Por: Marlon Barros*
Desde el primer día de su posesión, la percepción de favorabilidad de los ciudadanos acerca de su nuevo mandatario parecía no ser positiva. Oposición muy marcada, desde el escenario político hasta en las calles de las principales ciudades del país, parecía ser el panorama que se apreciaría en el país durante un cuatrienio eterno para muchos.
Las decisiones de Duque Márquez, desde la fracasada lucha contra las drogas con el decreto para la incautación de dosis mínima, hasta la imprecisa defensa del glifosato en audiencia pública precisamente el 7 de marzo, han sido objeto de críticas. Sin embargo, es necesario observar que el Duque que entró a la Casa de Nariño en agosto de 2018 no es el mismo en marzo del 2019.
Parece ser que el joven innovador y conciliador que no iba a gobernar con espejo retrovisor poco a poco se va desenmascarando para así revelar su verdadera identidad frente a los colombianos. Acciones como el famoso cerco diplomático, la caída de alias Guacho (que no contribuyó ni a encontrar más información sobre rutas de narcotráfico ni a la sublevación de las disidencias ni a una calma en el conflicto armado) y la búsqueda de justicia luego del atentado a la Escuela General Santander han servido para elevar su buena imagen frente a sus compatriotas, quienes entre noviembre de 2018 y febrero de 2019 le han correspondido de la mejor manera, según la encuesta Invamer, en la que la opinión favorable del mandatario logró subir del 27,2% hasta el 42,7%. Según la medición del Centro Nacional de Consultoría esta misma opinión es del 55%.
Se puede afirmar, de hecho, que la bandera de Duque ha sido levantada con dos colores principales que son los que le han dado protagonismo mediático: El ELN, y la lucha contra el terrorismo, y Maduro como dictador de una Venezuela cuya única posible solución puede ser una intervención militar que tanto el mandatario como su “homólogo” Juan Guaidó no han rechazado. Sin embargo, curiosamente dentro de las bases del Plan Nacional de Desarrollo no aparece por ningún lado una agenda decisiva frente a esos dos temas. La Palabra “ELN” solo se menciona dos veces en el documento de 1326 páginas, y Venezuela, quince.
Muchas de las medidas del presidente han sido polémicas y erróneas. El respaldo a personajes como Alberto Carrasquilla o Néstor Humberto Martínez, o la asignación de Darío Acevedo como director del Centro Nacional de Memoria Histórica son ejemplo de ellas. Además de la participación de generales vinculados a los falsos positivos dentro de la cúpula militar, y qué decir del nombramiento de Alejandro Ordóñez como embajador ante la OEA. Tal vez el mayor rastro de determinación positiva demostrado por el actual gobierno se dio al sentarse junto a los estudiantes luego de extensos días de movilización para así llegar al establecimiento de una mesa de diálogo con la que aún se deben discutir puntos importantes como la reforma al Icetex.
Cabe resaltar también la supuesta disposición que el Jefe de Estado mostró al reunirse con todos los sectores políticos luego de los resultados de la Consulta Anticorrupción. Luego de que Uribe, Claudia López y Petro se sentaran en una misma mesa a favor de un mismo objetivo, ninguno de los proyectos plasmados en la consulta popular ha tenido cabida o progreso dentro del Congreso de la República.
Y así, con un país inmerso en problemas internos que el presidente decide rechazar por mirar al vecino, con un Duque dubitativamente hipócrita que resalta logros de la paz en París pero se dedica a criticarlos junto con el partido de gobierno, con una vicepresidenta que solo logra ser visible cuando trina de manera oportunista sobre Venezuela, con una tasa de desempleo en aumento, con un problema de inmigración al que no se le encuentra solución y con un Álvaro Uribe sospechosamente alejado del lado de su pupilo, el panorama futuro del país parece impredecible y negativo a la vez. Aún le queda tiempo para repensar muchas de sus políticas a largo plazo, para así llevar al país por una mejor dirección.
*Estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad del Norte. La información suministrada por los columnistas no representa la opinión del medio.
Foto: Iván Duque