de la Universidad del Norte.

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