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Por: María Camila Narváez

La creación de la Red de Tamboreras de Colombia no fue una coincidencia en la vida de Jennifer Meza. Mucho menos el formarse como la percusionista que es hoy en día. Su proceso de formación musical no fue fácil, porque ha estado marcado por el conflicto y la violencia, pero sobretodo, por la desigualdad de género en el mundo de la percusión. Sin embargo, Jennifer, más conocida como Jenn del Tambó, no abandonó su sueño de convertirse en percusionista y logró ser la primera mujer en ganar en la categoría de mejor intérprete del tambor alegre, o tambor hembra, en la XXVII edición del Festival Nacional de Gaitas en Sucre.

Su recorrido musical la llevó a toparse con Grace Lazcano, cantautora conocida como Orito Cantora, en este mismo festival. Desde ese encuentro comenzaron a trabajar en diversos proyectos musicales y sociales, dando paso a que juntas, el 8 de enero del 2016, decidieran comenzar la Red de Tamboreras de Colombia, un proyecto autogestionado, que busca la inclusión de la mujer en el mundo del tambor.

La Red de Tamboreras se encuentra legalizada desde el 14 de julio del año pasado. Hoy en día son la Fundación Red de tamboreras, pionera en su tipo haciendo un punto de equilibrio de género a través del tambor, un instrumento que solo es tocado por los hombres. Cuentan con 30 estudiantes constantes, que se reúnen todos los domingos en la mañana en la Plaza de la Paz. Entre ellas se encuentra Valeria Abuchaibe, reina del Carnaval de Barranquilla 2018, la cual trabaja junto con la red para sobresaltar la figura del tambor y de la mujer en el carnaval.

“Lo que estamos haciendo es un proceso de formación para que las mujeres se empoderen”, dice Jenn sobre la red. En esta entrevista ella cuenta sobre sus inicios como tamborera y cómo nació este proyecto que está resignificando el papel de la mujer en el mundo de la música tradicional colombiana, mientras demuestra a través de sus palabras, ese espíritu de rebeldía -pero no sin causa- que la caracteriza y hace que hoy se encuentre rompiendo paradigmas musicales.

¿Cómo nació la red de tamboreras?

La red es una idea que se nos ocurre a Orito y a mí el año pasado, a raíz de nuestro recorrido artístico en festivales. Desde muy pequeñas estamos tocando. Ella desde los 10 años, haciendo proceso de formación en casas de cultura, y yo en Barrancabermeja, con la OFP (Organización Femenina Popular). Nosotras empezamos a recorrer, ganar festivales y conocer gente, a ser exponentes en nuestros instrumentos. De ahí, varias mujeres nos empezaron a escribir por Facebook, Instagram, Whatsapp, YouTube, por todas las redes sociales: que cómo hacíamos para tocar así, que como era el golpe de la mano izquierda, y empezaron a decirnos “bueno, vengan ¿cómo hacemos?.”. Entonces a mí se me ocurrió el 8 de enero decirle a Orito que formáramos “una red de tamboreras”. Empezamos a convocar a las mujeres aquí en Barranquilla, que es donde está el epicentro de las que tocan tambor. Iniciamos los ensayos en enero, a hacer la red para que todas las mujeres lleguen, y así no sepan tocar, no importa, la idea es que se haga ese proceso de formación y empoderamiento a través de nuestro tambor.

¿Cómo define usted al espacio que se ha creado en la red de tamboreras?

La red de tamboreras es un espacio de fortalecimiento emocional, de fuerza, de lucha y rebeldía, pero es una rebeldía sana, un feminismo que no es extremo. Es la manera de decir que nosotras sí podemos tocar, nosotras sí podemos ser líderes, que hay que ser valientes, atrevernos y quitar esas telarañas de que estos son cosas que solo pueden hacer los hombres. Las mujeres hoy en día estamos potenciadas para hacer todo y es un espacio donde, a través de nuestro tambor tradicional, estamos haciendo un punto de equilibrio de género.

¿Cómo inició su pasión por el tambor?

