No son los economistas escépticos, que llevan veinte años estudiando esa ciencia, los que tienen la última palabra sobre el desarrollo económico que puede, o no, tener el país. Júpiter ha hablado.
Cada vez que el presidente Iván Duque finaliza una intervención o alocución presidencial suelta una frase que no tiene nada que ver con esta columna: “Que Dios bendiga a Colombia”. Esto, quizás, como copia de su homóloga consigna gringa merecedora de algunos Oscar, “God bless America”.
Quien pasó por encima de esto fue el prominente astrólogo Giovanny Londoño. El lector de la carta astral se hizo célebre los últimos días por sus sabios pronunciamientos acerca de la realidad del país. Básicamente, los astros nos tienen fregados. Si usted creyó que gracias al horóscopo del periódico le puede ir excelente en el amor, pues qué pena, no hay ni calderilla.
Hay un problema enorme en el empleo, sobre todo. Al parecer, Júpiter, el “planeta del empleo” tiene mucho en común con Colombia. Según Londoño, está en retrogradación, es decir, realiza un movimiento contrario a su órbita. Se está echando para atrás, como Colombia.
En el país del Sagrado Corazón debemos levantar una voz en común, desde La Guajira hasta el Amazonas, al unísono. Un clamor inaudito debe inundar cada rincón colombiano, principalmente donde sea que se encuentre el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla. De hecho, es muy necesario que él sea de los que implore sabiduría al lejano planeta, dado que el pasado 26 de julio, al mejor estilo del ilustre filósofo Diomedes Díaz, reconoció que no sabe “qué sucede” con el flagelo de la desocupación “ni cuáles son las mejores medidas para corregirlo”. No sé, Ernesto.
¿Rezaremos, entonces, por más puestos de trabajo, para que se reactive la economía, para que cese la polarización? No. Todo sea por que Júpiter regrese a su órbita. Dependemos de ese cuerpo celeste de tamaño equivalente al exorbitante ego de Gustavo Petro, por no decir “planeta gigante”.
Unidos al presidente Iván Duque nos dirigimos a Júpiter con la oración que nos hace hermanos entre nosotros e hijos de un mismo presidente Uribe:
Júpiter nuestro, que estás en el espacio, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu empleo; hágase tu voluntad en Quibdó y Valledupar (20,3% y 16,2% en desempleo) como en Cartagena y Barranquilla (7,3% y 8%). Danos hoy nuestro salario de cada día y hora, como aspira el senador Uribe. Perdona nuestras burlas a tu profeta Londoño, como nosotros perdonamos a los economistas ateos que nos ofenden. No nos dejes caer más en la recesión, y líbranos de ser otra Venezuela, amén.
Que no vengan a opinar los pseudoeconomistas mamertos que afirman haber estudiado por mucho tiempo esa ciencia. El sistema solar no está alineado a su favor. No son ellos quienes tienen la última palabra sobre el desarrollo económico que puede, o no, tener el país. Los santos astros han hablado.
