Por: Sofia Munevar
Tiene una discapacidad y es la única deportista de la familia. Cristina Isabel Suárez Guzmán, es un ejemplo de superación y perseverancia. Para ella no existen límites, pues su condición no es impedimento para lograr todo lo que se propone.
La barranquillera tiene una encefalopatía no especificada que afecta su sistema motor producto de altos niveles de bilirrubina y prematurez al momento de nacer. Aunque su condición no es notoria a primera vista o al estar sentada, ya que no tiene ninguna malformación, al momento de empezar a caminar se puede ver que Cristina marcha un poco diferente.
Sin embargo, Cristina lleva una vida normal. Todos los días, sin ayuda de nadie, se monta en el bus que la lleva a la Universidad del Norte donde cursa tercer semestre de psicología, comparte con sus amigos, hace parte del grupo Uninorte Incluyente y practica el deporte que más le gusta: el atletismo.
Este deporte, no es excluyente. Las personas con algún tipo de discapacidad como Cristina, también pueden practicarlo. “En primer lugar, nos miden el rango de la discapacidad que tenemos para de esta forma clasificarnos en una liga en la que todos los integrantes podamos encontrarnos en igualdad de condiciones. Después de eso, el entrenador sí escoge si el deporte se practicará de pista o de campo. Las personas que están en silla de ruedas, lo practican lanzando jabalinas con sus brazos y los de campo, pueden hacerlo corriendo 100 o 200 metros” menciona Cristina Suárez para explicar el sistema de ingreso a la liga.
Como todo proceso, no fue fácil. Al principio, sintió miedo, pero la ayuda de su entrenador fue indispensable. “No me atrevía a hacerlo, pues pensaba que iba a terminar en el suelo y de ahí no podría avanzar. Mi entrenador fue fuerte. Cada vez que yo me caía el no me ayudaba a levantarme, me decía que tenia que aprender sola, y que entre más veces me cayera, más rápido aprendía” recuerda la atleta.
El miedo de su familia por su seguridad, era otro factor que se cruzaba entre los sueños de Cristina. Ellos pensaban que practicar atletismo era imposible para una persona con discapacidad, y que si lo hacía, su discapacidad podría empeorar. Sin embargo, la perseverancia y seguridad de ella se convirtieron en su mayor virtud que le suministró la fuerza para hacerles ver lo errados que estaban. Ahora, han transformado su mentalidad, han aprendido que la discapacidad no debería ser una barrera y la apoyan en cada uno de sus proyectos.
Además de convertirse en una gestora de la inclusión, tiene entre sus planes seguir con su carrera para que a través de ella puedan entender la mente del ser humano y mostrar historias que generen cambios en la sociedad.
Con su deporte, aspira poder auto entrenarse para mantenerse saludable y así día tras día mejorar su marcha al caminar. Sueña con un mundo más incluyente y equitativo en el que no exista ningún tipo de barreras para las personas con discapacidad. Pero sobre todo, un mundo que acepte y reconozca que la discapacidad no es incapacidad.
Foto: Cristina Suárez