Yo soy de Barrancabermeja, Santander, por el río Magdalena. En el año 98 mi papá tuvo una crisis y nos fuimos a vivir a un barrio popular, la comuna 7. Diagonal estaba la OFP, un movimiento también de mujeres que apoya a las víctimas de violencia en ese tiempo. Era muy violento, había mucha guerrilla y paramilitar, se disputaba mucho los territorios, pero yo comencé mi proceso de formación en la OFP, por eso es que son tan importantes hoy en día y yo doy fe, porque a mi me salvó. Yo decidí coger el tambor y hacer golpes para la vida y no para la guerra. Desde ahí comenzó ese camino para tocar, a pesar que me decían que las niñas no podían, y esa fue, precisamente, la primera respuesta que el profesor me dio: “las niñas no tocan tambor”. Sin embargo siempre he sido rebelde, pero de causa, como lo acabo de explicar, y yo dije que sí podía. Entonces empecé a tocar al lado donde la vecina en un tronco de madera que se estaba convirtiendo en piedra, ya muy viejo, y claro, yo hice un proceso de transformación de mis manos y de mi cuerpo. Duré cinco años tocando, y ya cuando mi papá me dio el tambor yo lo cogí y le hice así “Páaaa” y de una vez sonó. Ahí me di cuenta que pude desarrollar una fuerza que los hombres dicen, las mujeres no podemos tener.

En ciertas ocasiones usted ha mencionado que en Barrancabermeja la pusieron a elegir entre la guerrilla y los paramilitares, pero que eligió el tambor.

Ah sí, claro, es que en ese tiempo Barranca era teso, porque si tú hablabas con una persona que era de un grupo, eras un sapo, y si hablabas con el otro también. Varios de mis compañeros fueron asesinados y desaparecidos el 16 de mayo de 1998. Allá reclutaban a los jóvenes y como no tenían espacios culturales o eran un poco flojos preferían las cosas más fáciles. Pero yo preferí el tambor, los tambores fue lo que me salvó la vida realmente, y bueno aquí estoy. Estoy muy orgullosa de tocar los tambores, y el tambor es mi bandera, es lo que quiero hacer. Yo no quiero ser enfermera ni administradora, que fue lo que yo estudié, yo quiero es tocar el tambor y ya, porque mi doctorado está en los tambores.

Teniendo en cuenta su experiencia ¿Qué importancia le da usted a los procesos de formación musical en un país con historial de conflicto como lo es Colombia?

De verdad son espacios que salvan vidas y hacen que ese tiempo libre que tiene la gente para hacer cosas indebidas lo aprovechen para hacer el arte. Yo creo que desde pequeñitos a nosotros nos deben inculcar un arte, lo que sea: pintar, cantar, bailar, porque eso hace que la personas tengan más sensibilidad cuando sean grandes y tengan un valor de respeto, porque hoy en día la gente no respeta todo lo que es la cultura, dicen que los tambores no son música. De hecho, en las universidades no enseñan a tocar un llamador o son muy pocas las que tienen esos espacios culturales de nuestros tambores raizales, que es que realmente lo que somos nosotros. Nosotros no somos música de Mozart, de Beethoven, nosotros no somos eso.

¿Que significado en términos de igualdad de género tiene una red de tamboreras conformada solo por mujeres?

Del punto de vista de la música tradicional -todo lo que hablo es enfocado a eso- desde pequeña a ti siempre te están diciendo que debes usar color rosado porque el azul es el color de los niños, que si vas a alzar una silla que mejor la alce tu hermano porque él es el que tiene fuerza. Ese es el mismo rechazo que yo sentí cuando dije que quería tocar un tambor tan fuerte. Entonces, desde pequeñitas estamos haciendo un proceso buscando entender por qué las cosas tienen que ser así. Si todo debería ser igual, independientemente si eres hombre o mujer. A partir de eso, el proceso de igualdad de género con la red, es a raíz del tambor, porque el tambor es marcado por los hombres y sobretodo aquí en la costa. Los hombres son los que supuestamente tocan, pero a raíz de que las mujeres comenzaron a tocar el tambor, los hombres se han dado cuenta de que las mujeres también pueden tocar, aunque les cueste. Entonces, con un instrumento que es tan machista entre comillas -porque a mi no me parece que lo sea- estamos logrando ser incluidas, visibilizadas, y sobre todo haciendo ese espacio de reparación. ¿Porque como es posible que siempre, en cualquier lado te digan “no, toca el llamador”,  “no, tú no puedes tocar” “no, tú no…”? Entonces, es por género. De hecho, nosotras hemos sido muy rechazadas en los festivales. A algunos hombres no les gusta que las mujeres toquen instrumentos con calidad. Por eso lo que estamos manejando es que las mujeres puedan tocar, y así como hay grupos de hombres, hayan los de mujeres, para generar ese punto de equilibrio y visualización, eso es lo que queremos.

Ustedes han usado en diversas ocasiones un término que me llama mucho la atención, y es la resignificación del tambor hembra ¿qué significa esto?

Hay muchas cosas. Lo primero es que hoy día la gente aquí toca porque sí. Toca o para carnaval y ya, o no le dan el valor que tiene un tambor. Un tambor para construirlo tienen que tumbar un árbol, tiene que tener un proceso de sanación, un proceso de ponerle las pitas, las cuñas, el cuero de un animal. Todo es naturaleza. Entonces, ¿cómo es posible que siendo un instrumento tan valioso en el mundo no le den el valor que es? Porque aquí vale 300.000 pesos un tambor, cosa que en otros países, vale 1 millón de pesos, 2 millones. Por eso, la gente en otros países valora tanto sus instrumentos: porque son caros. Para tener un instrumento tan costoso, uno tiene que cuidarlo, pero aquí la gente no los cuida, no les importa. Segundo, la gente no tiene la conciencia de cuáles son esas deidades que al momento de tocar una cumbia, un bullerengue, una chalupa, un mapalé, representa cada ritmo,  y creo que ese sistema de transmitir y de saber por qué haces los ritmos es más importante que tú ponerte a tocar y hacer bulla. Sí, todos hacen lo mismo, pero tener ese sentimiento del por qué estás tocando y transmitir es muy difícil, son cosas que muchos músicos carecen. Entonces nosotras queremos reafirmar que el tambor es nuestro instrumento, que es fuerte, porque el tambor Alegre es un tambor hembra también, y es muy importante para nosotros resignificarlo debido a que aquí no valen nada. De hecho, la gente dice “Ah, bueno, ustedes hacen bulla con los tambores.” “Ah no, es que ustedes son contratadas para la hora loca.”, todo es diversión, la gente no es consciente de que nuestra cultura es tan valiosa y que si le diéramos el valor que realmente ella tiene seriamos potencia. Aunque Colombia es potente, no le damos el valor que se  merece la música tradicional.

Y hablando del valor que el país le da a la música tradicional ¿qué apoyo del Gobierno o instituciones tiene la red?

La red es un proceso de autogestión. Nadie nos ha dado nada. Esto es un proceso donde Orito y yo sacamos plata de nuestros bolsillos para los transportes y para mandar a hacer los arreglos. Lo que estamos haciendo es trabajar, y tampoco hemos tenido experiencias buenas cuando queremos que la gobernación o algo nos apoye.  Y es que no es fácil, pasar un proyecto así chevere no es tan facil aqui en Colombia, todo tiene que ver con corrupción o que te roban las ideas. Todo esto es un proceso autogestionado de mujeres, y sobretodo, de alcanzar muchos sueños, porque este es nuestro agradecimiento a todo lo que nos ha dado la música tradicional en este tiempo. Eso es lo que hacemos Orito y yo con las pelas, las señoras y las niñas que vienen.

¿Como visiona a la red en un futuro cercano?

Hay muchas cosas, primero que todo queremos tener nuestra propia sede, porque agradecemos ensayar al aire libre aquí en la plaza de la paz, pero es bastante incomodo, todas las personas que pasan se meten a opinar, no respetan el espacio. Nos gustaría tener la sede, necesitamos una camioneta grande para cargar con todos los tambores en los ensayos, tener todos los vestuarios, más de 150 tamboreras entre niñas, señoras y jóvenes, y estar haciendo los procesos en todas las regiones donde las mujeres no son vistas. Eso es lo que queremos, tener semilleros, visitar las tarimas culturales de todo el mundo, estar rotando, y que sobretodo hayan más de cien tamboreritas de Jenn del Tambó y cien maraqueras de Orito, que todo sea a raiz de la percusión. Eso es lo que sueño, ya estoy viendo el cambio de las mujeres que no tocaban, ya estoy empezando ver como la escuela está transformando su manera de tocar. Esos son como los sueños más cercanos que tenemos, pero sobretodo ser un proyecto autogestión y seguir haciendo esto, porque es  lo que amamos, lo que queremos.

¿Qué mensaje le quiere dar a las mujeres que están interesadas en la percusión para que se unan a este proyecto?

Nosotras estamos aquí todos los domingos a las 10 de la mañana y el único requisito es que traigas tu propio tambor, porque no tenemos. No tienes que saber tocar, la idea es que vengan a tocar. Vamos a hacer el grupo de tamboreras, vamos a ver qué fuerza tiene cada una. A veces dicen que uno no puede dar más, pero si, nosotras podemos dar tantas cosas. Yo he descubierto tantas cosas en mi vida a raíz de que me he atrevido a tocar en tarimas, a hacer tambores, he aprendido a conocer gente, a través de los tambores yo he podido estudiar, viajar, comer, relacionarse. Esto cambia su vida, pero sobretodo, no se dejen, en una sociedad como la de hoy en día. Que vengan a tocar, aquí la red recibe a todo el mundo.

 

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